ENERGÍA-AMÉRICA LATINA: Dos potencias se disputan la vecindad

México y Venezuela, los principales productores latinoamericanos de petróleo, lanzaron por separado programas de cooperación con los países de América Central y el Caribe, en solapada competencia geopolítica que contrasta con su alianza del último cuarto de siglo.

Una nueva refinería capaz de procesar entre 250.000 y 300.000 barriles diarios de crudo mexicano Maya será construida en alguno de los países centroamericanos, como eje de un ambicioso plan de asistencia energética que México pactó con sus vecinos.

El Programa de Integración Energética Mesoamericana diseñados por México es el proyecto de ingeniería más grande de la región desde que se construyó el canal de Panamá, pues además de esa procesadora de combustibles se construirá una planta de gas natural, una represa hidroeléctrica y un gasoducto que bordearía la costa del océano Pacífico.

También se prevé nuevos tendidos de electricidad desde Colombia hasta México, la firma estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) establecerá una red de franquicias, y se trabajará en programas sobre energías renovables y eficiencia energética.

Sólo la refinería, que estaría operativa en 2011, costará unos 3.000 millones, en el marco de una inversión total de 9.000 millones de dólares, según lo estipulado en el acuerdo firmado el día 13 en la sudoriental ciudad mexicana de Cancún por el gobierno anfitrión con los de Belice, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
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América Central es importadora de petróleo y una de las áreas del mundo que más padece por los altos precios de ese insumo de los últimos años.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el istmo importó el año pasado 94,7 millones de barriles, por los que pagó 3.948 millones de dólares, 23 por ciento más que en 2003. Ya ese año había pagado 47 por ciento más que en 2002, mientras se estima que al finalizar 2005 la factura bordeará los 5.000 millones de dólares.

La cita de Cancún dispuso establecer una empresa multinacional comercializadora de petróleo, con unos 100 millones de dólares de capital, de los que México aportaría entre 20 y 40 por ciento, vistas las menguadas arcas de algunos de sus vecinos.

En tanto, México continúa el Pacto de San José establecido en 1980 con Venezuela y por el cual se reparten por mitad el suministro a países centroamericanos y caribeños de 160.000 barriles diarios de petróleo, con financiamiento de hasta 20 por ciento de la factura, siempre que se destinen al desarrollo y que adquieran bienes o servicios de estos dos países proveedores de combustible.

"Con el programa mesoamericano, el Pacto podría ser actualizado o reconformado", adelantó el secretario (ministro) mexicano de Energía, Fernando Canales.

Venezuela ha dado pasos en ese sentido desde 2000, cuando lanzó el Acuerdo de Caracas, que benefició principalmente a Cuba, excluida del Pacto de San José, al financiar parte de la factura petrolera pero sin condicionamientos.

El pasado junio, el presidente venezolano Hugo Chávez fue anfitrión de una cita con sus pares de Cuba, República Dominicana y los socios de la Comunidad del Caribe (Caricom), que reúne a los estados anglohablantes de la región más Haití y Suriname, para lanzar como nueva iniciativa Petrocaribe.

Este convenio establece que Venezuela enviará unos 198.000 barriles diarios (entre siete y ocho por ciento de sus exportaciones totales) a una docena de estados caribeños, con financiamiento parcial y escalonado de la factura, 40 por ciento de ella a los precios actuales.

Pero además, los compradores podrán pagar en especies, con productos agrícolas o manufacturas, o en servicios, como lo hace Cuba, que ha enviado a Venezuela a unos 18.000 médicos, odontólogos y entrenadores deportivos para llevar adelantes los programas sociales y de salud popular, según datos oficiales.

También se estableció un fondo con 50 millones de dólares que aporta Caracas para construir la infraestructura que necesitan varias islas del Caribe para poder recibir el combustible. Asimismo, la firma estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) se involucrará en la ampliación y modernización de refinerías en Cuba y Jamaica.

Réplicas de esta iniciativa se han lanzado hacia los países del Mercado Común del Sur (Mercosur), Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, que en la cumbre del bloque de este mes en Montevideo aprobaron el pedido de Venezuela de ingresar como miembro pleno, aunque antes de que se concrete deberá transitar un complejo procesos de adecuación.

Pdvsa entregará 18.600 barriles diarios de petróleo a Paraguay en condiciones similares a las caribeñas, también se involucrará en la ampliación de la refinería de Uruguay para que pueda procesar crudo pesado.

La empresa venezolana y la también estatal firma brasileña Petrobras construirán una refinería en el nordeste de ese país, cuyas obras se inauguraron el viernes 16, y varios yacimientos de crudos pesados en Venezuela son reservados para petroleras de Argentina, Brasil y Uruguay.

En el Caribe, la iniciativa de Venezuela despertó recelos en Trinidad y Tobago, también productor de petróleo y gas que ha visto en Petrocaribe un rival de mercado.

En ese marco, Chávez fue acusado por medios de comunicación estadounidenses y de la oposición en su país de "comprar" apoyo político caribeño, pero la Cumbre de las Américas de noviembre en la ciudad argentina de Mar del Plata mostró una tendencia diferente.

Los países caribeños, en bloque, apoyaron la iniciativa del presidente Fox de revitalizar las negociaciones en busca de crear el Área de Libre Comercio de las Américas impulsada por Estados Unidos, marcando distancias con el quinteto Mercosur-Venezuela.

En la cita de marplatense incluso Chávez increpó a su amigo Leonel Fernández, presidente dominicano, por apoyar el ALCA en vez de su propuesta de Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), que da nombre al fondo petrolero caribeño.

República Dominicana, con un consumo de 110.000 barriles diarios de petróleo que debe importar, y con un endémico déficit de electricidad, juega así en los dos equipos, el que impulsa Venezuela y el que promueve México.

Hace dos años, cuando el predecesor de Fernández, Hipólito Mejía, aceptó refugiar al ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, quien sostenía la necesidad de apartar a Chávez del poder incluso por medio de un golpe de Estado, Caracas interrumpió el suministro de petróleo a Santo Domingo.

Quizá por ello en Cancún el presidente Fox dijo que el proyecto mesoamericano "no va a depender de la buena o mala voluntad del presidente o del gobierno de turno en México, como sí se hacen otras ofertas por ahí. No está sujeto al capricho de nadie".

Los asistentes sonrieron y Fox, cuyo mandato finalizará el año próximo, llegó a preguntar por el motivo de esas sonrisas.

Fox y Chávez chocaron agriamente a raíz de las disímiles posturas defendidas en la última Cumbre de la Américas.

El mandatario mexicano deploró que su par venezolano hubiese hablado en la movilización contra el ALCA, que congregó a unas 40.000 personas en un estadio del balnearios argentino sede del encuentro.

Chávez replicó, llamando a Fox "cachorro del imperio" y lo acusó de "arrodillarse ante Washington", lo que hizo escalar el conflicto hasta llegar al borde de la ruptura de relaciones. Los respectivos embajadores aún siguen retirados de sus funciones.

Ese clima político hace de telón de fondo para las iniciativas de cooperación y asociación energética planteadas, como son la mesoamericana y la caribeña.

Colombia se encuentra entre ambas, por su situación geográfica y su condición de productor de petróleo y gas. Su presidente, Álvaro Uribe, quien a diferencia de Fox podrá buscar la reelección el año próximo, prevé reunirse con Chávez este sábado 17.

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