GRUPO DE LOS OCHO: Promesas y recomendaciones para mundo árabe

El Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos ofreció este viernes 3.000 millones de dólares para la reconstrucción de la economía palestina.

El primer ministro británico Tony Blair anunció ”un sustancial paquete de ayuda a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), de hasta 3.000 millones de doláres en los próximos años, para que puedan convivir en paz dos Estados, Israel y Palestina, dos pueblos y dos religiones”.

El dinero se empleará para apoyar planes de regeneración y reforma del gobierno en Palestina diseñados por James Wolfensohn, enviado especial para la retirada israelí de la Franja de Gaza del llamado Cuarteto, integrado por representantes de la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, que ha desempeñado un papel de mediación en el conflicto de Medio Oriente.

La decisión del G-8, integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia, coincide con demandas de influyentes compañías que hacen negocios en Medio Oriente.

”Son muy buenas noticias para la ANP, que necesita realizar una enorme cantidad de obras de infraestructura”, dijo a IPS James Lawday, director-general de la Asociación de Medio Oriente, que reúne a compañías activas en la región.

Un simposio realizado por la Asociación dos días antes de la cumbre envíó al G-8 el mensaje de que ”el comercio puede ayudar a restaurar la estabilidad en la región”, señaló Lawday, en cuya opinión esta suma de dinero relativamente pequeña es útil para apoyar la construcción de caminos e instalaciones portuarias y aeroportuarias.

Pero no todo el dinero se destinará a infraestructura física, y la declaración oficial del G-8 destaca que el trabajo de Wolfensohn ”debería complementar el del general William Ward sobre cuestiones de seguridad”. Ward, retirado del ejército estadounidense, asesora a la ANP sobre reestructura y mejoras de sus dispositivos de seguridad.

El G-8 no ha aclarado el mecanismo de aporte de los fondos, ni el cronograma previsto de su uso. Por ahora, el grupo se limitó a expresar que respalda ”la intención de Wolfensohn de estimular una contribución financiera global de hasta 3.000 millones de dólares”, y que está ”movilizando apoyo práctico a los esfuerzos” del enviado especial del Cuarteto.

El mundo árabe fue claramente un centro de preocupación en la cumbre de tres días realizada por el G-8, que comenzó el miércoles en la central localidad escocesa de Gleneagles. Eso no es sorprendente, dada la volatilidad de la situación en Iraq y del conflicto entre israelíes y palestinos, que se suma a incertidumbres en otros países.

Los Estados miembros del G-8 sostienen que la democratización y la liberalización son el camino para resolver las dificultades árabes, y también las que éstas causan a Occidente.

”Las elecciones nacionales en Afganistán, Iraq, Líbano y Palestina demuestran el valor de los principios e instituciones de la democracia, y también que ella es plenamente compatible con identidades y culturas nacionales”, afirmaron los participantes en la cumbre en un documento sobre ”un futuro común con la región del Medio Oriente ampliado y el Norte de Africa”, denominación que busca delimitar una región que incluya al conjunto de los países árabes.

Los países poderosos opinaron que el mundo árabe debería ”mejorar los procedimientos de gobierno, fortalecer el estado de derecho, combatir la corrupción, promover la igualdad de las mujeres y liberalizar los medios de comunicación”.

”Instamos a aumentar el progreso en esas áreas como un valor en sí mismo, pero también para estimular el crecimiento y las oportunidades en la economía, incluyendo la inversión privada necesaria para crear los millones de empleos que buscan los jóvenes de la región”, sostuvieron.

Pero también elogiaron a Jordania, Marruecos y Bahrein, tres países que no encajan en la categoría de democracias con estado de derecho, por su labor en el Foro para el Futuro que se realizó en diciembre en Rabat, con la intención declarada de construir una sociedad con el G-8.

”El establecimiento de una Red de Fondos, la creación de una Sociedad de Empresas Privadas de Medio Oriente y América del Norte, el lanzamiento de un Grupo de Inversiones, el desarrollo de un centro regional de excelencia microfinanciera y el continuo estímulo a empresas de la región” fueron destacados como expresiones concretas de esa sociedad.

Los gobernantes del G-8 dieron a conocer también una declaración sobre Iraq que reitera recientes acuerdos alcanzados por ellos sin mencionar sus discrepancias en la materia.

En ese documento se insta a aumentar en forma generosa el alivio de la deuda externa iraquí, y a hacer efectiva la asistencia a Bagdad prometida pero no concretada por varios países en la Conferencia de Madrid, que se realizó en 2003.

Por otra parte, el G-8 pidió a los países de la región que ”cooperen con Iraq para prevenir el tránsito y el apoyo a terroristas a través de sus fronteras, y para mejorar la seguridad regional”.

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