El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, impuso su ya conocido pragmatismo y decidió calificar a China como una economía de mercado, una categoría que la OMC aún no le reconoce, al recibir este viernes en Brasilia a su par de ese país, Hu Jintao.
La concesión tuvo como contrapartida la firma de 10 acuerdos que impulsarán el comercio bilateral, favoreciendo principalmente el sector de los agronegocios brasileños, e incrementarán fuertemente las inversiones y el turismo de China en Brasil.
Lula dijo que la alianza estratégica con China es una prioridad de su gobierno y que el comercio bilateral deberá duplicarse hasta 2007, alcanzando a 20.000 millones de dólares.
Brasil pretende exportar más carne de vacuno, pollos, minerales, frutas y jugos, además de productos de mayor valor agregado, señaló el presidente brasileño en la ceremonia de este viernes.
Por su parte, su ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Luiz Fernando Furlán, comentó que los acuerdos gubernamentales y los del sector privado entre los dos países permitirán elevar a 10.000 millones de dólares las inversiones chinas en Brasil en los próximos dos años.
Brasil pasa a ser un destino aprobado para el gobierno chino en materia de turismo, lo cual deberá elevar el flujo actual de 15.000 visitantes del país asiático al año para cerca de 100.000 en 2007, cantidad que representa 250 millones de dólares en ingresos, según el Ministerio de Turismo brasileño.
Pero lo que se busca es disputar un mercado codiciado. Actualmente 22 millones de chinos viajan fuera de su país cada año, según datos de la Organización Mundial de Turismo, y podrán ser 100 millones en 2020.
El reconocimiento de su economía de mercado socialista era el principal reclamo chino en esta visita presidencial, acompañada de unos 240 miembros del gobierno y empresarios.
Furlán dijo haber sido bombardeado por ese pedido 28 veces en los encuentros que sostuvo el miércoles y jueves con la viceministra de Comercio de China, Ma Xiuhong.
Pero técnicamente China no es una plena economía de mercado, había manifestado el ministro y diplomáticos brasileños. El reconocimiento sólo se concedería en una negociación equilibrada, dijo Furlán.
La decisión le tocó al presidente Lula, quien argumentó, según el mismo Furlán, que el libre mercado tampoco tiene vigencia en países ricos que lo defienden, como Estados Unidos, pero distorsionan el comercio con varias trabas, como subsidios y barreras.
El reconocimiento de Brasil tiene una gran importancia política para que China obtenga la mista respuesta de otros países. Es el primer país de grandes dimensiones a adoptarlo, siguiendo el ejemplo de Australia.
El ministro Furlán se apuró en tranquilizar los empresarios brasileños, señalando que Brasil no renunció a los instrumentos, como medidas antidumping, en caso de competencia desleal de las empresas chinas.
Pero con el reconocimiento, el país pierde la posibilidad de adoptar unilateralmente medidas de salvaguardia y otras formas de defensa de su industria, obligándose a seguir las reglas de la OMC (Organización Mundial de Comercio), que establecen prolongados procesos para condenar prácticas ilegales.
En los años 90 Brasil vio como su industria de paraguas era destruida por las importaciones del producto chino, en gran parte de contrabando, y tuvo que adoptar salvaguardias para proteger su industria de juguetes contra la competencia desleal asiática.
Esta y otras ramas industriales, como la de calzados y de ropas, temen mayor apertura a los competidores chinos, cuyos precios son muy bajos debido al menor costo de la mano de obra.
El contrabando de productos chinos es otra amenaza. La Fuerza Sindical, segunda mayor central de trabajadores de Brasil, promovió el jueves en Brasilia una manifestación de protesta contra la piratería, es decir la entrada ilegal, vía Paraguay principalmente, de bienes hechos en China y otros países asiáticos.
Brasil y China firmaron este viernes en Brasilia acuerdos que destraban las exportaciones brasileñas de carne de vacuno y de pollo, dirimiendo discrepancias en cuestiones sanitarias. También ampliarán su mercado en el país asiáticos los aviones y sus componentes brasileños.
En el área tecnológica, los dos gobiernos decidieron construir en conjunto un cuarto satélite de geoprocesamiento, que será lanzado en 2006, y vender sus imágenes a terceros.
Pero las inversiones chinas son un aspecto decisivo en la alianza estratégica. Los recursos naturales de que dispone Brasil, y que escasean en China ante su crecimiento económico acelerado, constituyen un factor de gran complementariedad.
China pretende arrendar tierras en Brasil para producir alimentos y materias primas para su población y gran parte de sus inversiones se destinarán a infraestructura de transportes, para asegurar el suministro. Minería, siderurgia, energía y biotecnología son otras áreas de cooperación prioritaria.
El acercamiento chino se intensificará con Brasil y América Latina, aseguró Jintao al ser homenajeado en el Congreso Nacional brasileño. Este será el siglo del Pacífico y de América Latina, declaró, recordando que el comercio entre su país y la región se multiplicó por seis entre 1993 y 2003, doblando en los tres últimos años y tiende a crecer mas aún.
El presidente Jintado subrayó también que su país alcanzó un producto interno bruto de 1,4 billones de dólares, 10 veces más que en 1978, asumiendo el sexto lugar entre las mayores economías del mundo, pero ocupando aún el lugar 110 en PBI per cápita.