Mejor ningún acuerdo que uno malo, solían decir los negociadores brasileños para rechazar las presiones a favor del libre comercio en América. Al parecer, los términos de la afirmación se invirtieron al tratar con la Unión Europea (UE).
Cancilleres de los países del Mercado Común del Sur (Mercosur) decidieron el sábado en Río de Janeiro hacer un último esfuerzo por sacar del callejón sin salida en que se encuentran las negociaciones con la UE, buscando una base mínima para un acuerdo comercial.
Ahora la consigna indica mejor un acuerdo, por más limitado que sea, que frustrar la construcción de la primera zona de libre comercio birregional entre dos bloques que buscan constituirse en mercados comunes.
El 20 de octubre, los ministros se reunirán con el comisario de Comercio de la UE, Pascal Lamy, en Lisboa. El encuentro se consiguió por mediación del ex primer ministro portugués, José Manuel Durao Barroso, quien presidirá la nueva Comisión Europea (brazo ejecutivo del bloque) a partir del 1 de noviembre.
El Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) presentará entonces un documento con su evaluación de la última propuesta de la UE, indicado sus insuficiencias principales y las condiciones mínimas indispensables para un acuerdo inmediato, informó el canciller brasileño Celso Amorim.
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El documento será elaborado en Brasilia este sábado en una nueva reunión de Amorim con sus pares Rafael Bielsa, de Argentina, Leila Rachid, de Paraguay, y Didier Opertti, de Uruguay.
Las últimas ofertas intercambiadas por los dos bloques a fines de septiembre fueron recíprocamente calificadas de inaceptables y decepcionantes, lo que echó casi por tierra la posibilidad de alcanzar un acuerdo antes del 31 de octubre, último día del mandato de la actual Comisión Europea.
Para el Mercosur, las propuestas europeas constituyeron un retroceso respecto de ofertas informales anteriores, pues imponen nuevas condiciones al aumento de cuotas de importación de algunos productos agrícolas y la desgravación de otros.
Del lado europeo se consideró, entre otros aspectos, demasiado limitada la apertura del Mercosur en el sector automotor, en servicios y compras gubernamentales, además de advertir las incertidumbres creadas por algunas cláusulas, como la exigencia brasileña de protección a sus indefinidas industrias nacientes.
Se intenta sin embargo alcanzar un acuerdo mínimo. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ordenó a sus diplomáticos persistir en el intento, pese al plazo más que exiguo.
Un acuerdo con la UE tiene un carácter político estratégico, además del comercial, señaló Amorim.
Algunas de las condiciones mínimas que exigirá el Mercosur son una mejora de las cuotas de importación de carnes de vacuno y de pollo, eliminando su aumento gradual parcelado en 10 años y pasándolas a la gestión de los exportadores, y no de los importadores, como quieren los europeos.
La reunión del 20 de octubre decidirá si aún es posible negociar detalles técnicos para un acuerdo inmediato o si se definirá un plan de negociaciones futuras. El peor escenario sería dejar el proceso sin un horizonte claro, observó Amorim.
Es mejor continuar la negociación con la nueva Comisión Europea que concluir un mal acuerdo el 31 de octubre, sostuvo el sector industrial brasileño, representado por la Confederación Nacional de la Industria (CNI).
En su evaluación, la CNI considera que en el cuadro actual la industria brasileña tendría poco para ganar en acceso al mercado europeo. Los efectos de la desgravación serían muy limitados, porque los aranceles cobrados por la UE en productos industriales son casi todos inferiores a cuatro por ciento.
Las negociaciones entre los dos bloques contrarían los intereses de la industria en el Mercosur y de la agricultura en la UE, ya que se trata de abrir sus mercados internos sin beneficios directos como contrapartida.
Aun así el sector industrial brasileño apoyó la negociación, porque si la agricultura y el agroindustria conquistan un acceso importante al mercado europeo, ello favorecería a la economía brasileña en su conjunto, según la CNI.
Pero estos beneficios inciertos y limitados, sumados a las discrepancias entre los dos bloques recomiendan postergar un acuerdo para no sacrificar sus ambiciones, opinaron los industriales brasileños, que defienden la continuación de la negociación revisando los intereses y límites de las dos partes.
Las ofertas europeas en el área agrícola, frustrantes por sus escasas concesiones, quitaron al sector del agronegocio del Mercosur fuerza para seguir presionando por un acuerdo aun limitado.
A la UE le falta el estímulo de la competencia con Estados Unidos por una mayor presencia en América del Sur, ante la parálisis del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, dijo a IPS Pedro Camargo Neto, representante del agronegocio como director de Asuntos Internacionales de la Sociedad Rural Brasileña.