ARGENTINA: Sigue proceso por hijos adoptivos de dueña de Clarín

La dueña del grupo periodístico Clarín de Argentina, Ernestina Herrera de Noble, adoptó en 1976 una niña y un niño que, se sospecha, son hijos de desaparecidos. Por esa causa estuvo detenida algunos días en diciembre de 2002. El proceso continúa, aunque la prensa de este país casi no informe al respecto.

La propia empresaria no descarta que sus hijos adoptivos, Marcela y Felipe Noble, hayan nacido de padres "desaparecidos" por el último régimen militar (1976-1983), reconoció a IPS el abogado de los jóvenes, Eduardo Padilla.

Pero Marcela y Felipe se niegan a un análisis genético que defina su filiación bajo las condiciones habituales que pide la organización de derechos humanos Abuelas de Plaza de Mayo.

Noble “nunca podría afirmar una cosa así”, respondió el abogado a la pregunta de si la empresaria estaba segura de que los jóvenes, hoy de casi 30 años, no son hijos de desaparecidos. “Ella cree que no son de las dos familias que los reclaman”, aclaró el letrado.

¿Podrían ser de otra familia cuyos hijos desaparecieron? Según Padilla, eso "no podrá saberse nunca". Marcela y Felipe "no tienen ningún interés de ninguna modificación de su situación de hijos adoptivos de la señora de Noble, que han logrado”, subrayó.

Ernestina Noble es directora y propietaria principal del grupo Clarín, al que pertenecen el diario de igual nombre, el Canal 13 de televisión abierta, la señal de cable Todo Noticias y Radio Mitre, además de contar con participación accionaria en otros medios de comunicación nacionales y provinciales.

Pero la investigación sobre sus hijos no se ventila en la prensa local.

El proceso para aclarar la identidad de Marcela y Felipe es impulsado por las familias de dos matrimonios desaparecidos o asesinados entre 1975 y 1976.

Roberto Lanuscou y Bárbara Miranda fueron secuestrados en septiembre de 1976 y muertos poco después. En el operativo para apresarlos, efectuado por fuerzas de seguridad en su propia casa, fueron asesinados dos de sus tres hijos, de cinco y cuatro años.

Los cadáveres de los cuatro aparecieron en 1984. Pero el de la hija menor, Matilde de seis meses en 1976, nunca fue hallado. Los familiares de Lanuscou y Miranda creen que podría ser Marcela Noble.

Enrique García fue asesinado en 1975. Su esposa, María del Carmen Gualdero, estaba embarazada cuando agentes de seguridad la secuestraron, en junio de 1976. Por coincidencias de fechas y testimonios, su familia estima que Felipe Noble podría ser el niño que alumbró durante su cautiverio.

Las dudas sobre la filiación de Marcela y Felipe Noble comenzaron 20 años atrás, con los primeros testimonios anónimos que llegaron a Abuelas de Plaza de Mayo, asociación dedicada a buscar a hijos de desaparecidos, que fueron secuestrados o que nacieron mientras sus madres estaban cautivas por el régimen militar.

Las Abuelas han logrado identificar a 78 de un total de 500 menores ilegalmente apropiados en ese periodo. La gran mayoría de los niños habían sido entregados a parejas de fuerzas de seguridad que los criaron bajo identidades falsas.

Sólo en 14 casos, niñas o niños fueron adoptados de buena fe por familias que, al cabo de las investigaciones, aceptaron que los menores se sometieran a análisis genéticos para conocer su verdadera identidad.

“Nosotros creemos que en este caso no hubo buena fe porque esta señora tuvo mucho que ver con la represión”, dijo a IPS la abogada de Abuelas, Alcira Ríos, que representa a las dos familias demandantes, Lanuscou-Miranda y García-Gualdero.

Ríos recordó las buenas relaciones en el período dictatorial de Noble con quien fue jefe de la policía de la oriental provincia de Buenos Aires, la más poblada del país, el fallecido Ramón Camps, procesado por graves violaciones a los derechos humanos, y con el entonces capellán de ese cuerpo, el arzobispo de La Plata, Antonio Plaza.

Tras muchos años reuniendo indicios y luego de fallidos intentos de las Abuelas por establecer un diálogo con Noble, en 2000 se inició el proceso. Ríos investigó el trámite de guarda —el expediente previo a la adopción definitiva— y encontró en él varias irregularidades.

Según Noble, la niña había aparecido en una caja en el jardín de su casa, y la jueza Ofelia Hejt —nombrada por la dictadura— se la dio en guarda con la presentación de sólo dos testigos que, según se supo en el juicio, eran el chofer de la empresaria y una vecina, que apenas repitieron el relato que ella les había efectuado.

Noble posee un pasaporte y fotografías de Marcela tomadas en el exterior que, por las fechas, prueban que “sin ninguna duda, no pertenece a la familia Lanuscou”, dijo el abogado Padilla.

Respecto del varón, según Noble, llegó con su madre al mismo juzgado de Hejt mientras ella se encontraba allí. Ese mismo día obtuvo la guarda de Felipe. Luego se supo que quien se presentó como madre biológica había exhibido un documento de identidad falso.

Por estas y otras irregularidades, el ex juez federal Roberto Marquevich ordenó en 2002 el arresto de Noble, de 78 años, por falsedad de documento público, falsedad ideológica y otros delitos. El magistrado fue recusado y destituido, pero el proceso continuó a cargo del juez Conrado Bergesio.

El abogado Padilla admitió que la jueza Hejt pudo haber sido “muy rápida” en entregar a los menores en adopción sin investigar su procedencia o buscar al resto de sus familiares. Pero eran los procedimientos habituales en esa época, justificó.

Además, “si hubo irregularidades fueron de la jueza, no de la señora” Noble, quien “adoptó de buena fe”, afirmó.

Bergesio no halló méritos para el procesamiento de Noble (fallo que no implica un sobreseimiento, sino la continuación de la búsqueda de pruebas) y pidió a sus hijos el análisis de ADN, bajo las condiciones que ellos pusieran.

Marcela y Felipe aceptaron efectuarse las pruebas, pero sin plazo y practicadas por el Cuerpo Médico Forense.

La parte demandante apeló ante la Cámara Federal de San Martín y, a fines de septiembre, ese tribunal de alzada ratificó la falta de mérito sobre Noble, pero dispuso que las pruebas se efectuaran compulsivamente y en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), un cuerpo establecido por ley a instancias de la organización Abuelas.

Un aspecto de la sentencia no fue favorable a esa asociación humanitaria, que había reclamado guardar las muestras de ADN en el BNDG y cotejar sus resultados con muestras de otras familias.

La Cámara Federal resolvió que los cotejos se efectuaran sólo con respecto a las dos familias interesadas en la filiación.

Por esa razón, la abogada Ríos apeló el fallo. “La ley que creó el BNDG dice que las muestras de ADN deben tomarse allí y quedar allí. Yo no puedo dejar firme esta sentencia porque es contraria a la ley que está por encima del supuesto derecho a la intimidad sobre los resultados”, explicó.

A su vez, la defensa de los Noble encontró insatisfactorio el fallo por el carácter compulsivo de los exámenes y por la obligación de guardar el resultado en el BNDG. “Los chicos habían aceptado hacerse el análisis en forma voluntaria”, dijo. "¿En qué plazo?", preguntó IPS, "El día que ellos quieran", respondió el abogado.

"Un banco de datos es para guardar datos, que es lo que los chicos no quieren”, así como rechazan que se revise todo su mapa genético.

“Las Abuelas, que no son parte en este juicio, quieren que dejemos los datos en el BNDG porque buscan tener esos datos, pero para eso hace falta otro juicio”, advirtió Padilla.

Ahora la Cámara de Casación es la que debe resolver.

El fallo de la cámara federal fue dividido. Uno de los tres jueces, Alberto Mansur, se explayó sobre “graves irregularidades del expediente” y las “sugestivas” relaciones de Noble con personajes conspicuos de la dictadura.

Mansur también señaló que aún permanecen desaparecidas 35 personas nacidas en 1976 y recomienda ampliar la investigación a esos casos para determinar el origen de los jóvenes, cuyas adopciones están en tela de juicio hasta que se determine si se cometió o no el delito de sustracción.

Si se comprobara que Marcela y Felipe fueron adoptados a sabiendas de su identidad de hijos de desaparecidos, Noble podría ser procesada por sustracción, supresión de identidad, retención y ocultamiento de dos menores de 10 años.

Pero el punto que se refiere a los alcances del estudio genético se presenta como el más débil para las Abuelas en el marco de este proceso.

Ríos anticipó que si la sentencia definitiva no es favorable, iniciará una nueva demanda, para obligar a comparar el ADN de Marcela y Felipe con todas las muestras genéticas de familiares de menores desaparecidos en 1976.

“A esta altura, con tantos artilugios, no tenemos dudas de que (los jóvenes) son nuestros. Nadie sabe quiénes son estos chicos, son NN, llegaron de la nada, no tienen identidad, no se sabe en qué hospital nacieron”, se explayó la abogada. “Son jóvenes víctimas de desaparición forzada”.

Por eso, arguyó, “no podemos arriesgarnos a aceptar que sólo se analicen (sus muestras) con las dos familias querellantes porque es muy aventurado decir de qué familias son”, explicó la abogada.

Padilla sostiene que los jóvenes “quieren terminar a toda costa y de una vez por todas” el proceso, pero quieren hacerlo “dignamente”.

“No les interesa dejar sus datos en un banco para que alguien pruebe si son o no son, porque eso no es esclarecer la verdad de nadie”, opinó.

Testimonios de sus terapeutas indican que Marcela y Felipe padecen problemas de salud mental, que “se los crearon las Abuelas con su demanda”, dijo el abogado.

“No todos los psicólogos opinan que lo mejor (para un hijo adoptivo) es conocer su identidad biológica. Hay quienes consideran que esa identidad puede estar absolutamente superada por la identidad que se crea” con la adopción, explicó.

Para forjar la identidad no es lo mismo un abandono que un secuestro, aventuró IPS. “Sí…depende para quién”, respondió el abogado.

“Acá se mezcla todo. Parecería que se pide el análisis ‘para que se conozca la verdad de lo que pasó en Argentina’. Pero, ¿qué tiene que ver lo que pasó en el país? ¿Va a cambiar lo que pasó en Argentina porque sean o porque no sean? La verdad de este país ya pasó, es historia”, concluyó.

Pero, al menos el capítulo de la identidad de Marcela y Felipe sigue abierto.

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