CHILE: Homenaje militar a Prats, 30 años después

El ejército de Chile rindió solemne homenaje al general Carlos Prats, al cumplirse 30 años del asesinato en Buenos Aires de quien fue su comandante y símbolo de la tradición constitucionalista de las Fuerzas Armadas de este país, rota con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

La ceremonia se llevó a cabo en el Cementerio General de Santiago, mientras en otro punto de la capital el ex dictador (1973-1990) y también ex jefe del ejército, Augusto Pinochet, era sometido a peritajes psiquiátricos para determinar si es imputable penalmente por crímenes cometidos en el marco del Plan Cóndor.

Sofía Prats, hija del general asesinado, reiteró en declaraciones a una emisora que Pinochet fue instigador del atentado terrorista que mató a sus padres, de acuerdo a la investigación realizada en Argentina por la jueza María Servini de Cubría.

”En el juicio está configurada su participación como autor y por esa razón en Argentina se pidió la extradición de Pinochet, que aquí no se concedió, ni tampoco fue sometido a proceso como el resto de las personas implicadas, por razones de salud”, señaló Sofía Prats, quien asumirá en breve como embajadora de Chile en Grecia.

La Corte Suprema de Justicia declaró en 2003 inimputable a Pinochet en el ”caso Prats”, invocando los controvertidos informes médicos sobre demencia senil del ex dictador con que cerró, el 1 de julio de 2002, el juicio que se le seguía por el asesinato de 58 presos políticos y la desaparición de otros 17, cometidos en 1973.

Ahora, el ex dictador, que encabezó el ejército desde agosto de 1973 hasta marzo de 1998, espera que los diagnósticos sobre su salud mental lo libren otra vez de la justicia, en un proceso para establecer su responsabilidad en el Plan Cóndor, el operativo coordinado de represión que se implantó en los años 70 en el Cono Sur de América.

El asesinato de Prats y de su esposa Sofía Cuthbert fue uno de los primeros actos del terrorismo de Estado sin fronteras que las dictaduras aplicaron durante las décadas de los años 70 y 80 en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.

El entonces coronel Manuel Contreras fue el promotor de la creación del Plan Cóndor, en su calidad de jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), policía secreta de la dictadura pinochetista, que llevó a cabo el asesinato de Prats y su esposa.

Ambos murieron en la noche del 30 de septiembre de 1974 en una calle del barrio Palermo de Buenos Aires, cuando el automóvil en que llegaban hasta su casa estalló mediante una bomba accionada a control remoto por el estadounidense Michael Townley, agente de la DINA.

Con un procedimiento similar, la dictadura chilena asesinó, dos años después en Washington, al ex canciller chileno Orlando Letelier y a su asistente, la estadounidense Ronni Moffit.

Prats asumió el mando del ejército en octubre de 1970 tras la muerte del comandante René Schneider, asesinado en una emboscada por un grupo de extrema derecha que quería impedir el acceso al gobierno del socialista Salvador Allende, ganador de las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de ese año.

Durante el gobierno de la Unidad Popular, coalición de comunistas, socialistas, socialdemócratas y cristianos de izquierda, Prats se empeñó en mantener al ejército al margen del polarizado escenario político, pero al mismo tiempo aceptó colaborar en iniciativas que buscaban la unidad nacional y la preservación de la estabilidad.

Así, fue ministro del Interior y en tal condición vicepresidente de la República, y luego ministro de Defensa, mientras en las Fuerzas Armadas se incubaba la conjura golpista que desembocaría en el cruento golpe de septiembre de 1973.

La posición constitucionalista de Prats era un obstáculo para los planes de derrocar a Allende, y el 23 de agosto de 1973 el general fue sacado de escena mediante una campaña de ataques personales instrumentada desde la derecha, en la que intervinieron activamente esposas de oficiales que se plegaron más tarde al golpe.

El 15 de septiembre de 1973 Prats y su esposa marcharon forzadamente al exilio en Argentina, para sufrir en Buenos Aires un permanente acoso de los aparatos de seguridad de la dictadura de Pinochet.

En vista de los riesgos que corría, el matrimonio Prats-Cuthbert intentó buscar refugio en algún país europeo, pero la embajada chilena en la capital argentina demoró interminablemente la entrega de nuevos pasaportes a la pareja que los había solicitado en febrero de 1974.

Treinta años después de esos asesinatos, el único condenado es el ex agente chileno de la DINA Enrique Arancibia Clavel, que cumple cadena de presidio perpetuo en Argentina.

En Chile, el caso se reabrió en enero de 2003 y el juez Alejandro Solís ha encausado ya a Contreras y otros siete oficiales retirados, además de la escritora y ex agente de la DINA Mariana Callejas, quien acompañó personalmente durante el atentado a Townley, quien entonces era su esposo.

Durante el discurso de este jueves ante la tumba de Prats, el actual jefe del ejército, Juan Emilio Cheyre, dijo que la fuerza rechaza el carácter sedicioso del crimen cometido hace 30 años y lamentó que el autor confeso del atentado goce de libertad ”protegido por la justicia internacional”.

Cheyre aludía a que Townley tiene en Estados Unidos la condición de testigo protegido, a la cual accedió en 1978 cuando aceptó colaborar con el FBI (Oficina Federal Investigaciones) en el esclarecimiento del asesinato de Letelier y Moffit.

Al acto de homenaje a Prats asistieron Michelle Bachelet y Soledad Alvear, quienes hasta el miércoles encabezaron respectivamente los ministerios de Defensa y Relaciones Exteriores y aparecen hoy como las más probables candidatas de la gobernante coalición de centroizquierda para las presidenciales de diciembre de 2005.

El primer gesto de reencuentro con el legado de Prats fue encabezado por Cheyre hace dos años, con una misa en su memoria. Más tarde, la fuerza castrense incluyó su foto en la galería de sus ex comandantes, así como su biografía en su libro oficial. (

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