BRASIL-CHINA: Cooperación nuclear abre sendas y heridas

La posibilidad de una amplia cooperación nuclear entre Brasil y China, discutida durante la visita del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva a Beijing, abre un ancho sendero de perspectivas, pero también de conflictos que agitan incluso el movimiento ambientalista.

El matrimonio en esa área sensible entre estos dos grandes países, uno como Brasil que es poseedor de grandes yacimientos de uranio y otro como China que pretende construir 11 centrales nucleares en los próximos 10 años para atender su inmensa población y un crecimiento económico acelerado, despierta sueños y temores.

Por eso el ministro brasileño de Ciencia y Tecnología, Eduardo Campos, trató de precisar este miércoles que nada está acordado y que su país no es ni tiene planes de convertirse en exportador de uranio.

Una nota oficial de su Ministerio buscó corregir distorsiones de los informes noticiosos, derivadas de una entrevista suya en la oriental ciudad china de Shanghai, como la de que Brasil negocia un acuerdo para la venta de uranio bruto a ese país.

El comunicado confirmó un encuentro de Campos con autoridades chinas en Beijing para discutir posibles avances en la cooperación científica y tecnológica, incluyendo la nuclear, entre otras áreas del conocimiento, como la espacial y las de biotecnología y bioinformática.

Pero Campos dejó claro que ”Brasil no participa en el comercio internacional de mineral de uranio”, en respuesta al interés manifestado por el gobierno chino en adquirir uranio no beneficiado y conocer la tecnología brasileña de su enriquecimiento.

Además Brasil afronta actualmente un proceso de revisión de su política para el sector, que depende de un estudio a ser finalizado en los próximos tres meses. Sólo después de definir un nuevo programa nuclear el país podrá adoptar decisiones sobre la cooperación, limitada a ”países que respetan las normas internacionales”.

Lo que se espera es que el asunto vuelva a discutirse en agosto, cuando visitará Brasil una misión del Comité de Ciencia y Tecnología para la Industria y la Defensa Nacional, de China.

El gobierno chino declaró también su interés en contar con la participación brasileña en la construcción de once nuevas centrales en el país asiático.

Brasil domina la tecnología de enriquecimiento del uranio por ultracentrifugación, pero no produce aún el combustible necesario para sus dos centrales nucleares, por lo cual debe importarlo.

Un acuerdo bilateral con China, según los términos firmados, podría ser ”una palanca decisiva” para el desarrollo del sector en Brasil, que comprende todo el ciclo del combustible, la construcción de nuevas centrales y producción de equipos, evaluó para IPS Aquilino Senra, profesor de Ingeniería Nuclear de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.

Lo ideal es que Brasil suministre uranio enriquecido, por el valor agregado, pero la venta del ”yellow cake”, producto de la primera fase de procesamiento del mineral, podría ”justificarse para la obtención de los recursos necesarios al desarrollo del sector”, sostuvo el experto.

Brasil posee la sexta mayor reserva de uranio del mundo, pero puede pasar el tercer lugar si amplia sus exploraciones, que hasta ahora cubrieron sólo 30 por ciento de su territorio, según Carlos Lessa, presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, una entidad estatal de fomento.

El país puede así producir combustible nuclear con su propio uranio, con ventaja sobre países industrializados que solo poseen la tecnología. A eso se suma la capacidad de construir centrales nucleares a costos y tecnología competitivos, según Senra.

A China le interesa tanto el uranio como la ingeniería nuclear brasileña, que ofrece costos más bajos y tecnología también competitiva, sostuvo. Brasil pasaría entonces a disputar el mercado mundial del sector, estimado en 20.000 millones de dólares anuales.

Ese casamiento tendría un impacto comercial, económico e incluso geopolítico, opinó Senra. Sumado a la cooperación aeroespacial entre Brasil y China, considerado un éxito ejemplar, contribuye a incrementar el peso internacional del bloque de los grandes países en desarrollo.

Sin embargo, activistas en defensa del ambiente reaccionaron negativamente a la posibilidad de un acuerdo en esa área, por favorecer el desarrollo del sector y la construcción de nuevas centrales en Brasil, ampliando los riesgos de desastres ecológicos.

Es ”un absurdo” los negocios que están surgiendo de la visita de Lula a China, dijo a IPS Kathia Vasconcelos Monteiro, coordinadora de la organización Amigos de la Tierra-Brasil.

Al acercamiento nuclear se suma el carbón mineral chino que Brasil importará por un acuerdo entre empresas de los dos países. Es un retroceso que discrepa de la ”visión de desarrollo sustentable” que se esperaba del actual gobierno brasileño, criticó.

”Vamos en la contramano del mundo” al fomentar la energía nuclear que otros países están abandonando, sentenció Sergio Dialetachi, de la organización internacional ambientalista Greenpeace en Brasil.

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