RELIGION-VATICANO: Herencia conservadora

Todo indica que el futuro papa, probablemente un latinoamericano o un italiano, mantenga el mismo perfil conservador que Juan Pablo II, pese a los muchos disensos que ello ha provocado en la propia Iglesia Católica.

A Juan Pablo II, el primer jefe de los católicos que no llegó de Italia en cuatro siglos, se le atribuyen acciones de central importancia más allá de su propia misión eclesial, como haber cumplido un papel clave en la oposición a los hoy desaparecidos regímenes comunistas de Europa central y oriental.

Sus constantes peregrinaciones, que lo han llevado a dar la vuelta al mundo unas 27 veces y visitado más de 100 países desde que fuera elegido papa el 16 de octubre de 1978, hicieron de él, en palabras del filósofo español Julián Marías, "la figura pública más importante del mundo desde 1978".

Así, durante sus 25 años de pontificado se destacan la primera visita como papa a su Polonia natal en 1979, cuando aún regía el sistema socialista, y su presencia en 1998 en Cuba, donde fuera recibido por el presidente Fidel Castro vestido de civil para la ocasión.

A pesar de su dinamismo y de su discurso contra las políticas que generan pobreza en el Sur, ha sido muy criticado por su visión conservadora y tradicionalista de oposición a los métodos anticonceptivos, al divorcio, a las uniones de homosexuales y a los derechos de las parejas que no han contraído matrimonio.

Juan Pablo II, nacido el 18 de mayo de 1920 como Karol József Wojtyla, es oriundo de la ciudad polaca de Wadowice, a pocos kilómetros de la meridional Cracovia. Huérfano de madre a los 9 años, practicó en su juventud algunos deportes, como el fútbol y el esquí, y cultivó una gran pasión por el teatro.

En 1938 se trasladó a Cracovia para estudiar filología polaca, pero de lo impidió la ocupación de su país el 1 de septiembre de 1939 por las tropas nazis del dictador alemán Adolfo Hitler, que abrieron las puertas a la segunda guerrall mundial.

Pero fue sólo en 1941, luego de la muerte de su padre, que Wojtyla consideró seguir la carrera eclesiástica. Al año siguiente ingresó al seminario clandestino de Cracovia y finalizó sus estudios en 1945, luego de la salida de los nazis de Polonia, y un año más tarde se ordenó sacerdote.

Nombrado arzobispo de Cracovia en 1964 y cardenal en 1967, fue elegido para suceder a Juan Pablo I el 16 de octubre de 1978, a los 58 años, lo cual lo convirtió en el papa más joven del siglo XX.

En 1981, en la plaza de San Pedro en Roma, un ataque a balazos del turco Mehmet Ali Agca estuvo a punto de acabar con su vida.

La delicada salud que soporta Wojtyla, a quien le fue diagnosticado el mal de Parkinson en 2001, ha generado diversas polémicas en estos últimos años. Muchos se preguntan si aún está en condiciones de gobernar la Iglesia Católica, que cuenta más de 1.000 millones de fieles y varios millones de religiosos.

No obstante las polémicas, Juan Pablo II parece determinado cumplir con su mandato hasta el día de su muerte.

Según el Anuario Pontificio 2002, una de cada seis personas en el mundo profesan la fe católica, casi 50 por ciento de las cuales viven en América, 27 por ciento en Europa, 12 por ciento en Africa, 10 por ciento en Asia y el restante uno por ciento en Oceanía.

Sin embargo, la distribución geográfica de los cardenales no representa esa situación.

Luego de la designación de 31 cardenales a fines de septiembre, el número de miembros del Sagrado Colegio Cardenalicio ascendió a 195, aunque sólo 135 de ellos tienen menos de 80 años y por tal están habilitados para elegir al nuevo papa en el cónclave.

Así, 40 por ciento de cardenales electores proviene de Europa, 23 de los cuales son italianos y sólo 28 por ciento reside en América, 24 de ellos latinoamericanos.

Observadores interpretaron la designación de los últimos 31 cardenales, meses antes de lo esperado, como un esfuerzo de Juan Pablo II por influir en la elección de su sucesor. Un último intento, dada su frágil salud, por asegurar que el siguiente papa siga su misma línea conservadora.

Sin embargo, también expertos entienden que un nuevo papa con esa misma manera de dirigir la Iglesia podría alejar a muchos fieles, para quienes es siempre menor la relevancia de la doctrina católica en sus vidas diarias.

La condena a las uniones homosexuales y al divorcio, la cerrada defensa del celibato de los sacerdotes y la negativa de abrir el sacerdocio a las mujeres son algunas de las posiciones del Vaticano, que buena parte de la comunidad católica considera hoy ya anticuadas.

Pero ha sido la prohibición de los métodos anticonceptivos artificiales lo que atrajo las críticas más feroces contra Juan Pablo II, en particular su rechazo al uso del condón debido a las terribles consecuencias que eso acarrea en países devastados por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

La Iglesia Católica difunde en las poblaciones de estos países la idea de que los condones no protegen adecuadamente contra la terrible enfermedad, sostuvo un informe divulgado este mes por la agencia británica de noticias BBC.

A pesar de todo ello, es improbable que el sucesor de Wojtyla sea un prelado progresista. En primer lugar, el colegio de cardenales está conformado por una mayoría conservadora, lo cual no es una sorpresa ya que sólo cinco de los cardenales electores no fueron designados por el actual Papa.

Además, las posibilidades del más emblemático de los liberales, Carlo Maria Martini, ex arzobispo de Milán, se redujeron drásticamente en el sínodo de obispos de 1999, cuando las reformas que pretendía introducir fueron ampliamente rechazadas.

Martini apuntaba a democratizar la Iglesia Católica, a través de un mayor poder de decisión de los obispos y de una figura papal menos autócrata.

Precisamente, Dionigi Tettamanzi, su sucesor en el arzobispado milanés, fue uno de los más enérgicos opositores de esa agenda reformista.

Por eso, desde entonces las posibilidades de Tettamanzi de convertirse en el sucesor de Juan Pablo II se incrementaron notablemente, y en la actualidad es el más serio candidato entre los italianos.

Los otros italianos que pueden ocupar la jefatura del Vaticano son dos importantes figuras de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia. Se trata de Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos, y de Angelo Sodano, el poderoso secretario de estado del Vaticano.

No obstante, observadores señalan con insistencia que el sillón del papa seguramente será para un latinoamericano. Los nombres más acreditados son el arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera, y su par de Tegucigalpa, Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga.

Otros latinoamericanos "papabiles" son el colombiano Darío Castrillón Hoyos y el peruano Juan Luis Cipriani.

Castrillón Hoyos, es el actual prefecto de la Congregación para el Clero y pertenece al partido de los defensores de la doctrina, con claro perfil para seguir la línea wojtyliana de firmeza en el campo de la moral católica.

Por su parte, Cipriani, ex arzobispo de Lima, es un representante del Opus Dei, la prelatura ultraconservadora nacida en el siglo XX en España y que goza de la simpatía de Juan Pablo II.

Aunque existen otros candidatos, como el arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, y el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, todo parece indicar que la sucesión se resolverá entre un italiano y un latinoamericano.

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