Brasil y Colombia, vecinos de escasas relaciones y dos de los países más violentos del mundo, ensayan un acercamiento de la mano de sus presidentes, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y el derechista Alvaro Uribe.
La visita de Uribe a Brasilia este viernes trató de unir intereses dispares para establecer una nueva cooperación bilateral, como se nota en el comunicado conjunto firmado por los dos mandatarios.
Algunas prioridades señaladas en ese comunicado corresponden a intenciones brasileñas, como la integración sudamericana, la creación de una zona de libre comercio entre la Comunidad Andina de Naciones y el Mercado Común del Sur (Mercosur), y el combate al hambre y la pobreza.
En cambio, el gobierno brasileño acogió preocupaciones centrales colombianas, como la determinación de combatir todas las formas de terrorismo, por todos los medios.
Los discursos y declaraciones de los dos presidentes a la prensa reflejaron sus distintas prioridades. Lula defendió la necesidad de incrementar el comercio bilateral, para generar empleos y equilibrar un intercambio actualmente desfavorable a Colombia.
Brasil obtuvo un superávit de 412 millones de dólares en su comercio con Colombia en 2001, y el total de intercambio bilateral sumó unos 800 millones de dólares.
Uribe aseguró que es imposible negociar con los grupos guerrilleros izquierdistas de su país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional, a los cuales condenó tajantemente como terroristas.
No hay otro camino sino derrotarlos, afirmó, descartando así cualquier hipótesis de negociación con grupos que no tienen ningún compromiso con la ética y los derechos humanos, y se oponen a la soberanía política, a la convivencia entre los pueblos y a las democracias.
Esas palabras echaron agua fría sobre las pretensiones brasileñas de impulsar una paz negociada en el país vecino, para lo cual Lula pidió una iniciativa mediadora al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan.
El presidente brasileño expresó solidaridad total con Colombia en el combate al narcotráfico y el terrorismo.
La violencia generada por el crimen organizado es un problema común, y la posible extensión de los conflictos colombianos al fronterizo territorio amazónico brasileño preocupa a Brasilia.
El gobierno brasileño cooperará al brindar a Colombia informaciones de su Sistema de Vigilancia de la Amazonia, un conjunto de radares, aviones y centros informatizados que comenzó a operar el año pasado para controlar el trafico aéreo y actividades ilegales en esa región.
Esa vigilancia, que se extiende a áreas amazónicas de países vecinos, puede ser muy útil en la lucha contra el tráfico de drogas y armas, y contra la guerrilla.
La colaboración entre los dos países tuvo un hito en 2001, cuando Colombia deportó a Brasil al narcotraficante Luis Fernando da Costa, más conocido como Fernandinho Beira-Mar, quien resultó herido en un enfrentamiento entre militares y guerrilleros en territorio colombiano.
Beira-Mar fué acusado de comandar los actos violentos que aterrorizaron Río de Janeiro en la última semana de febrero, entre ellos el incendio de 37 autobuses, que determinaron el cierre de comercios y escuelas en varios barrios ante amenazas de represalia, bombas y tiroteos.
Su presencia en Colombia fue considerada una prueba del vínculo entre guerrilla y narcotráfico, y se acusa a Beira-Mar de haber proporcionado armas a las FARC, a cambio de cocaína que enviaba a Brasil.
El creciente consumo en Brasil de cocaína, proveniente principalmente de Colombia, es señalado como una de las causas del aumento de la violencia criminal desde los años 70.
Las altas ganancias y las peculiaridades del narcotráfico y del comercio ilegal de armas fueron determinantes para la organización de la criminalidad en el país, según la antropóloga Alba Zaluar, de la Universidad Estadual de Río de Janeiro.
Brasil y Colombia, por caminos distintos, llegaron a ser dos de los países más violentos del mundo.
Colombia está muy adelante en esa macabra comparación, según Rubem Cesar Fernandes, coordinador de la organización no gubernamental Viva Río, que promueve a poblaciones pobres de Río de Janeiro concentradas en las favelas, barrios marginados y hacinados, en muchos casos dominados por narcotraficantes.
Es que Colombia, con más de 28.000 homicidios en 2002, registra 70 asesinatos por cada 100.000 habitantes, y supera largamente los 27 por 100.000 de Brasil, que se acerca a los 50.000 homicidios anuales pero tiene una población mucho mayor.
Pero esa es una comparación precaria, porque hay que considerar que Colombia sufre una guerra civil desde 1948, arguyó el sociólogo Glaucio Dillon Soares, que ha estudia la violencia en América Latina durante más de dos décadas.
Por otra parte, algunas grandes ciudades brasileñas, como las meridionales de Río de Janeiro y Sao Paulo, y la nororiental de Recife, ya registran índices cercanos o superiores a 50 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Por lo tanto, Brasil y Colombia tienen amplias posibilidades de cooperación contra la violencia, aunque la confrontación política armada sea en la actualidad exclusiva del país andino y fuente de discrepancias en la relación bilateral. (