NACIONES UNIDAS – El regreso a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump, el 20 de enero, puede ser otra calamidad para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sobre todo si el segundo mandato resulta ser una repetición de su primera presidencia (2017-2021) o si resulta peor, como hacen vislumbrar los primeros nombramientos de su equipo.
El historial de Trump incluye la retirada de Estados Unidos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la no consumada de la Organización Mundial de la Salud (OMS), amenazas contra los Estados miembros que voten resoluciones antiisraelíes y el recorte de fondos a una agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos con 72 años de antigüedad, la Unrwa.
Trump también se retiró del Acuerdo de París sobre cambio climático alcanzado en 2015, calificándolo de «engaño»; amenazó con «destruir totalmente» a un Estado miembro de la ONU, Corea del Norte; sometió el presupuesto anual de la ONU a una reducción de 285 millones de dólares para el bienio 2018-2019, e hizo intentos de echar por tierra el acuerdo nuclear iraní de 2015.
Trump desencadenó una reacción mundial cuando calificó a Haití y a las naciones africanas de «países de mierda»», lo que provocó las protestas de los 55 miembros de la Unión Africana. Trump también fue objeto de críticas por sus insultantes declaraciones de que «todos los haitianos tienen sida» y los nigerianos que visitan Estados Unidos «nunca volverían a sus chozas».
Y ahora, Trump ha prometido retirarse por segunda vez del Acuderdo de París, al que volvió su sucesor, Joe Biden nada más instalarse en la Casa Blanca.
¿Será una segunda presidencia de Trump una secuela igual de desastrosa que la primera? Como Karl Marx observó una vez: «La historia se repite, primero como tragedia, segundo como farsa».
«Cuando ocurre un acontecimiento histórico significativo con graves consecuencias, inicialmente se percibe como una tragedia, pero si el mismo tipo de acontecimiento vuelve a ocurrir más tarde, puede parecer casi cómico o absurdo porque la gente no ha aprendido de los errores del pasado», dijo.
¿Es capaz Trump de aprender de sus errores políticos del pasado?
Tras triunfar en las elecciones del 5 de noviembre, Trump eligió a la presidenta de la Conferencia Republicana de la Cámara de Representantes, la neoyorquina Elise Stefanik, para ser su próxima embajadora ante las Naciones Unidas. Se la describe como una persona de línea dura y una firme partidaria de Israel.
Según ella, los estadounidenses ven en la ONU una institución corrupta, caduca y paralizada, más apegada a la burocracia, los procesos y las sutilezas diplomáticas que a los principios fundacionales de paz, seguridad y cooperación internacional establecidos en su Carta.
«Debemos luchar por una ONU en la que no se espere que una nación pague la factura sin recibir a cambio ninguna responsabilidad o transparencia, en la que ningún déspota o dictador pueda juzgar a otros mientras desvía la atención de sus propios abusos de los derechos humanos, y en la que ninguna organización corrompida por personas como el Partido Comunista Chino pueda dictar convenciones y normas internacionales de gran alcance a todos sus miembros», ha afirmado.
James E. Jennings, presidente de Conscience International y director ejecutivo de Acadñemicos por la Paz de Estados Unisdos, dijo a IPS que este país se aproxima a un periodo de renovada agitación política en el interior, combinada con una política patriotera en el exterior, una combinación claramente peligrosa.
Las medidas desestabilizadoras con las que amenaza la segunda administración de Trump basadas en la retórica Maga (acrónimo en ingles de «volver a hacer grande a Estados Unidos otra vez»), dijo, incluyen recortar drásticamente el apoyo a la guerra de Ucrania, confrontar a Irán de manera belicosa y debilitar enormemente a las Naciones Unidas y sus organismos, incluso oponiéndose incluso al más mínimo salvavidas para Palestina.
«Es particularmente irritante que el próximo Congreso republicano parezca dispuesto -incluso entusiasta- a seguir el ejemplo de Israel cortando toda la ayuda a la Unrwa en las terribles condiciones actuales en Gaza, con consecuencias devastadoras para la vida humana y la supervivencia», planteo Jennings.
A su juicio, «los niños palestinos morirán desde el primer día, y el segundo día, y al día siguiente, y así día tras día sin final a la vista».
Es un hecho triste que la mayoría de los estadounidenses, incluidos muchos políticos, ignoren la geografía y la historia mundiales y, por tanto, las consecuencias en el mundo real de hacer la vista gorda ante las necesidades humanas en todo el mundo, afirmó.
«Llegados a este punto, solo el activismo por la paz en todas partes puede marcar la diferencia, incluidas, de manera importante, las organizaciones israelíes de activistas por la paz», afirmó.
Recordó que una de estas organizaciones «tiene un título apropiado-yeshgvul– ‘¡Hay un límite!’. Los activistas de todo el mundo deben levantarse. ¡Hay un límite!».
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Sobre si el secretario general de la ONU, António Guterres, está preparado para los posibles recortes de financiación que podrían producirse con la nueva administración Trump, su portavoz, Stéphane Dujarric, respondió: «No quiero adelantarme a cualquier decisión que pueda tomar la próxima administración (estadounidense)».
«Diría que en los últimos años el secretario general, creo, ha sido muy frugal en la gestión del dinero porque en los últimos años hemos vivido una crisis de liquidez que nos ha obligado a ser muy responsables en cómo se gasta el dinero… El secretario general trabajará con la próxima administración», abundó.
En cuanto a las relaciones entre Estados Unidos y la ONU bajo la primera presidencia de Trump, Dujarric dijo: «Lo que puedo decirle es que bajo la administración del presidente Trump hace cuatro años, el secretario general tenía muy buenas relaciones con el presidente».
El hecho de que tenían opiniones diferentes sobre una serie de cuestiones era evidente para todos, reconoció.
«Creo que el secretario general expuso sus opiniones. La administración estadounidense tenía sus políticas. Ello no impidió que el secretario general se comprometiera con el gobierno de Estados Unidos, como han hecho todos los secretarios generales anteriores», afirmó.
Purnima Mane, exdirectora ejecutiva adjunta y subsecretaria general del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), dijo a IPS que es realmente aleccionador reflexionar sobre el impacto de las elecciones presidenciales estadounidenses en la ONU.
«Hay una seria preocupación de que se repita lo que ocurrió entre 2017 y 2021, cuando Estados Unidos, reconocido hasta entonces como un fuerte defensor de la ONU, entró en una fase difícil en sus relaciones con la ONU», dijo.
Durante este periodo Estados Unidos mostró cautela, falta de confianza y, en ocasiones, hostilidad hacia el funcionamiento de la ONU.
Se retiró de acuerdos mundiales como el acuerdo de París de 2016 sobre el cambio climático y de organizaciones que había apoyado como la Unesco, amenazó a determinados Estados miembros y recortó el apoyo general de Estados Unidos a la ONU.
Fueron años difíciles, por no decir otra cosa, en lo que respecta a las relaciones entre Estados Unidos y la ONU.
En los últimos cuatro años, Estados Unidos ha mostrado un renovado compromiso con la ONU, pero el mundo actual está aún más dividido y necesita urgentemente que las naciones trabajen juntas para restablecer el orden mundial y llevar la equidad económica y social a aquellos que han sufrido sistemáticamente como resultado del caos que estamos viendo hoy en día, consideró Mane.
Con muchos países afectados por la inestabilidad política, los disturbios civiles y las guerras, y con el impacto negativo del cambio climático aún más palpable, dijo Mane, parece redundante afirmar que el mundo sigue necesitando una ONU aún más fuerte que reúna a los países para impulsar la estabilidad y el desarrollo mundiales.
Estados Unidos, añadió, desempeña sin duda un papel fundamental para que esto ocurra.
A su juicio, si vuelven los recortes de financiación, Estados Unidos se retira de más acuerdos y cualquiera de los cinco Estados miembros permanentes del Consejo de Seguridad promueve sus propias agendas a costa de los objetivos globales, «el caos que seguirá es inimaginable».
«En algunos casos, es de esperar que otros Estados miembros y fundaciones aumenten su propio apoyo y asuman un mayor liderazgo, pero en el actual clima económico y político en todo el mundo, no hay garantía de un apoyo o liderazgo sostenido y considerable», reflexionó Mane.
Mientras tanto, dijo, es probable que se pierdan muchas más vidas, que el desarrollo mundial disminuya y que losObjetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) se vean seriamente amenazados, y que se desperdicien los esfuerzos y las inversiones que tanto ha costado conseguir. «La gente de todo el mundo, incluido Estados Unidos, no se merece esto», añadió.
Martin S. Edwards, decano asociado para Asuntos Académicos y Estudiantiles de la Escuela de Diplomacia y Relaciones Internacionales de la Universidad Seton Hall, en New Jersey, dijo a IPS que hay dos desafíos para la ONU en su relación con el presidente Trump, y que no hay buenas soluciones para ninguno de ellos.
Hubo optimistas al comienzo de su presidencia que solo pensaron en la eficiencia: al presidente le gusta hacer tratos, y no hay mejor lugar para hacer tratos que la ONU. Así que, recordó, algunos argumentaron que la ONU se beneficiaría bajo Trump.
Pero esa opinión se topó con dos problemas: Primero, esta es una presidencia que no valora el multilateralismo, así que no hay mucho en lo que la ONU pueda trabajar con una Casa Blanca con Trump de inquilino. Sin un reconocimiento de intereses comunes, argumentó, «cualquier organización internacional pierde su punch (garra)».
En segundo lugar, e igualmente importante, planteó, el hecho de que la administración Trump se centre en deshacer el legado de los demócratas Baracj Obama y Joe Biden significa que dilapidará la confianza con los aliados, puesto que Estados Unidos ya no será visto como un país que cumple su palabra.
«Así que el presidente no va a pedir mucho a la ONU, y los miembros no van a pedir mucho a Estados Unidos», argumentó Edwards.
«Estados Unidos desde luego, no es una postura que beneficie a ninguna de las partes a largo plazo, y la cuestión de la financiación volverá a surgir con toda seguridad una vez que se desarrolle el proceso presupuestario en la Cámara de Representantes estadounidense», añadió.
Por su parte, Mane añadió: «Ojalá veamos este reconocimiento por parte de la administración estadounidense, pero es demasiado pronto para saberlo».
«Por desgracia, la historia se repite a menudo, y hasta ahora la retórica de la campaña presidencial no ha sido alentadora en ese sentido, aunque podríamos sorprendernos gratamente al descubrir que, con la persuasión y la presión mundiales, y tras reflexionar y considerar los riesgos que corre el mundo, incluido Estados Unidos, prevalecerá el sentido común», analizó.
Sin duda, dijo, Estados Unidos querrá seguir siendo visto como una nación que desempeña un papel de liderazgo a nivel mundial y desea mantener y aumentar su propio desarrollo.
«Esperemos que esto ayude a Estados Unidos a desempeñar su papel en el fomento de la ONU como una institución que garantiza y mejora el desarrollo mundial y nacional, sin considerar que uno quita al otro», concluyó Mane.
T: MF / ED: EG