Opinión

La peligrosa ley anti LGBTI de Georgia

Este es un artículo de opinión de Andrew Firmin, redactor jefe de CIVICUS, la alianza internacional de la sociedad civil.

Imagen: Vano Shlamov / AFP via Getty Images

LONDRES – El partido gobernante de Georgia ha puesto a las personas Lgbtiq+ en la línea de fuego antes de las elecciones del 26 de octubre. El 17 de septiembre, el Parlamento dio su aprobación definitiva a una ley muy discriminatoria que faculta a las autoridades a imponer duras medidas en contra de ese colectivo.

Entre para esas facultades está censurar libros y películas con contenido Lgbti+, impedir que se traten temas Lgbti+ en las escuelas, prohibir que la gente enarbole banderas del arco iris e impedir los actos del Orgullo.

La ley excluye a las personas Lgbtiq+ de la adopción de niños, prohíbe la cirugía de afirmación de género y se niega el reconocimiento de los matrimonios entre personas del mismo sexo celebrados en el extranjero.

Última novedad preocupante

La ley anti lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, intersexuales y más  (Lgbti+) de Georgia incumple un amplio abanico de compromisos internacionales en materia de derechos humanos.

Y es un país reincidente: en mayo se convirtió en ley un proyecto que designa a los grupos de la sociedad civil y de los medios de comunicación que reciben al menos 20 % de su financiación de fuentes internacionales como «defensores de los intereses de una potencia extranjera».

El autor, Andrew Firmin

Esa ley «agentes extranjeros» permitirá el vilipendio, alimentará la sospecha pública y atará a las organizaciones a largos procedimientos de cumplimiento.

La presidenta del país, Salome Zourabichvili, independiente del gobernante partido  Sueño Georgiano, vetó el proyecto de ley de agentes extranjeros, calificándolo de una «ley rusa», recogiendo también la opinión del movimiento de protesta masiva que se levantó para oponerse a ella.

Pero los poderes presidenciales son débiles, y el Parlamento revocó rápidamente el veto.

Zourabichvili es la última presidenta de Georgia elegida por sufragio directo, ya que los futuros presidentes serán elegidos por el Parlamento cuando termine su mandato en octubre.

La mandataria también se ha comprometido a vetar la ley contra la comunidad Lgbti+. Pero parece segura una anulación parlamentaria similar al veto emanado del Ejecutivo

Sueño Georgiano considera que su ley anti Lgbti+, conocida internamente como ley sobre «valores familiares y protección de menores», es necesaria para defender las «normas morales tradicionales».

También afirma que su ley sobre agentes extranjeros es necesaria para impedir que financiadores internacionales patrocinen la «propaganda Lgbti» y fomenten la revolución contra los valores georgianos.

Ambas leyes forman parte de un creciente clima de hostilidad estatal hacia la sociedad civil, en un país que antaño destacaba por ser un Estado exsoviético que respetaba ampliamente las libertades cívicas.

El año pasado, la Plataforma de la Sociedad Civil Unión Europea (UE)-Georgia -un organismo creado dentro de las negociaciones para la posible adhesión del país a la UE- criticó la sostenida campaña de desprestigio del gobierno contra la sociedad civil.

La organización gubernamental internacional Freedom House señaló también el aumento del acoso y la violencia contra los periodistas.

La ley anti Lgbti+ refleja una reafirmación de la influencia de la Iglesia Ortodoxa Georgiana, religión dominante en el país, y un mayor alineamiento con Rusia.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

La ley de agentes extranjeros imita a la introducida en Rusia en 2012, que allanó el camino para una intensa represión de la sociedad civil, mientras que la ley anti Lgbti+ de Georgia es también sorprendentemente similar a la aprobada en Rusia en 2013, que se ha utilizado ampliamente para criminalizar y silenciar a las personas Lgbti+ en ese país.

Ambas leyes solo pueden alejar aún más al país del proclamado objetivo de ingresar en la UE.

Sitúan a Georgia en una bifurcación: el gobierno y la Iglesia la consideran claramente un país socialmente conservador que pertenece legítimamente a la órbita de Rusia.

Pero otro sector -donde se engloban numerosas personas, en su inmensa mayoría jóvenes, que han protestado y se han enfrentado a la violencia estatal a cambio- representan una identidad georgiana diferente: democrática, integradora y europea.

Difamación y violencia

La hostilidad ha dificultado que las personas Lgbtiq+ de Georgia reivindiquen su visibilidad.

El año pasado, violentos ataques de extrema derecha obligaron a cancelar el desfile del Orgullo de Tiflis. Las autoridades no han garantizado sistemáticamente la seguridad de los participantes.

Cuando la gente marchó por primera vez el 17 de mayo de 2013, fue atacada por una turba que incluía a miembros del clero. En 2021, grupos extremistas también atacaron a periodistas que cubrían la jornada, mientras la policía se mantenía al margen sin hacer nada.

En 2014, un año después de que el Orgullo se movilizara por primera vez, la Iglesia declaró el 17 de mayo -Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia- Día de la Pureza Familiar, efeméride señalada con un día festivo.

Este año, el primer ministro, Irakli Kobakhidze, se unió a miles de personas en la marcha del Día de la Pureza Familiar en Tiflis. En tanto,  el nivel de hostilidad fue tal que los organizadores del Orgullo de Tiflis decidieron celebrar únicamente actos virtuales.

A las personas Lgbti+ se les negó la oportunidad de hacer precisamente aquello para lo que existen los actos del Orgullo: afirmar su visibilidad y normalizar su presencia pública.

La nueva ley revierte algunos de los recientes avances logrados por la sociedad civil en la modificación de los valores sociales homófobos, en especial entre los jóvenes, que muestran actitudes más tolerantes.

Pero ahora la ley tendrá el efecto que legislaciones similares han tenido en otros lugares: dar luz verde a la estigmatización, el vilipendio y la violencia.

Los activistas han señalado el reciente asesinato de una de las pocas personas transgénero de alto perfil del país, la modelo Kesaria Abramidze, como una sombría señal de lo que puede venir. Los grupos extremistas no pueden sino envalentonarse, seguros de que la ley está de su parte cuando cometen actos de odio.

Las próximas elecciones

El partido Sueño Georgiano aspira a un cuarto mandato consecutivo cuando el país acuda a las urnas el 26 de octubre. Con la oposición dividida, parece seguro que volverá a ser el más votado.

Pero su apoyo cayó en las últimas elecciones y los sondeos de opinión sugieren que ha perdido más votos desde entonces. Posiblemente preocupado por mantener su mayoría, ha optado por denigrar a un grupo de personas ya excluidas.

Puede que Sueño Georgiano piense que la hostilidad hacia las personas Lgbtiq+ y los grupos de la sociedad civil es un territorio electoral más seguro que una postura más explícitamente antioccidental y prorrusa.

Pero sus recientes decisiones indican cómo gobernará si su estrategia electoral da resultado: no defendiendo los derechos de todos los georgianos, sino anteponiendo los intereses de sus partidarios socialmente conservadores y adaptando las políticas para complacer a Vladimir Putin.

Sueño Georgiano sigue defendiendo de boquilla la idea de entrar en la UE, pero el multimillonario, financista del partido y su líder entre bastidores, Bidzina Ivanishvili, dejó clara recientemente su postura, acusando a los países occidentales de formar parte de una conspiración mundial para arrastrar a Georgia a una repetición de su malhadada guerra de 2008 con Rusia.

Las relaciones entre Georgia y Rusia se han calentado desde que Rusia lanzó su guerra total contra Ucrania en 2022.

La UE, por su parte, reaccionó a la ley de agentes extranjeros suspendiendo la ayuda financiera y las negociaciones de adhesión de Georgia. Debe adoptar una postura firme y dejar claro que no se permitirá la adhesión de Georgia hasta que se reconozcan los derechos humanos de toda su población y se respete a la sociedad civil.

Andrew Firmin es redactor jefe de Civicus, codirector y redactor de Civicus Lens y coautor del Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil de la organización.

T: MF / ED: EG

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