NACIONES UNIDAS – La crisis climática amenaza la vida, el sustento y la atención médica de 41 millones de personas que viven en zonas costeras de baja altitud en América Latina y el Caribe, indicó en un reporte este martes 28 el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).
El análisis de datos realizado por el Fondo revela que esa cantidad de personas, seis por ciento de la población en la región, están expuestas a tormentas e inundaciones que ponen en riesgo la vida, la actividad económica y el acceso a servicios.
Utilizando imágenes de satélite, datos geoespaciales y estimaciones de población, el Unfpa identificó a las comunidades costeras más expuestas a riesgos, como huracanes y otras tormentas, que se están volviendo más frecuentes y severas a causa de la crisis climática.
Las secuelas de los eventos climáticos extremos a menudo llevan a inundaciones generalizadas que destruyen tanto hogares como negocios, y que perturban servicios esenciales, incluida la atención médica.
Las mujeres y las niñas son a menudo afectadas de manera desproporcionada, desplazadas de sus comunidades y espacios seguros, y sin poder acceder a servicios de planificación familiar, partos seguros o protección contra la violencia de género.
Natalia Kanem, directora ejecutiva del Unfpa, resaltó que “el cambio climático impacta más fuertemente a las mujeres y las niñas, y exacerba las desigualdades existentes”.
“Millones de mujeres y niñas en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, que son las menos responsables de la crisis climática, pagan un alto precio cuando desastres relacionados con el clima golpean e interrumpen servicios esenciales de salud y protección, así como los modos de ganarse el sustento”, dijo Kanem.
El análisis del Fondo mostró que 1448 hospitales vitales para la salud materna y la planificación familiar se encuentran en áreas costeras de baja elevación, las más propensas a los desastres naturales.
En la neerlandesa Aruba y las británicas Islas Caimán, así como en Bahamas, Guyana y Surinam, más del 80 % de los hospitales están en áreas costeras de baja elevación.
En otras zonas del Caribe y América Latina, los países con el mayor número de hospitales en áreas costeras de baja elevación son Brasil, con 519 instalaciones (7,2 %), México con 159 (5,4 %), Haití con 133 (10 %) y Ecuador con 130 (11,9 %).
El Unfpa presentó esos datos a la cuarta conferencia de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (Peids), que se realiza en Antigua y Barbuda, del cinturón de países caribeños cíclicamente afectados por desastres causados por huracanes.
La conferencia coincide con el inicio de la temporada de huracanes que se forman en el Atlántico y toman rumbo al oeste. Para este año se espera una veintena a partir de junio, y entre tres y siete de esos fenómenos pueden ser de gran fuerza, según advirtió la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Los 39 Peids están llamando a mayor cooperación internacional para encarar tres cuestiones que afectan sus territorios y poblaciones: la crisis climática, el peso de la deuda y la necesidad de mejorar sus sistemas de salud.
La crisis climática representa una amenaza existencial para los Peids. En varios de ellos -Bahamas, Surinam y Guyana-, más de 80 % de la población vive en áreas costeras de baja elevación, hasta no más de 10 metros sobre el nivel del mar.
El Unfpa sumó sus llamados a mayores inversiones y ayuda técnica, para mejorar la recopilación de datos sobre el impacto de la crisis climática en las mujeres y las niñas, y para apoyar a los países vulnerables a construir sistemas de salud resilientes.
“Necesitamos inversiones a escala y específicas, que salvaguarden sus derechos y fortalezcan su capacidad de adaptación”, insistió Kanem.
El Unfpa utiliza su datos de población, con imágenes satelitales y datos geoespaciales, para proporcionar información crítica sobre comunidades vulnerables a los equipos de respuesta humanitaria, como hizo en Honduras durante el huracán Iota en 2020.
Esos modelos de población también han sido utilizados para identificar poblaciones en mayor riesgo por inundaciones fluviales cerca de la frontera entre Panamá y Costa Rica, así como para mapear la exposición de la población de San Vicente y las Granadinas a las erupciones volcánicas.
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