Los refugiados, los más vulnerables en la crisis de inseguridad alimentaria

Muhindo y su esposa Harriet, junto a sus hijos, se encuentran entre las nuevas oleadas de personas que abandonan la República Democrática del Congo tras los enfrentamientos entre comunidades en el suroeste del país. Las agencias de la ONU han pedido una acción determinada para apoyar la seguridad alimentaria de los refugiados. Foto: Acnur

NACIONES UNIDAS –  Representantes de agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de varios países pidieron una acción más sustantiva e integral para apoyar a los refugiados y a los desplazados internos en medio de la actual crisis alimentaria mundial.

En una mesa redonda organizada conjuntamente por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Misión Permanente de Suiza ante las Naciones Unidas, se analizaron soluciones innovadoras para combatir la escasez de alimentos y aumentar la capacidad de los refugiados.

El encuentro fue un paso previo a una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la crisis de la seguridad alimentaria mundial y la necesidad de adoptar medidas para protegerla.

El panel coincidió con el lanzamiento de un alarmante informe que destaca que unos 45 millones de personas, en 19 puntos críticos del planeta, están en una situación de hambre aguda y necesitan asistencia urgente, que fue elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el PMA.

La inseguridad alimentaria se ha convertido en un enorme problema. En 2019, el PMA estimó que 145 millones de personas se enfrentaban a una inseguridad alimentaria aguda. Ahora la organización predice que 345 millones de personas se enfrentan a la inseguridad.

La combinación de las crisis del cambio climático, la pandemia de covid-19 y los conflictos ha llevado a varios países, como Somalia, Afganistán, Etiopía, Sudán del Sur y Yemen, a un riesgo muy real de hambruna.

“La acción contra la inseguridad alimentaria es hoy más importante que nunca”, dijo Valerie Guarnieri, subdirectora ejecutiva del PMA, durante el panel, que integra la catarata de actividades en la ONU en Nueva York, durante la semana inaugural de la 77 Asamblea General de las Naciones Unidas, que comenzó el martes 20.

Entre las personas especialmente vulnerables a los efectos negativos de la inseguridad alimentaria están los refugiados y los desplazados internos.

Raouf Mazou, alto comisionado auxiliar para las Operaciones de Acnur y moderador del panel,  explicó que la mayor vulnerabilidad de los refugiados se debe principalmente a la naturaleza del desplazamiento y a la pérdida de las redes de seguridad comunitarias que provocan ese desplazamiento.

“Cuando huyen, muchos refugiados venden o se ven obligados a dejar atrás sus bienes y su viaje hacia la seguridad suele estar lleno de peligros. Los sistemas de apoyo familiar y comunitario se rompen. Suelen perder sus ingresos y a menudo no les queda más remedio que emplear dañinas estrategias como mecanismos de supervivencia”, dijo.

Esos mecanismos de supervivencia se refieren a las tácticas que una familia o comunidad emplea para compensar la pérdida de ingresos. En respuesta a los confinamientos durante la pandemia, Acnur informó de casos de sexo transaccional, matrimonio precoz, reclutamiento de niños y trata de personas en todas sus formas.

Yoseph Kassaye (I), representante permanente adjunto de Etiopía ante la ONU, y Raouf Mazou, alto comisionado auxiliar para las Operaciones de Acnur, durante el panel sobre el impacto de la inseguridad alimentaria entre los refugiados, celebrado en la sede de la ONU en Nueva York. Foto: Juliet Morrison / IPS

Para Mazou, estos problemas apuntan a la necesidad de centrar la protección en los esfuerzos de los gobiernos y las oenegés para abordar la seguridad alimentaria.

También debe prestarse especial atención a la situación específica de las mujeres y las niñas, afirmó. En la búsqueda de alimentos, las mujeres y niñas desplazadas corren un mayor riesgo de sufrir violencia sexual, violencia dentro de las parejas y matrimonios infantiles y forzados.

En las regiones de Somalia afectadas por la sequía, la violencia de género ha aumentado 200 % desde 2021, señaló Mazaou a título de ejemplo. Consideró que son distintos los factores que  pueden conducir a la violencia cuando una comunidad se enfrenta a la inseguridad alimentaria.

“La inseguridad alimentaria aumenta el riesgo de violencia, abandono y explotación y abuso de los niños. Las niñas pueden abandonar la escuela en un porcentaje mayor que los niños cuando las familias no pueden pagar las tasas escolares de todos sus hijos. Los hogares que envían a los niños en busca de comida a trabajar en los pastos para el ganado los exponen a mayores riesgos”, subrayó el representante de Acnur.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

La crisis alimentaria también está afectando a la capacidad de los países de acogida para atender a los refugiados.

Etiopía, el tercer país de acogida de refugiados en África, está al borde de la hambruna. El país se ve obligado a hacer frente a la histórica sequía que azota la región del Cuerno de África, lo que está amenazando gravemente sus redes alimentarias.

Yoseph Kassaye, representante permanente Adjunto de Etiopía ante la ONU, subrayó la crisis y la presión que ella impone sobre la capacidad del país del este de África para proteger a los refugiados.

La sequía ha acabado con importantes fuentes de alimentación de las que dependen los refugiados, como el ganado y los pozos de agua. Kassaye explicó que la falta de recursos naturales hace que los refugiados solo puedan depender de la ayuda humanitaria.

Sin embargo, esa ayuda también está en peligro. Como resultado de las restricciones de financiación, en junio, el PMA tuvo que reducir en 50 % sus raciones para los refugiados en Etiopía.

“Es realmente preocupante saber que el nivel de apoyo de las agencias humanitarias internacionales ha disminuido debido a la escasez de fondos. En nuestra opinión, es necesario tomar medidas urgentes si queremos responder a las personas que necesitan ayuda de manera oportuna y eficaz”, dijo Kassaye.

Citando estadísticas interrelacionadas, Guarnieri, del PMA, destacó la importancia de una mayor ayuda humanitaria. Pero también subrayó las iniciativas que aumentan la capacidad de las poblaciones de refugiados y de los países de acogida.

“Tenemos que hacer todo lo posible, como PMA y Acnur, como comunidad internacional, para satisfacer estas necesidades urgentes de alimentos y estas necesidades desesperadas de protección”, dijo la subdirectora ejecutiva del PMA.

Pero, añadió, “nunca vamos a ser capaces de ponernos al día con la situación a menos que también invirtamos en la construcción de la resiliencia en el apoyo a los medios de vida y el fortalecimiento de la autosuficiencia de las poblaciones que han sido desplazadas por la fuerza y que buscan refugio en otros países».

Guarnieri también destacó el poder de la colaboración entre sectores. Un ejemplo de ello es el centro conjunto del PMA y la Acnur, una colaboración entre organismos y gobiernos para apoyar a los refugiados mediante soluciones y políticas innovadoras.

Creado en 2020, ese centro ha trabajado en varios proyectos. Uno de ellos, con el gobierno de Mauritania, tuvo como resultado la inclusión de los refugiados provenientes de Malí en su plan nacional de protección social, haciendo que los refugiados pudieran optar a los fondos de transferencia de efectivo para los hogares vulnerables.

Dorte Verner, economista agrícola principal de la Práctica Global de Agricultura y Alimentación del Banco Mundial, planteó otra solución innovadora para impulsar la producción de alimentos: la cría de insectos.

Según Verner, la cría de insectos tiene un enorme potencial para hacer frente a la inseguridad alimentaria en las comunidades vulnerables, ya que no requiere tierra cultivable y muy poca agua, y no provoca ninguna pérdida de biodiversidad. Estas características, afirmó, hacen que pueda practicarse incluso en los campos de refugiados.

“La inserción en la agricultura puede proporcionar a los desplazados las habilidades que necesitan para producir en el lugar donde se encuentran, y pueden llevarse estas habilidades como capital humano a donde vayan después. Ello puede contribuir a aliviar la inseguridad alimentaria y nutricional de los desplazados forzosos y de la comunidad de acogida», aseguró el economista.

En la clausura de la reunión, los participantes coincidieron en la necesidad de aprovechar los compromisos que se están asumiendo para abordar de forma significativa la inseguridad alimentaria.

Un representante de Irlanda afirmó que es necesaria una acción global del Consejo de Seguridad para abordar de forma significativa el problema de la inseguridad alimentaria, porque tiene un peso creciente en la seguridad mundial.

Si no se analiza profundamente “que está impulsando esta inseguridad”, a su juicio

“Si no analizamos qué es lo que está impulsando esta inseguridad en primer lugar. Entonces, ya sabes, vamos a estar persiguiendo nuestras colas todo el tiempo porque los problemas están empeorando», dijo.

Pidió que el Consejo de Seguridad aborde profundamente el asunto.

Para el representante de Dublín, las agencias humanitarias de la ONU hacen su parte, pero el Consejo de Seguridad tiene que hacer el suyo.

“Eso significa responder con prontitud cuando veamos que se avecinan las crisis, pero también significa responder, sobre todo para proteger a los civiles, y las crisis y reunirse para asegurarse de que las cosas se sitúan en el centro de nuestra respuesta”, insistió.

ED: EG

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