Las dudosas exportaciones de tiburones mexicanos bajo la Cites

Este es el primero de dos artículos sobre los problemas de la captura y comercio de tiburones en México, elaborados con el apoyo de Wilson Center y Earth Journalism Network (EJN).

La ciudad de La Paz, capital del estado de Baja California Sur, en el noroeste de México, es uno de los epicentros de captura de escualos y cuyos productos se destinan a los mercados locales, como el Nicolás Bravo, donde un expendedor limpia pescado capturado ese mismo día, en julio de 2021. Foto: Emilio Godoy /EJN-IPS

LA PAZ, México – En el campamento pesquero de El Teniente, cerca de La Paz, en el noroeste de México, las lanchas van y vienen a lo largo de la mañana. Allí descargan los productos que se venderán en los mercados pesqueros urbanos. Para perseguir a los tiburones, los pescadores navegan hacia la isla de Espíritu Santo, a unos 30 kilómetros de esta capital del estado de Baja California.

Desde al menos 2016, México se ha convertido en un fuerte vendedor de aletas de tiburón a China y Hong Kong, amparado por los mecanismos de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites). En el mercado asiático, las aletas son muy cotizadas y se utilizan para preparar sopa y otros platillos.

Un pescador mexicano recibe poco más de dos dólares por kilo de tiburón, pero la aleta seca puede costar más de 70 dólares en Hong Kong, según reportes periodísticos y científicos recientes.

Datos de la Cámara Nacional de las Industrias Pesquera y Acuícola indican que la venta de aleta representa entre ocho y 12 por ciento del ingreso del productor.

Pero los registros de los envíos al exterior y los registros de Cites exhiben divergencias y, al ser comparados, revelan discrepancias que alimentan dudas sobre si las aletas provienen realmente de México.

En 2016, México mandó 6401,07 kilos de aleta seca de tiburón martillo común a Hong Kong,  que reportó la importación de 6402,66; además de 20 088,8 kilos de cornuda prieta, de los que el territorio insular registró la importación de 10 425,25. Además, exportó dos kilos a Estados Unidos, reportados por ese país pero que no aparecen inscritos en la Base de Datos de Comercio de Cites.

Al año siguiente, el país envió 8286,61 kilos de aletas de tiburón martillo a Hong Kong, que solo reportó el ingreso de 3502,05; de cornuda prieta, 10 153,9, pero la isla solo reportó 5978,25. Estados Unidos importó un kilo, sin rastro en Cites.

En 2018, se repitió la historia, pues Hong Kong registró la entrada de 833,25 kilos de aleta de tiburón martillo, sin inscripción ante Cites. Además, aparecen 45 kilos vendidos a Estados Unidos, en circunstancias similares. Esa misma nación importó 123 kilos de aleta de cornuda gigante, sin aparecer en Cites. Por su parte, México exportó 1821 kilos de cornuda prieta a Hong Kong, sin rastro ante Cites.

En 2019, Hong Kong recibió 3430,6 kilos de aleta de tiburón martillo, sin reporte ante Cites. Asimismo, la isla captó 1354,1 kilos de cornuda gigante y 3911,77 de cornuda prieta, sin inscripción en Cites.

La Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) no autorizó en 2020 envíos de aleta a China, pero en las estadísticas comerciales nacionales aparece la venta de 6407 kilos a esa nación asiática. Las exportaciones necesitan un permiso especial para cumplir con los requisitos de Cites.

Hasta abril último, México había exportado 55 674 kilos de aleta a Hong Kong, 7701 a China y 536 a Alemania.

Estas cifras muestran un aumento creciente de las exportaciones de aletas de tiburón a China y Hong Kong, fallas en los registros de Hong Kong y México y la probabilidad de que aletas ilícitas pasen por los canales de comercio legítimo hacia el mercado asiático.

La pesca ilícita consiste en una serie de actividades como captura sin permiso, fuera de temporada, caza de especies prohibidas, utilizar artes de pesca proscritas o no declarar o dar información falsa sobre los volúmenes y las especies capturadas.

Para Alejandro Olivera, representante en México del estadounidense Centro para la Biodiversidad Biológica (CBD, en inglés), la falta de consistencia estadística sugiere un subreporte.

“Es difícil comprobar que hay corrupción, pero insinúa que no se están haciendo bien las cosas, y eso que es un organismo internacional. Debería haber un mejor mecanismo para Cites, porque confían demasiado en lo que los países reportan. Todos los años se discute pero no se ha llegado a un mejor acuerdo para dar certeza y trazabilidad” a las cifras, declara a IPS.

Una demanda interpuesta en 2018 por ambientalistas en contra de la Dirección Internacional de Cooperación Internacional e Implementación de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), responsable de avalar la exportación de especies bajo Cites, consultada por IPS, acusó a esa dependencia de emitir dictámenes de extracción no perjudicial (DENP), la herramienta que utiliza para evaluar solicitudes de exportación de variedades, sin cumplir con los requisitos internacionales.

La querella, irresuelta hasta ahora por las autoridades ambientales, señala que los avales carecieron de cálculos de inventarios tiburoneros, pautas de mortalidad, tendencias poblacionales y extracciones por especie, entre otros aspectos. De esa cuenta, incriminó a Conabio, financieramente dependiente de Semarnat, de aprobar el envío de 1307,23 kilos de aletas secas de tiburones martillo, cornuda prieta y cornuda gigante mediante 35 DENP en 2015.

Juan Carlos Cantú, representante en México de la organización estadounidense Defensores de la Vida Silvestre, con sede enWashington, afirma que hay aletas que se filtran irregularmente en los registros de Cites.

El biólogo Cantú explica que el volumen de aletas no corresponde con el de tiburones capturados. “Eso significa que las autoridades pesqueras que manejan avisos de arribo no hacen su trabajo. No se cumplen las reglas internacionales”, critica a IPS.

La estatal Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) lo permite. La dependencia no respondió a la consulta de IPS.

En México, las costas del Pacífico norte son zonas importantes de captura de tiburón. En la imagen, un pescador revisa su pesca matutina en Mazatlán, en el estado de Sinaloa, en el noroeste del país, en agosto de 2021. Foto: Christian Lizarraga / EJN-IPS

Voracidad china

Los tiburones martillo tienen un parto anual o bianual. Esta especie de crecimiento lento alcanza la madurez a los ocho o nueve años y pueden vivir entre 20 y 30 años, pero una grave amenaza para las poblaciones es que se les captura cuando son jóvenes, antes de que tengan la oportunidad de reproducirse.

El informe “Selección de especies para inclusión en la Revisión de Comercio Significativo después de la COP18: Análisis ampliado”, elaborado en mayo de 2020 por el Centro de Monitoreo de la Conservación Mundial del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, halló un marcado incremento en el comercio internacional de aletas de tiburón martillo, del cual México contribuye con 61 por ciento de la oferta mundial.

Para el caso de cornuda gigante, encontró una situación similar, en la que México aporta casi 71 por ciento. Lo mismo ocurre con el tiburón sedoso, del cual este país provee de dos por ciento del mercado, y el zorro pelágico –casi 12 por ciento del suministro–. De la cornuda prieta, México abastece 76 por ciento.

Hesiquio Benítez, director general de Cooperación Internacional e Implementación de Conabio, defiende con cautela las autorizaciones.

“Somos de los países que mejor documentan la pesca de tiburón. Se trata de cómo usamos la mejor información para acordar con las autoridades pesqueras volúmenes de aprovechamiento. La  amenaza del comercio ilegal siempre está ahí y son cuestiones de aplicación de la ley, es difícil conocer su magnitud. El mercado asiático es bastante irregular, es una auténtica aspiradora”, comenta a IPS.

A partir de 2020, Conabio estableció volúmenes de exportación sostenible para monitorear la captura de tiburones y exportación de aletas. Al respecto, el organismo elaboró un semáforo, en el cual verde indica uso sostenible, amarillo se enciende cuando el nivel llega a 70 por ciento y en rojo, freno a los permisos de exportación, lo que anticipa un conflicto con el sector pesquero.

Benítez explica que el tiburón martillo tiene margen de captura –en luz verde–, cornuda prieta y cornuda gigante rozan el amarillo en el océano Pacífico, mientras que el sedoso y el zorro pelágico se acercan al rojo.

Conabio está por publicar un libro sobre tiburones mexicanos listados en Cites. Además, participa en la organización de una reunión mundial sobre los dictámenes de extracción no perjudicial, utilizados para evaluar solicitudes de exportación, tentativamente para 2022.

Un proveedor global

Varios estudios recientes corroboran el papel internacional de México.

En su reporte de 2018 “Socio accidental: Cómo Estados Unidos ayuda al mercado ilegal de aletas de tiburón”, la organización estadounidense Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, en inglés), descubrió que Estados Unidos sirve de puente clave para la exportación de aletas de al menos 10 países americanos, entre ellos México.

El NRDC identificó docenas de cargamentos en tránsito de estas naciones, principalmente hacia Asia, y la mayoría rumbo a Hong Kong. México fue el origen de más de un tercio de los envíos, cuya mayoría pasó por los puertos de Los Ángeles y Long Beach en California y de Honolulú en Hawái, por lo cual puso en duda la procedencia legal de esas aletas.


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Para Rosario Álvarez, directora ejecutiva de la red científica sobre especies marinas migratorias MigraMar, las poblaciones disminuyen de “forma alarmante”, por ser consideradas especies comerciales, “como si fueran una gallina”.

Aunque no hay evaluaciones poblacionales de tiburones martillo común en el Pacífico nororiental, Conabio ha encontrado informes de una disminución de 80 por ciento en los últimos 70 años en regiones adyacentes. Pelagios Kakunjá, una organización sin fines de lucro de México centrada en la conservación de los océanos, estima que están sobreexplotados.

En el caso del tiburón cornuda prieta, no hay evaluaciones de la población, pero Conabio dice que ha sufrido una reducción menor en comparación con otros taxones de tiburón martillo, mientras que Pelagios ha encontrado que está sobreexplotado.

De tiburones cornuda gigante, no hay evaluaciones poblacionales, pero Conabio ha encontrado reportes de una mengua de 80 por ciento en los últimos 70 años cerca del Pacífico nororiental, y Pelagios estima que está sobreexplotado.

En cuanto al tiburón mako de aletas cortas, Conabio cree que su pesca es sostenible en el Pacífico norte y que está sobreexplotado en el Atlántico norte.

“El comercio ilegal de aleta pasa por México, existen evidencias de que hay comercio fuera de la ley. Falta un marco jurídico adecuado y de consideraciones ambientales y sociales. Pareciera que lleváramos velocidades muy diferentes, la de extracción supera a la de la reacción”, dice Álvarez a IPS.

Las discrepancias estadísticas ya llegaron al seno de Cites, que en la 31 reunión virtual del Comité de Animales de mayo y junio últimos recomendó invitar al Comité Permanente de la Cites a revisar los resultados del estudio de la Secretaría del tratado sobre la aparente discordancia entre el comercio de productos de tiburón, especialmente de arribos.

Empero, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) elogió en su reporte de este año “Cites y el mar. Comercio en especies marinas comercialmente explotadas incluidas en Cites” el éxito relativo de México en el registro de tiburones martillo, “posiblemente debido a la naturaleza costera y artesanal de las capturas”.

Aunque la aplicación de la ley es un asunto pendiente en México, el país excluyó información respecto a violaciones al tratado en su reporte 2018-2020 ante CITES y desde 2017 no ha entregado informes sobre comercio ilegal anual.

El plan de acción de América del Norte para un comercio sostenible de especies de tiburón de 2017, dirigido a promover el comercio legal, sostenible y trazable de ocho especies de tiburón, incluye medidas como ampliar la recolección y el análisis de información sobre la pesca y el comercio de escualos; actualizar las prácticas de manejo pesquero en México y desarrollar capacidades para la aplicación de leyes.

La evidencia disponible indica que México aún sufre rezagos en esas áreas.

Cantú señala que México siempre fue un exportador fuerte, pero “antes no había información y por eso se incluyeron en Cites”.

El experto enfatiza que cualquier medida, por perfecta que sea, “funciona siempre y cuando la autoridad las aplique. Si no, nada sirve. Se necesita presupuesto y personal capacitado. Tenemos una autoridad (pesquera) que no tiene voluntad de hacer el trabajo, otra que más o menos quiere hacerlo, pero no tiene presupuesto ni personal. Y una autoridad superior (gobierno) al que no le importa el medioambiente”.

NRDC aconseja que los países latinoamericanos que contribuyen sustancialmente al comercio internacional de tiburones deben priorizar la aplicación de las leyes domésticas y los tratados internacionales que rigen la pesca y comercio de tiburón, especialmente el cumplimiento de los requisitos de Cites.

Para Álvarez, la solución es tajante: prohibir la pesca de tiburones, como lo decidió Colombia en 2020.

“Eso podría desincentivar el mercado. Hay una parte importante de demanda, en la medida en que aumenta el nivel adquisitivo de la población en Asia, más la falta de regulación. Es una práctica innegablemente insostenible. Ya lo vimos antes con las tortugas y las ballenas en los años 80”, añade la especialista.

Especies de tortugas y ballenas fueron cazadas masivamente, hasta que obtuvieron protección de Cites. Pero las tortugas siguen amenazadas por la pesca y el tráfico ilegales.

En talleres sobre elaboración de DENP realizados por Conabio en 2019 y 2020, se resaltó la importancia de evaluar los inventarios para medir el nivel de perjuicio de las capturas y de generar más información sobre uso de artes de pesca, la mortalidad por capturas y la magnitud de la caza ilegal.

Benítez insiste en la importancia de alejarse de los límites sostenibles.

“Esperaría que no crezca tanto la exportación, por el bien de las especies. Tenemos que administrarnos mejor, para tener en el largo plazo una gestión sostenible. No debe ser una meta, son límites. No nos interesa una explotación al máximo, ni causar un problema social, pero sí que se entienda que tenemos que tener límites”, concluye.

Este reportaje fue producido gracias al apoyo del Wilson Center y la Earth Journalism Network (EJN) de Internews.

RV: EG

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