China impulsa la expansión nuclear argentina, pero con condiciones

La primera central nuclear de las tres existentes en Argentina, Atucha I, situada a 100 kilómetros de Buenos Aires. China está dispuesta a financiar 85 por ciento de la construcción de otras dos, con un costo previsto de 14.000 millones de dólares. Crédito: CNEA
La primera central nuclear de las tres existentes en Argentina, Atucha I, situada a 100 kilómetros de Buenos Aires. China está dispuesta a financiar 85 por ciento de la construcción de otras dos, con un costo previsto de 14.000 millones de dólares. Crédito: CNEA

Dos nuevas centrales nucleares, a un costo de 14.000 millones de dólares, le darán un nuevo impulso a la relación de Argentina con la energía atómica, iniciada hace más de 60 años. El impactante anuncio lo realizó el presidente Mauricio Macri desde China, que aportaría los recursos para financiar  85 por ciento de las obras.

Sin embargo, y más allá de que rápidamente comenzó a organizarse un movimiento social de rechazo a las centrales, el proyecto parece tener un importante obstáculo a superar.

Se trata de las condiciones del gobierno chino, que amenaza con dejar sin efecto este y todo el resto de de sus planes de inversión en Argentina si no se concreta el contrato ya firmado para la construcción de dos gigantescas represas hidroeléctricas en el extremo sur de la región de la Patagonia, que hoy están en compás de espera por decisión de la Corte Suprema de Justicia.[pullquote]3[/pullquote]

Junto a Brasil y México,  Argentina es uno de los tres países latinoamericanos que ha desarrollado energía nuclear.

La Comisión Nacional de Energía Atómica fue fundada en 1950 por el entonces presidente Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974) y el país inauguró su primera central nuclear, Atucha I, en 1974. El desarrollo de este tipo de energía fue frenado luego de la última dictadura militar (1976-1983) por el presidente Raúl Alfonsín (1983-1989) hasta que fue retomado durante la gestión de Néstor Kirchner (2003-2007).

De acuerdo al anuncio realizado por Macri en mayo, durante su visita a Bejing, en enero próximo comenzará la construcción de Atucha III, con una potencia de 745 megavatios (MW), que se emplazará a 100 kilómetros de Buenos Aires, en la localidad de Lima.

Allí están Atucha I y II, dos de las tres centrales nucleares ya existentes en el país, mientras la otra, llamada Embalse, está situada en la central provincia de Córdoba.

La quinta central nuclear, de 1.150 MW, comenzaría a hacerse realidad  en 2020 y estaría en algún lugar todavía no precisado de la provincia de Río Negro, en el norte de la sureña Patagonia.

Actualmente,  la energía nuclear aporta cuatro por ciento de la energía eléctrica argentina, terreno en el que dominan las centrales térmicas alimentadas a gas natural y petróleo (64 por ciento) y las centrales hidroeléctricas (30 por ciento), según cifras del Ministerio de Energía. Las fuentes renovables solo significan dos por ciento, aunque el gobierno busca expandirlas.

Más allá de diversificar la matriz energética,  las proyectadas centrales nucleares e hidroeléctricas se enmarcan dentro de una ambiciosa estrategia que  Argentina puso en marcha hace ya varios años: la de potenciar su relación económica con China, de la que espera que le compre cada vez más alimentos y le envíe cada vez más inversiones.

Durante su visita a China, entre el 14 y el 17 de mayo,  Macri se mostró entusiasmado acerca del rol que el gigante asiático puede jugar  en este país sudamericano.

“China es un socio absolutamente estratégico. Este será el principio de una época maravillosa entre ambos países. Debe haber pocos países en el mundo más complementarios que Argentina y China”, dijo Macri en Beijing  ante empresarios de los dos países.

El presidente argentino, Mauricio Macri, durante su visita a China, entre el 14 y el 17 de mayo, donde anunció la construcción de dos plantas para producir energía nuclear. Argentina, Brasil y China son los tres países latinoamericanos que desarrollan la controversial energía atómica. Crédito: Presidencia argentina
El presidente argentino, Mauricio Macri, durante su visita a China, entre el 14 y el 17 de mayo, donde anunció la construcción de dos plantas para producir energía nuclear. Argentina, Brasil y México son los tres países latinoamericanos que desarrollan la controversial energía atómica. Crédito: Presidencia argentina

“Argentina produce alimentos para 400 millones de personas y aspiramos a duplicarlos en una plazo de cinco a ocho años”, afirmó Macri, quien precisó que espera de China inversiones en “rutas, puentes, energía, puertos, aeropuertos”.

El acercamiento entre Argentina y China comenzó hace más de 10 años y tuvo un fuerte impulso en 2014, cuando la entonces presidenta Cristina Fernández(2007-2015) recibió a su par Xi Jiping en Buenos Aires y firmaron varios acuerdos.

Entre ellos se incluían desde la construcción de las represas patagónicas hasta inversiones en la modernización del ferrocarril Belgrano, que transporta mercancías desde el norte del país hacia el occidental puerto fluvial de Rosario, con acceso al océano Atlántico y desde donde se embarcan para la exportación.

Este último contrato está en plena ejecución, ya que el 22 de junio llegaron a Buenos Aires 18 nuevas locomotoras chinas.

La relación entre la potencia asiática y este país sudameriano, de todas maneras, no está exenta de riesgos para Argentina, según advierte los expertos.

“China tiene una capacidad de inversión casi infinita y está interesado en la Argentina como en todo el resto de América Latina, región a la que quieren asegurar como proveedora de insumos. Por supuesto, China tiene una muy fuerte capacidad de negociación y el objetivo de Argentina debe ser equilibrar la relación de fuerzas”, dijo a IPS el economista Dante Sica, exsecretario de Comercio e Industria de la Nación en el bienio 2002-2003.[related_articles]

“Así como ellos son compradores de alimentos, también quieren vender sus productos y generan tensión sobre la estructura industrial argentina. De hecho, nuestro país hace varios años que tiene déficit comercial con China”, agregó.

El especialista en Relaciones Internacional Roberto Adaro, del Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad, dijo a IPS que “Argentina puede sacar ventajas de su relación con China si tiene claro sus intereses. Debe hacer hincapié en la complementariedad y no dejar que los chinos inunden nuestro mercado local con sus productos”.

Adaro rescató como positiva la decisión de apostar a la energía nuclear por “la importancia de diversificar la matriz energética” y porque la construcción de este tipo de centrales “generan inversión y puestos de trabajo también en otros sectores de la economía”.

Sin embargo,  existe una piedra en el zapato en el vínculo chino-argentino en el tema nuclear que es el proyecto hidroeléctrico.

Se trata de dos gigantescas centrales, a un costo de casi 5.000 millones de dólares y con una potencia proyectada de 1.290 MW, a instalarse sobre el río Santa Cruz, que nace en el extraordinario Parque Nacional Los Glaciares, en el sur patagónico, y discurre hacia el océano Atlántico.

En diciembre, cuando la obra parecía lista para arrancar, la Corte Suprema de Justicia aceptó el amparo que introdujeron dos organizaciones ambientalistas, al considerar que no hubo un adecuado estudio de impacto ambiental, por lo que ordenó no comenzar los trabajos.

En respuesta, los tres bancos estatales chinos que financian los dos proyectos,  dijeron que pondrían en funcionamiento una cláusula de incumplimiento cruzado, por la cual cancelarían el resto de las inversiones si no se hacen las represas.

Para construir las dos plantas se formó un consorcio de tres empresas chinas y una argentina, pero tras ganar la licitación en 2013 la construcción no ha comenzado.

Apurado ante la exigencia china, el gobierno hizo público el 15 de junio un nuevo estudio de impacto ambiental y llamaría en las próximas semanas a una audiencia pública para debatirlo, de manera que el máximo tribunal del país autorice el comienzo de las obras.

Al rechazo de ecologistas a las represas, en el horizonte se avizora el que despiertan las centrales nucleares, que ya han movilizado a activistas sociales y ambientales de Río Negro, que en las últimas semanas han realizado asambleas en distintos puntos de la provincia y exigen una consulta popular sobre la que se instalaría allí.

Incluso han generado un inusual conflicto con la vecina provincia de Chubut, cuyo parlamento  aprobó por unanimidad una declaración de rechazo a las plantas nucleares.  El gobernador rionegrino, Alberto Weretilneck, pidió a los chubutenses “que no se entrometan”.

“Argentina tiene que darse un debate serio sobre lo que significan estas centrales, en un momento en que el mundo está abandonando este tipo de energía. Necesitamos saber, entre otras cosas, cómo se va a conseguir el uranio que se necesita como combustible”, dijo a IPS el  director de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Andrés Napoli.

Hoy Argentina importa el uranio que utilizan sus centrales nucleares pero ambientalistas temen que se busque reactivar la producción local que fue abandonada hace más de 20 años.

Editado por Estrella Gutiérrez

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