Las montañas Mocho, en el centro de Jamaica, estuvieron una vez cubiertas de exuberantes bosques tropicales que ayudaban a controlar las lluvias. Ahora, buena parte de sus selvas y tierras agrícolas se han destruido y la gente sufre su efecto más devastador: una meteorología extrema.
[pullquote]3[/pullquote]El área “fue severamente dañada por la (extracción de) bauxita, y se perdieron árboles y también tierra arable”, dijo a IPS la coordinadora regional de Panos Caribbean, Indi McLymont-Lafayette, que creció en Mocho.
Por eso ahora la población es muy vulnerable al cambio climático, explicó McLymont-Lafayette. Panos es una red mundial que trabaja para dar voz a las comunidades pobres y marginadas.
La gente de la zona “fue muy perjudicada por los huracanes Iván y Dean (en 2004 y 2007 respectivamente). Hay sequías más prolongadas, y los agricultores tienen problemas para acceder al agua, porque la comunidad usa principalmente la lluvia”, explicó.
Mocho, que se encuentra a una hora y media en automóvil desde la capital, Kingston, fue muy conocido como el granero de la central parroquia (departamento) de Clarendon.
“Si (hay) precipitaciones esporádicas, lo que también se pronostica en el marco del cambio climático, a los agricultores les resulta más difícil planificar su temporada de siembra, y esto tiene implicaciones para la seguridad alimentaria de Jamaica”, agregó McLymont-Lafayette.
Ella recuerda claramente la primera vez que vivió en carne propia un desastre natural. “Durante mi adolescencia hubo un solo huracán: Gilbert, en 1988. Entonces lo viví como algo emocionante, porque era el primero que teníamos desde 1951; mis abuelos me habían contado sobre él”, relató.
Pero cuando llegó Gilbert, la devastación que sembró hizo que “no quisiera volver a ver un huracán nunca más”.
“Por supuesto, ese no fue el caso. Y en los últimos 15 años, casi cada año hemos tenido tormentas tropicales o huracanes”, dijo McLymont-Lafayette.
“Si mira las estadísticas entre 2002 y 2007, verá que se perdieron hasta 70 millones de dólares por eventos meteorológicos extremos, y eso es mucho dinero para un país en desarrollo como Jamaica. Así que esta es una preocupación seria para nosotros y para muchas islas pequeñas del Caribe”, expresó.
Entre esas islas está Santa Lucía, azotada por huracanes en 2007, 2010 y 2011.
El ministro de Desarrollo Sostenible del país, James Fletcher, dijo a IPS que el cambio climático es una realidad cotidiana.
“Hemos hecho un esfuerzo enorme para explicar a la comunidad internacional que, mientras para algunos países es un tema de debate académico o alguna clase de concepto esotérico, nosotros, en el Caribe, vivimos el cambio climático”, señaló Fletcher.
“Los pescadores ven menguar sus capturas porque los océanos son más cálidos, los arrecifes de coral se están decolorando y la pesca no es tan productiva como antes. Ahora la gente ve inundarse las franjas costeras y el mar adentrándose más en la tierra”, añadió.
Santa Lucía todavía se está recuperando del huracán Tomás, que el 31 de octubre de 2010 azotó la isla y mató a 14 personas. El gobierno todavía está reparando buena parte del daño causado.
Además, los principales sectores económicos de la mayoría de los países caribeños, como la agricultura y el turismo, ya estás comprometidos y lo estarán más, lamentó Fletcher.
“Muy pronto empezaremos a ver diferencias en la fertilidad de algunas tierras agrícolas, porque en el Caribe no hay ningún lugar que esté demasiado lejos del mar”, explicó.
“El agua salada que empieza a invadir la tierra luego altera la fertilidad, así que estamos experimentando el cambio climático de muchas maneras”, dijo.
[related_articles]McLymont-Lafayette citó el pronóstico del índice de riesgo climático 2008 de Germanwatch, según el cual la isla de Barbuda probablemente desaparecerá bajo las aguas en unos 40 años.
“Cuando me enteré, como habitante del Caribe quedé devastada, porque pensaba que el cambio climático afectaría principalmente al Pacífico”, dijo.
Pero los países caribeños contraatacan, y reconocen la importancia de la adaptación.
La semana pasada, la Asamblea legislativa (cámara baja) de Barbados dio luz verde al gobierno para utilizar 13,3 millones de dólares del fondo de un proyecto para combatir el cambio climático y proteger la franja costera.
El ministro de Ambiente y Saneamiento, Denis Lowe, dijo que Barbados tiene que contraatacar, pues el cambio climático está blanqueando y matando a los corales.
“Hay una correlación directa entre el estado de los corales en toda la isla y la intensidad de los fenómenos meteorológicos, la elevación del nivel del mar y el aumento de la temperatura del agua”, señaló.
El ministro explicó que en la isla hay 20 arrecifes coralinos que requieren protección.
McLymont-Lafayette cree que Jamaica ha puesto el acento en la preparación para los efectos del recalentamiento planetario. “El mes pasado presentamos una política sobre cambio climático en el gabinete, y Jamaica creó un ministerio de cambio climático, uno de los pocos que hay en el mundo, así que nos estamos tomando esto muy, muy en serio”, aseguró.
El Ministerio de Agua, Tierra, Ambiente y Cambio Climático de Jamaica se creó en enero de 2012 para formular e implementar políticas en esas áreas.
Setenta por ciento de la infraestructura se encuentra en la franja costera jamaiquina. “Nuestros aeropuertos y nuestros hoteles están sobre la costa, y en Negril, donde promocionamos 11 kilómetros de hermosas playas, hubo una erosión significativa, en parte porque subió el nivel del mar, entre otros factores”, dijo McLymont-Lafayette.
“Si queremos que el turismo siga siendo sostenible tenemos que restaurar la franja costera”, concluyó.