HAITÍ: Una exposición de malgasto y cinismo

Hierbas germinan a través de la grava en el sitio de la Expo. Crédito: HGW/Jude Stanley Roy
Hierbas germinan a través de la grava en el sitio de la Expo. Crédito: HGW/Jude Stanley Roy

Los olores e imágenes que reciben a quien visita este flamante conjunto de 60 viviendas de colores brillantes y desocupadas en Haití, bordean lo obsceno.

Algunas casas están repletas de excrementos humanos secos. Sus salas de estar y cocinas recién construidas ya son letrinas públicas. Unas pocas parecen habitadas por ocupantes irregulares. La pintura se está descascarando. Los retretes y lavabos desaparecieron y las puertas han sido arrancadas de sus goznes.

Este fue uno de los primeros proyectos aprobados para la reconstrucción de Haití, cuyas principales ciudades fueron demolidas por el terremoto del 12 de enero de 2010, que mató a unas 200.000 personas y desplazó a 1,3 millones a campamentos miserables. Contó con un financiamiento de alrededor de dos millones de dólares y el entusiasta respaldo del expresidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001).

Apenas meses después del terremoto, el proyecto Building Back Better Communities (BBBC, volver a construir comunidades mejores) obtuvo luz verde de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití, encabezada por Clinton y por el entonces primer ministro haitiano, Jean Max Bellerive (2009-2011).

La idea era «exhibir las mejores prácticas para la reconstrucción de viviendas, alentando ideas innovadoras» mediante una «Exposición de Viviendas» y construir una «Comunidad Ejemplar», explica un documento de la Comisión.
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La Fundación Clinton concedió 500.000 dólares; el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) concedió 1,2 millones; la Fundación Deutsche Bank, el gobierno británico e incluso el haitiano contribuyeron, según funcionarios que participaron en el proyecto.

Pero 14 meses después de que el propio Clinton inaugurara la Expo en este lugar que fue un terreno agrícola en las afueras de la capital, la mayor parte de las casas modelo están vacías y hay más cabras que seres humanos en este predio de dos hectáreas. Más de una decena de viviendas fueron vandalizadas.

La construcción corrió por cuenta de empresas haitianas y extranjeras, a un costo individual promedio de 25.000 dólares –en total, alrededor de 1,5 millones– en una competencia por contratos y por la elección del modelo que adoptaría la Comunidad Ejemplar de 150 viviendas que sería parte del proyecto.

«Todas estas casas tenían guardia de seguridad», dijo a los visitantes una joven, parada a la entrada de una pequeña vivienda amarilla construida por la firma estadounidense RCI Systems y valuada en 10.000 dólares.

Detrás de ella, se veía un colchón maltrecho en el piso. «Muchos guardias se fueron porque no les pagaban», señaló.

Una investigación de cuatro meses de Haiti Grassroots Watch (HGW) confirmó que, más allá de la admiración inicial, el proyecto de la Expo y la Comunidad Ejemplar han sido ignorados, igual que los arquitectos, las firmas constructoras, el lugar elegido y las propias casas.

Errores exponenciales

La Expo fue ideada pocos meses después del terremoto, durante una reunión en la casa de Clinton en Chappaqua, Nueva York, según el arquitecto y exfuncionario del gobierno haitiano Leslie Voltaire, uno de sus creadores.

El gobierno organizaría una competencia y un foro donde contratistas locales y extranjeros podrían proponer soluciones habitacionales. Al final, las casas serían entregadas a familias sin techo, que tendrían que mantenerlas limpias y en buen estado para que personas interesadas, agencias humanitarias o constructores privados pudieran visitarlas en cualquier momento.

«Era una ecuación de ganancia total», dijo Voltaire en una entrevista exclusiva con HGW. «El constructor hace un obsequio, pero también deja un ejemplo que puede ser visto por organizaciones no gubernamentales», explicó.

Se dio participación a la firma de arquitectos John McAslan + Partners de Londres, y pronto el plan se amplió a la Comunidad Ejemplar, una aldea de 150 viviendas construidas con un modelo de casa de la Expo que sería seleccionado por un jurado.

Las escuelas de arquitectura y urbanismo de la Universidad de Harvard y del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) se sumaron a la iniciativa para trabajar en la Comunidad Ejemplar y recomendar medidas en materia ambiental, social y económica.

La Fundación Deutsche Bank se comprometió a aportar 50.000 dólares, y el 17 de agosto de 2010 la Comisión dio la luz verde, y el BID anunció que prepararía el sitio, unas dos hectáreas de tierras llanas, muy bajas e inundables que tendrían que ser rellenadas con grava.

«La zona es realmente baja, así que hay que rellenar por lo menos un metro. Y cada metro cúbico cuesta alrededor de 25 dólares», explicó el urbanista del BID, Arcindo Santos.

No se usó nada de los 10 millones de metros cúbicos de escombros del terremoto porque, justificó, «ese material no estaba listo o disponible». En cambio, se empleó la carga de alrededor de 10.000 camiones de grava y materiales extraídos de lechos de ríos y colinas.

Voltaire decidió postularse a presidente poco después de iniciado el proyecto, así que este fue traspasado al Ministerio de Turismo y encargado a su titular, Patrick Delatour. Al concurso se presentaron unos 500 postulantes.

«La Expo fue un éxito porque completamos nuestra misión, es decir que organizamos una conferencia sobre vivienda y los prototipos se construyeron», dijo el exministro a HGW.

La firma de arquitectos John McAslan + Partners, que controló el concurso, hizo la misma evaluación.

«La competencia fue de las más exitosas del mundo», dijo en una entrevista telefónica Nick Rutherford, de esa empresa, porque generó «casas económicamente accesibles y sostenibles».

Pero los 60 modelos elegidos tienen un precio promedio de 21.000 dólares, y llegan hasta 69.000 dólares, elevado para las organizaciones humanitarias e inaccesible para la mayor parte de la población, que vive con menos de dos dólares diarios. Y muchas de las casas se construyeron con materiales importados.

«Éxito» o no, la exposición no se realizó en noviembre de 2010, como estaba prevista. En cambio, el gobierno decidió celebrar una conferencia sobre vivienda en enero de 2011, y pospuso la exhibición para una fecha posterior ese mismo año.

«Fue una especie de chupetín que les dieron a los contratistas a fin de mantenerlos interesados», admitió Voltaire. «Ellos decían: ‘¡No está ocurriendo nada!’, etcétera, así que (el gobierno) hizo una conferencia».

Para John Sorge, de Innovative Composites International (ICI), una firma con oficinas en Estados Unidos y Canadá, «fue la broma más grande que he visto».

«Fue un engaño para promover al gobierno. Toda la Expo fue una farsa», añadió.

¿Y la Comunidad Ejemplar? Los equipos de Harvard y el MIT hicieron varias visitas a Haití, y una delegación haitiana viajó a Estados Unidos para un retiro en la isla Martha’s Vineyard, un lujoso sitio vacacional favorito del presidente Barack Obama.

El esfuerzo produjo un interesante informe bilingüe, pero no la comunidad prevista. El dinero necesario no llegó a reunirse.

* La mayor parte de las entrevistas de este artículo se realizaron a comienzos de 2012. Haiti Grassroots Watch es una asociación de AlterPresse, la Sociedad de Animación y Comunicación Social (SAKS), la Red de Mujeres de Radios Comunitarias (REFRAKA) y estudiantes de periodismo de la Universidad del Estado de Haití.

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