Primavera kurda estalla en las aulas

«Quiero aprender a escribir en mi propia lengua», dice Manal, una joven kurda de Siria. Ni ella ni sus 30 compañeros de clase han estado nunca tan cerca de conseguir su objetivo.

No es que Manal adolezca de una débil formación académica: esta kurda de 21 años confía en acabar la carrera de economía durante el curso que está comenzando, algo que explica en un inglés casi perfecto. Sin embargo, su lengua materna ha estado proscrita durante los casi 50 años que lleva el Partido Baath en el poder de este país.

Durante sus vacaciones de verano, Manal ha acudido al centro de idiomas Badarhan, en Derik, 700 kilómetros al noreste de Damasco. Se trata de una de las dos escuelas de esta ciudad de la gobernación de Al-Hasakah que han incluido recientemente el kurdo en su oferta educativa: tres sesiones semanales de una hora, y gratis.

"Al hablar inglés conozco el alfabeto latino, y el que usamos para el kurdo es prácticamente idéntico", explica la joven antes de entrar en un salón de clase recién pintado de azul celeste.

Con la llegada del Partido Baath al poder en 1963, los kurdos de Siria – entre dos y cuatro millones, según la fuente– fueron sometidos a una política de arabización sistemática, por lo que la lengua y el alfabeto árabes fueron hegemónicos.
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En esta escuela, cerca de 600 jóvenes se enfrentarán en breve a una prueba de gramática para certificar que ya están alfabetizados en kurdo.

La suya es una lengua de origen indoeuropeo, que cuenta con dos variantes principales: el kurmanji, hablado por los kurdos de Turquía y Siria y escrito en alfabeto latino, y el soraní, que utilizan los kurdos de Iraq e Irán y para cuya interpretación se emplea el alfabeto árabe. Ambas variantes cuentan con su propio estándar, pero no existen una lengua y un alfabeto comunes para los más de 40 millones de miembros de este pueblo.

Fátima comparte pupitre con Manal, siempre y cuando sus turnos de enfermera en el hospital le permitan asistir a clase.

"Es importante para nosotras, pero sobre todo para las generaciones futuras", apunta la joven. Recuerda que fue suspendida en la escuela durante una semana por hablar kurdo en clase: "Lo hablábamos a escondidas, e incluso con algunos de los profesores".

Fátima se esfuerza hoy por escribir correctamente en su lengua gracias a una gramática fotocopiada y, sobre todo, a la entusiasta labor de profesores voluntarios como Hoshank.

"En cuanto me enteré de que necesitaban profesores, no lo dudé ni un instante", explica este docente local. "Aprendí a escribir por mi cuenta, a través de Internet y de libros que guardaba escondidos en casa. Hoy quiero facilitar las cosas a los demás y hacer algo por mi pueblo".

Las fronteras coloniales trazadas en secreto entre Gran Bretaña y Francia en 1916 dividieron a familias kurdas a ambos lados de la línea limítrofe turco- siria. El posterior Tratado de Sévres (1920) contempló incluso la creación de un Estado kurdo independiente, pero ese punto nunca llegó a cumplirse.

A pesar de todo, el tráfico sigue siendo más o menos fluido a través de estas fronteras trazadas con escuadra y cartabón. Y no únicamente de personas y bienes.

Damasco lleva años aplicando un veto a las principales redes sociales y sitios de Internet, un bloqueo al que se suma la errática comunicación telefónica desde el inicio de las revueltas contra el régimen de Bashar Al Assad, a fines de enero de 2011.

Sin embargo, la mayoría de los kurdos de Siria gozan de un acceso a Internet prácticamente libre de restricciones gracias a la red de telefonía turca, a la que acceden por su cercanía con la frontera. Aunque de forma involuntaria, Ankara estaría contribuyendo así a la cohesión del pueblo kurdo durante esta revolución cultural en curso.

Mientras el gobierno de Assad está absorto en combatir la rebelión opositora en buena parte de Siria, las zonas kurdas, en el extremo noreste, han quedado libradas a su suerte y han comenzado a ejercer un autogobierno de hecho.

Al finalizar las clases del día, Mohammad Amin Saadun, director de la escuela, explica los antecedentes de esta iniciativa que, si bien es novedosa en Derik, cuenta con precedentes en prácticamente todas las localidades bajo control kurdo. Algunas de ellas llevan abiertas casi desde el inicio de la insurrección, hace más de año y medio.

"Enseñamos inglés y turco desde hace años, pero hace dos meses surgió la oportunidad de incluir el kurdo, así como clases de historia y cultura sobre nuestro pueblo", explica Saadun, un reconocido escritor y poeta en kurmanji.

Tras el acuerdo sellado en julio en Arbil, capital de la Región Autónoma Kurda de Iraq, entre los principales partidos políticos kurdos de Siria, la gestión educativa de la región está a cargo del Partido de la Unión Democrática (PYD), la fuerza dominante.

El Comité de Educación trabaja contrarreloj para que el inicio del nuevo curso escolar incluya asignaturas genéricas, como matemáticas o historia, en kurmanji.

Se ha especulado con que el PYD habría negociado una suerte de pacto de no agresión con el gobierno de Assad. Pero su presidente, Salah Muslim, negó categóricamente a IPS que se hubiera producido acuerdo alguno, añadiendo que "Damasco simplemente no quiere abrir un frente con las minorías del país".

Por el momento, la relativa calma en esta zona permite que escuelas como las de Derik sigan coordinándose con los gestores del PYD para consolidar un proyecto que se sustenta en la labor desinteresada de directores y docentes, pero también en generosas aportaciones de particulares.

Mohammad Sadik cedió de manera gratuita dos locales a la escuela para que ésta pudiera acomodar a los nuevos estudiantes. Solo unos pocos conocen su gesto, probablemente porque el propietario le resta toda importancia.

"Muchísima gente ha muerto por nuestro pueblo", explica Sadik entre el chasquido de las persianas metálicas que clausuran las clases hasta mañana. "Ceder a la escuela estos dos locales no es nada comparado con eso".

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