En los mapas que proyectan la humedad que tendrán los suelos en este siglo, México y América Central parecen cubiertos de sangre seca.
Los resultados de 19 modelos climáticos informáticos de avanzada indican condiciones de sequía extrema y persistente (coloreadas de un marrón rojizo en los mapas) para casi todo México, el medio oeste de Estados Unidos y la mayor parte de América Central.
Si el aumento de la temperatura media del planeta llega a 2,5 grados respecto de la era preindustrial, como muchos científicos prevén, esas regiones pasarán a convivir con esa aridez severa.
La situación será peor que la actual sequía de México o que la que vivió Estados Unidos en la década de 1930, cuando intensas tormentas de polvo obligaron a migrar a cientos de miles de personas.
Estas son algunas de las conclusiones del estudio "Projections of Future Drought in the Continental United States and Mexico" (Proyecciones de sequía futura en Estados Unidos y México continentales), aparecido en diciembre de 2011 en la revista Journal of Hydrometeorology de la American Meteorological Society, y que ha pasado casi inadvertido.
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"Las condiciones de sequía prevalecerán, no importa cuáles sean los registros de precipitaciones en el futuro", dijo a Tierramérica el coautor Michael Wehner, científico climático del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, un centro de investigaciones del gobierno estadounidense en el occidental estado de California.
"Incluso en las regiones donde habrá más lluvias, los suelos se volverán más áridos. Este es un hallazgo muy contundente", agregó.
Si no se registran reducciones importantes de las emisiones de dióxido de carbono, como las derivadas de la quema de combustibles fósiles, el calentamiento global llegará por lo menos a 2,5 grados entre 2050 y 2090, dependiendo de la proporción de gases de efecto invernadero, de la sensibilidad climática y de la capacidad de respuesta.
Los 19 modelos empleados en este estudio muestran que el calor creciente secará tanto los suelos que ni siquiera más lluvias podrán recuperar sus niveles de humedad. Las temperaturas del aire causarán mayor evaporación, secando aun más los suelos.
El cambio climático también está alterando los patrones de precipitaciones, concentrando más y más lluvias en los meses de invierno. Y es más probable que este fenómeno se manifieste como chubascos muy copiosos y breves, dijo Wehner.
Una vez que el suelo está seco, la energía solar empieza a cocinarlo, lo que a su vez calienta más el aire, había dicho a Tierramérica la investigadora Beverly Law, experta en cambio climático de la Oregon State University, durante la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en 2010 en Cancún.
Grandes zonas del Hemisferio Sur, por ejemplo en Australia, África y América del Sur, han soportado procesos de aridez y desertificación en la última década, según el estudio "Climate Change: Water Cycle Dries Out" (Cambio climático: El ciclo del agua se seca), publicado en 2010 por Law y sus colegas en la revista Nature.
Otra investigación divulgada ese año, "Drought Under Global Warming: A Review" (La sequía en el recalentamiento global: Una evaluación), examinó proyecciones climáticas y determinó que los suelos presentarán aridez extrema en buena parte del centro de Estados Unidos, México y América Central para 2060, si bien ese proceso se iniciaría mucho antes.
Este estudio, de Aiguo Dai, científico del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, en el central estado estadounidense de Colorado, también prevé un escenario similar para el nororiente de América del Sur.
"Si estas proyecciones se acercan a la realidad, las consecuencias sociales serán enormes en todo el mundo", dijo Dai en 2010.
Según Wehner, los últimos pronósticos surgidos de los modelos computacionales más modernos y aún no publicados, muestran resultados muy similares. "Como mínimo, prevemos severas sequías en el futuro", declaró.
Wehner está sorprendido de la escasa atención que los medios de comunicación prestaron a su estudio, pese a la gravedad de sus conclusiones.
Lo que entrañan estas proyecciones para las generaciones futuras es "un tema del que me resulta muy difícil hablar", admitió Wehner a Tierramérica.
Al mismo tiempo, hay pocas investigaciones sobre cómo incidirá la aridez extrema en la agricultura, la disponibilidad de agua y los asentamientos humanos.
"Intento trabajar con científicos agrícolas y de otros campos para determinar esos impactos, pero no encuentro financiamiento", aseveró.
Para Lester Brown, experto internacional en asuntos agrícolas, "es duro imaginarse las consecuencias. Ya estamos al borde del precipicio", dijo a Tierramérica.
México vive actualmente su peor sequía en 70 años. El sureño estado estadounidense de Texas sufrió la suya en 2011, y 56 por ciento del territorio de Estados Unidos estaba en situación de sequía al 8 de este mes, casi el doble del área afectada el año pasado, según datos del U.S. Drought Monitor.
"Los agricultores de todo el mundo están batallando para satisfacer la demanda de alimentos", dijo Brown, presidente del Earth Policy Institute, con sede en Washington.
El consumo mundial de granos creció más del doble, igual que los precios. La escasez de agua, los eventos meteorológicos extremos y las temperaturas elevadas ya están causando efectos, señaló.
"Todo nuestro sistema agrícola está basado en las condiciones meteorológicas estables que disfrutamos en los últimos milenios. Pero eso está cambiando", añadió. "La agricultura y el clima ya no están en sintonía".
En este contexto, se acelera la carrera para acaparar tierras arables y agua. Pero la concentración de la propiedad agraria es la peor respuesta a estos problemas, opinó.
En los últimos años, especuladores, bancos de inversión, fondos de pensión y corporaciones estatales se han apropiado de unos 200 millones de hectáreas de tierras de agricultores pobres de África, América Latina y Asia. Y cuando la población local se queda sin tierra y sin agua, se desespera y cae en reacciones violentas, dijo Brown.
"Tenemos que trabajar juntos", postuló. "No podemos responder a estos desafíos si cada país sigue pensando en salvar solo su propio pellejo".
* Este artículo fue publicado originalmente el 19 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.