MÉXICO: Madres adolescentes luchan por salir adelante

Su corta historia pesa décadas. El relato tiene la vivencia de una mujer que en sus cabellos comienzan a brotar las primeras canas, pero su voz y su rostro delatan a Karina: es una niña mexicana de apenas 15 años.

«Yo no conocí la infancia», afirma mientras sujeta con la mano un niño de dos años y medio que demanda jugar; es su hijo.

A los 12 años se convirtió en madre producto de una relación conyugal con un joven 10 años mayor que ella. «Vivimos un tiempo juntos; él me robó, como comúnmente se dice, y luego lo dejé porque era alcohólico», expresa crudamente como una mujer atrapada en un cuerpo infantil.

Karina forma parte de un grupo de 32 adolescentes entre 14 y 18 años que cursan estudios de primaria, secundaria y bachillerato en el grupo de Prevención y Atención Integral del Embarazo en Adolescentes (Paydea) de esta ciudad, capital del sureño estado de Oaxaca y situada a 488 kilómetros al sureste de Ciudad de México.

Como Karina, que pidió reserva de su apellido al igual que todas las entrevistadas, las demás jóvenes luchan por salir adelante a pesar de que la violencia sexual, la desinformación o la falta de educación sexual por políticas públicas insuficientes, las llevaron a enfrentar la maternidad siendo unas niñas.
[related_articles]
Ella no conserva en su memoria una escena como la podría tener cualquier menor de edad. Su recuerdo más inmediato es el mercado como su centro de trabajo, donde conoció al padre de su hijo.

Cursaba el primer grado de secundaria cuando fue convencida para escaparse de su casa. «Me fui a vivir una semana con él y me regresé a mi casa cuando comenzó a tomar», relata.

«Me siguió buscando y vivimos otro tiempo juntos, pero bebía y amenazaba para que no lo dejara. Se sentía mi dueño y no me dejaba salir, hubo ocasiones en que intentó golpearme», continúa.

Luego de aquella historia, Karina concluyó sus estudios de secundaria y recientemente inició el bachillerato, en México lapso, generalmente de tres años, preparatorio para la universidad, tras concluir los estudios secundarios obligatorios.

Combina esa actividad académica como vendedora por cuenta propia. Su meta es clara: ser profesional.

Infancia perdida

Es martes, el salón de reunión comienza a llenarse de niñas con responsabilidades de adultas. Al hombro, una pañalera (bolsa para llevar implementos para bebes); prendidos al pecho o tomados de la mano, sus hijas o hijos.

Algunas son acompañadas de sus madres, nadie por su pareja, salvo uno o dos niñas, las demás afrontan solas la responsabilidad.

El día es especial. Celebran el «baby shower» (fiesta previa a los nacimientos) de Anahí, Rebe, Tere y Guadalupe. Todas llevan regalo para un intercambio.

Anahí, de 19 años y ocho meses de embarazo, es nueva en el grupo. Su integración le regresó los ánimos que había perdido después de saberse embarazada y abandonada por su pareja, con quien vivió algunos meses.

Yuridia tiene 16 años, es becaria de Promajoven –programa público de apoyo a los estudios de madres adolescentes-, trabaja medio día como niñera en una casa particular. Por la tarde se dedica al cuidado de su hijo y realiza labores domésticas; los fines de semana los ocupa para concluir la educación secundaria.

«Cada quien es libre de ejercer su sexualidad, pero se debe hacer de manera consciente de la importancia de utilizar métodos anticonceptivos», afirma ahora como madre de un niño de un año y siete meses.

Guadalupe tiene 16 años y siete meses de embarazo, abandonó el primer grado de secundaria. En la escuela se lo sugirieron porque «era un mal ejemplo para las demás, así me lo dieron a entender».

Aquél fue uno más de los obstáculos al que se enfrentó, «pero sigo adelante. Los humanos cometemos muchos errores, pero también tenemos esa fuerza para salir adelante y echarle muchas ganas».

Guadalupe es madre soltera: «Yo no estoy aquí por la falta de información, estoy aquí porque no la utilicé bien. A veces en cinco minutos en los que pensamos que no va a pasar nada, son los que cambian la vida. Lo importante es protegerse», apunta.

Elena tiene 16 años, su hijo Ismael cumplió el 1 de febrero siete meses. «Fui víctima de estupro (la cópula con una persona adulta empleando la seducción o el engaño para alcanzar el consentimiento de la víctima). No supe que estaba embarazada hasta que tuve cinco meses», narra.

Ella se reincorporó a la escuela. Este año terminará sus estudios de secundaria e iniciará el bachillerato: «Con el doble de esfuerzo haré mi carrera, quiero ser licenciada en Derecho».

Sentadas en las bancas hay unas 20 adolescentes, ellas ríen y conviven sin olvidar la responsabilidad de ser madres adolescentes.

«Abstinencia no es la solución»

Minerva Osorio López es jefa del departamento de Integración y Familia del Sistema de Desarrollo Integral de la Familia del estado de Oaxaca, y tiene a su cargo el programa Paydea. El objetivo, explica, es dar a las y los jóvenes en edad reproductiva las herramientas necesarias para prevenir un embarazo temprano.

Y con las madres y embarazadas adolescentes, conjuntamente con el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, beneficiarlas con el Promajoven (Programa Becas de Apoyo a la Educación Básica de Madres Jóvenes y Jóvenes Embarazadas), para que concluyan su educación primaria, secundaria o bachillerato.

De igual forma se les brinda un taller pre y pos natal, en el que reciben información básica sobre las etapas del embarazo. Osorio señala que una de las principales causas del embarazo precoz es la falta de orientación y la carencia de educación sexual.

Para la titular de Paydea la prevención del embarazo precoz no está en la abstinencia, sino en la información correcta y el ejercicio responsable de la sexualidad.

La funcionaria explica que la orientación la realizan a través de un taller de 12 sesiones temáticas, donde se aborda la autoestima, asertividad, comunicación familiar, sexualidad adolescente, métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual.

Recientemente se implementaron sesiones vivenciales con bebés virtuales.

«No se pretende asustar a los adolescentes para que no ejerzan su sexualidad, sino que la ejerzan con responsabilidad y que conozcan las consecuencias. Sabemos que la están ejerciendo y eso no lo podemos evitar, pero sí podemos evitar, con información, un embarazo temprano».

Con información y herramientas necesarias, la concepción de las y los adolescentes sobre la sexualidad tiene un enfoque diferente. «Hay mayor conciencia sobre la sexualidad, sus responsabilidades como madres y de que su sexualidad está presente, pero ahora la tienen que ejercer con responsabilidad», explica.

Osorio resalta que es indispensable abatir el índice de embarazo en adolescentes, por ser una de las principales causas de rezago y pobreza en las mujeres en este estado y en todo México, un país con 112 millones de habitantes, 51 por ciento mujeres.

* Este artículo fue publicado originalmente por la agencia mexicana de noticias de Comunicación e Información de la Mujer AC, Cimac.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe