ARGENTINA: Progreso social sigue paso a paso

Casi todos los análisis en Argentina coinciden en que la pobreza, la indigencia y la desigualdad se están replegando, pero la velocidad de ese avance social difiere si los datos son emitidos por el Estado o por privados.

El último informe del estatal Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), difundido en 2011, indica que la pobreza había descendido hasta afectar a 8,3 por ciento de los 40 millones de argentinos, y la indigencia se ubicaba en 2,4 por ciento.

Esos datos muestran una caída espectacular desde los respectivos 54 y 27, 7 por ciento registrados en 2003, cuando este país sufría las peores consecuencias del colapso económico y político de fines de 2001.

El Indec, cuyos informes son puestos en duda por privados y expertos desde 2007 cuando fue intervenido por el Poder Ejecutivo, indicó además que la brecha de desigualdad en los ingresos se redujo en el último trimestre de 2011 respecto de mediciones anteriores.

Así, se asegura que el 10 por ciento más rico concentraba 22,9 por ciento del ingreso y el 10 por ciento más pobre se quedaba con 2,9 por ciento. Esto revela una mejor distribución entre los dos extremos respecto de los trimestres anteriores.
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No obstante, expertos consultados por IPS relativizaron esos números. Para el sociólogo Artemio López, de la consultora Equis, y para su colega Ernesto Kritz, de Sel Consultores, se registraron logros pero no de la magnitud que muestra el Indec.

López sostuvo que sus mediciones le dan que la pobreza afectaba a 17,6 por ciento de los argentinos en junio de 2011, con una caída de 4,3 puntos porcentuales respecto del mismo mes de 2010, mientras que la indigencia pasó en el mismo lapso de 5,4 a 4,3 por ciento.

Los indicadores no mejoraron tanto como sostiene el organismo oficial de estadísticas, pero sí mejoraron y mucho, recalcó.

"El descenso de la pobreza por ingresos es tan significativa que constituye el registro más bajo desde la recuperación de la democracia (en 1983)", remarcó este sociólogo que dirige la consultora especializada en mediciones sociales.

Como ejemplo de lo que señala, muestra un trabajo publicado este mes por Equis en el que se comparan datos socioeconómicos de 1985 con los de 2011 para el área de la zona metropolitana de Buenos Aires.

La pobreza disminuyó de 18 por ciento a 12 por ciento en esa zona en esos 16 años. En tanto que los sectores medios en riesgo cayeron de 35 a 27 por ciento, y los medios plenos, medios altos y altos aumentan de 45 a 57 por ciento.

Las causas del progreso deben buscarse, dijo López, en la mayor generación de empleo, la mejora salarial inclusive de los que tienen ingresos en el sector informal, y en el plan de transferencia de ingresos que comenzó en 2009.

Aludió así al programa llamado Asignación Universal por Hijo, que otorga hoy 270 pesos mensuales (62 dólares) por cada menor de 18 años que asista a la escuela, hijos de padres sin empleo o con empleo precario y mujeres embarazadas.

Este plan de transferencia, que beneficiaba a fines de 2011 a más de 3,5 millones de personas, "es el más importante de América Latina por la cantidad de dinero que reparte entre los más pobres", destacó López.

Ernesto Kritz planteó más dudas respecto de los datos del Indec sobre pobreza y reducción de la desigualdad. Señaló que entre la clase media baja hay mejores condiciones socioeconómicas que, empero, no aprecia en el 25 por ciento de población más pobre.

"Veo poco cambios para ese cuarto inferior de la pirámide poblacional en cuanto a indicadores de empleo, acceso a la salud y condiciones de vida en general", comentó.

En el número de diciembre de la revista de Sel, sobre la situación laboral y social de Argentina, se indican los desafíos sociales que, según esta organización tiene por delante en su segundo mandato la presidenta centroizquierdista Cristina Fernández, iniciado el 10 de ese mes.

En esa publicación Kritz remarcó que la mandataria terminó su primer período con un "balance social dual". Explicó que cerca de 25 por ciento de la población argentina "emergió de la pobreza y se incorporó a la clase media" desde que quedó atrás la crisis en 2003.

No obstante, señaló también que alrededor de 20 por ciento de la población "permanece en estado de privación", pese al sostenido crecimiento de la economía en los últimos ocho años y al buen desempeño del mercado de trabajo.

Kritz destaca que desde 2003 se crearon 3,4 millones de empleos, 3,1 millones de los cuáles son en la economía formal, y sostiene que el efecto neto de este fenómeno es positivo.

"Difícilmente esta nueva estructura social se retrotraiga a la anterior" a 2003, afirmó.

De todos modos, el experto advirtió que los cambios necesarios para remover la pobreza y la indigencia están resultando más lentos desde 2007 y planteó un interrogante sobre el impacto que podría tener en el desarrollo la crisis que sufre en mundo rico.

En su informe, señala que, a pesar de la creación de empleo y la reducción del número de desocupados, cerca de un tercio de la fuerza de trabajo en Argentina está aún en la informalidad, que es hoy "la principal causa de la exclusión social"

Esa informalidad, apunta, es la puerta de entrada al mercado laboral de la mayoría de las mujeres, de los jóvenes y de los menos educados.

Remarcó que, mientras en el sector privado formal hay dos varones ocupados por cada mujer, en el informal la relación es casi uno a uno.

Kritz reconoce los esfuerzos realizados para reducir la informalidad y aumentar el presupuesto educativo, pero advierte que, sin embargo, la cantidad de jóvenes de entre 15 y 24 años que no estudian ni trabajan pasaron de equivaler ocho a 10 por ciento del total entre 2003 y 2011. De esa manera, puso de relieve la magnitud de los desafíos pendientes.

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