Mujeres brasileñas remontan el impacto de las inundaciones

Casi un año y medio después de las inundaciones que azotaron buena parte del estado de Río de Janeiro en Brasil, un grupo de mujeres afectadas lucha por retomar sus vidas. Perdieron todo menos las ganas de levantarse de nuevo, más ahora que cuentan con herramientas de trabajo para hacerlo.

Cuando Elisete dos Santos volvía del trabajo a su casa la noche del 5 de abril de 2010, el agua llegaba hasta su pantorrilla.

El temporal había comenzado en la mañana y a las cuatro de la madrugada siguiente el agua invadía ya la mitad de su vivienda en Conjunto da Marinha, una favela o barrio pobre y hacinado de São Gonçalo, esta ciudad del sureste brasileño, a casi 40 kilómetros de Río de Janeiro y al otro margen de la profunda bahía que comparten.

"Lo que más me preocupaba era sacar a mis hijos de allí. Cuando salimos, mi hija casi se ahogó", contó Dos Santos a IPS, con los ojos enrojecidos por el llanto que se le escapaba.

Dos Santos, de 39 años, crió sola a sus hijos, un adolescente de 16 años y una niña de 10, y todo lo que tenía era fruto de una vida de sacrificios. Trabaja en una tienda donde gana el salario mínimo de unos 200 dólares y para sobrevivir completa sus ingresos con un emprendimiento casero de fabricación de bisutería.
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Cuando dejó a su familia alojada en una iglesia cercana y regresó a su vivienda para intentar rescatar algunas pertenencias, el agua le llegaba al cuello.

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Elisete dos Santos recuperó la maquinaria para fabricar sus artesanías

Crédito: Fabiana Frayssinet /IPS

Recuperó los documentos de identidad de todos pero bajo el agua y el lodo quedaron identificaciones menos tangibles, como fotos familiares, pequeños objetos atesorados y muchos recuerdos. También perdió las herramientas y la materia prima para confeccionar sus aros, pulseras y collares.

"Sentí mucha tristeza. Una trabaja con tanto sacrificio, conquistando cada cosa y de repente pierde todo", relató a IPS en su nuevo hogar.

"Pero lo material se recupera con el tiempo y lo importante es que la vida continúe. No hay que desistir", explicó al recordar a algunos vecinos que al contrario de ella "cayeron en la depresión".

Ya consiguió arrendar otra vivienda precaria que le cuesta pagar, porque el gobierno le negó la ayuda de "alquiler social" para las víctimas de las inundaciones, porque no era propietaria.

Pero la división en Brasil de la organización humanitaria internacional Care le donó dos máquinas fundamentales para su trabajo: una soldadora y una rectificadora que están por llegar a sus manos para fabricar sus artesanías.

"Vendo la bisutería en tiendas y a veces en la feria (mercado callejero) y me sirve para complementar mi renta. Con lo que gano compro comida para mis hijos: arroz, frijol, leche, esas cosas", explicó.

Solo en esta ciudad, Care ayuda a 114 mujeres autónomas, entre artesanas, costureras, manicuristas y cocineras que perdieron todo en las inundaciones.

Su mayor pérdida fue "su capacidad productiva, los equipos y materia prima de las cuales dependía su producción y el sostén de su familia", explicó a IPS Leila Menezes, coordinadora del Programa de Cambios Climáticos y Respuesta a Desastres de Care Brasil.

El grupo recibió instrumentos de trabajo, como máquinas de coser, lavadoras, carritos para la venta ambulante, computadoras y congeladores, y también participó en cursos para mejorar su negocio.

Dentro de su programa de ayuda a mujeres víctimas de tragedias climáticas, Care escogió São Gonçalo porque es la segunda ciudad más pobre de Brasil y arrastra uno de los peores índices de violencia.

Los desbordamientos fluviales y los deslaves de 2010 afectaron a unas 10.000 familias de São Goncalo, con casi un millón de habitantes. En todo el estado hubo 473 muertos e incuantificables pérdidas materiales.

Fueron las peores inundaciones en el estado en 46 años. El oceanógrafo David Zee atribuyó el desbordado índice de precipitaciones a las alteraciones climáticas globales y a causas locales, como la erosión de las laderas por la deforestación, la ocupación irregular de las márgenes de los ríos y una expansión urbana desordenada.

En São Gonçalo se suma a su ubicación en una tierra baja, la histórica falta de inversión del Estado en vivienda popular, drenaje pluvial y recolección de basura.

Los gobiernos municipal, regional y federal buscan ahora recuperar el tiempo perdido, mientras que Rosemere Souto, otra víctima de las inundaciones, residente de la favela Salgueiro, asume su responsabilidad con la comunidad.

"Una intenta explicarles (a los vecinos) que si echan basura al río se desbordará, pero muchos no entienden", explicó a IPS Souto, que recibió de Care una máquina de coser industrial.

Ahora integra el colectivo Las Mujeres de Salgueiro y está empeñada en dos objetivos: la mejoría de sus ingresos y la educación ambiental.

Precisamente con su nueva máquina fabricará accesorios de piel de la tilapia, un pez de agua dulce y salada común en la zona. El material lo adquiere a pescadores artesanales, que antes lo arrojaban al río, donde tardaba cinco años en descomponerse.

"Con la inundación quedé ‘de pié y mano quebrada’ (arruinada)", contó Souto. Pero "nada mejor que luchar y ayudar con palabras a la educación del planeta", destacó esta mujer de 48 años, casada con un trabajador de un astillero y con un hijo y cuatro nietos.

Menezes indicó que las mujeres pobres constituyen uno de los grupos más vulnerables de las tragedias ambientales.

Por eso, en el marco del combate a la pobreza y la restauración de la economía local, Care dedica especial atención a las mujeres, porque en general "son madres, que con su propia actividad emprendedora mantienen en gran parte a sus familias", dijo.

Menezes, una psicóloga especializada en resolución de conflictos socioambientales, destacó que estas mujeres, cuando "son equipadas con los recursos que necesitan, tienen mayor poder de recuperar el bienestar de sus familias".

Por ello, apoyar la recuperación económica de las damnificadas por una tragedia natural, para así fortalecer su capacidad de superación, es la respuesta que posibilita "la transformación de la realidad en la que viven, porque contribuye a la restauración de la economía local, al desarrollo social y el combate a la pobreza", agregó.

También por eso, la Secretaría de Políticas para las Mujeres (SPM) de Brasil incluye desde 2007 entre sus ejes prioritarios el tema "del desarrollo sostenible en la perspectiva de género y la ampliación de la justicia ambiental" y trata de incluir el concepto en las iniciativas implementadas por los diferentes ministerios.

La ministra de la SPM, Iriny Lopes, subrayó a IPS que las mujeres son quienes más sufren la tragedias ambientales, entre otras razones "por su histórica condición como responsables de la producción y cuidado de integrantes de la familia como niños, enfermos y ancianos".

"Cualquier cambio que afecte las fuentes y manantiales o el acceso de las personas al agua, por ejemplo, impactará directamente la vida de las mujeres, por ser ellas las que tendrán trabajo doble para conseguir lo suficiente para el cuidado de su familia", ilustró en respuesta a un cuestionario.

Destacó otro hecho que agrava esa situación: las dificultades de las mujeres para conciliar el trabajo doméstico y el trabajo remunerado, este último generalmente en peores condiciones salariales y laborales que los hombres.

Souto sabe bien de esas dificultades y ahora que se transformó en activista socioambiental quiere enseñar a otras mujeres "a pescar y no sólo a recibir el pez".

"Porque la comida que se recibe de ayuda en poco tiempo se termina. Pero con un instrumento de trabajo una consigue todo", festejó sonriente mientras mostraba orgullosa su flamante máquina industrial, con la que "voy a coser la piel del pez".

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