EGIPTO: Vacío de poder en indómita península del Sinaí

La estratégica península egipcia del Sinaí, habitada por tribus beduinas, tenía fama de anárquica aun antes del levantamiento popular de enero y febrero. Pero tras el retiro de la policía, ordenado entonces por el derrocado presidente Hosni Mubarak, empeoró la situación.

"Hay un grave vacío de fuerzas de seguridad", señaló Hatem al-Bulk, periodista egipcio de la nororiental ciudad de Al-Arish, a unos 270 kilómetros de El Cairo. "Además de estar parcialmente desmilitarizada, como lo estipula el acuerdo de Camp David, desde la revuelta no hay casi policías", dijo a IPS.

El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que gobierna de forma transitoria el país tras la renuncia de Mubarak el 11 de febrero, despachó el viernes 12 y sábado 13 unos 2.000 policías y soldados al noreste de la península para evitar "sabotajes y proteger a la población local".

El 29 de julio más de 100 hombres enmascarados atacaron una comisaría de Al-Arish dejando seis personas muertas y 21 heridas.

Al amanecer del día siguiente hubo un atentado contra un oleoducto que está a 15 kilómetros de esa ciudad y que suministra gas natural a Israel y Jordania, el quinto ataque desde febrero.
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Los términos del acuerdo de Camp David entre Egipto e Israel, de 1979, son estrictos en cuanto al despliegue de efectivos militares egipcios en la península. En los hechos, la frontera oriental, contra Israel y la franja de Gaza, ha sido una zona desmilitarizada.

Quizá por eso, el gobernador de Sinaí Norte, Abdel-Wahab Mabrouk se apresuró a explicar que la presencia militar en la zona, con tanques y vehículos blindados, tiene "solo fines defensivos". El periódico israelí Haaretz informó que funcionarios del estado judío habían "aprobado la operación".

El Sinaí carece de fuerzas de seguridad desde el 28 de enero, en plena revuelta popular, porque el atribulado régimen de Mubarak ordenó el retiro de policías de todo el país. El ejército ocupó el vacío, pero no pudo hacerlo en la península por las condiciones del tratado de paz.

Tres días después del retiro de la policía, Israel aceptó el despliegue de 800 soldados, la mayor presencia militar en el Sinaí desde 1979, pero se negó a que El Cairo aumentara esa cantidad.

"Hasta Israel reconoció los peligros del vacío en materia de seguridad del otro lado de su frontera tras el retiro de la policía", señaló Tarek Fahmi, director de la oficina israelí del Centro Nacional de Estudios sobre Medio Oriente, con sede en El Cairo.

"Pero como quedó confirmado por los últimos atentados, 800 soldados no son suficientes para garantizar la seguridad en la zona", dijo a IPS.

Seis meses después de derrocado Mubarak, la policía no volvió.

Además, los beduinos nómades, que desde hace tiempo protestan por la marginación económica, siguen sin tener buenas relaciones con el gobierno central.

"El régimen de Mubarak fracasó totalmente en el desarrollo del Sinaí, tanto en el sector industrial como en el agrícola, lo que generó un profundo malestar en los beduinos", indicó Fahmi. "El gobierno interino no ha hecho lo suficiente para aplacar el resentimiento".

Tampoco ayuda que haya miles de beduinos detenidos en forma arbitraria tras una serie de atentados no resueltos contra centros turísticos de la península, perpetrados entre 2004 y 2006.

Cientos de ellos permanecen en la cárcel sin juicio y a otros tantos les aplicaron, en ausencia, duras penas de prisión.

"El gobierno interino prometió varias veces liberar a los beduinos detenidos sin cargos y derogar las condenas en ausencia, pero le ha dado largas al asunto", indicó Fahmi. "Muchos residentes de la península siguen albergando un profundo malestar", apuntó.

La prensa local e internacional se apresuró a atribuir los últimos atentados a organizaciones islamistas, incluida la célula de Al Qaeda en la península del Sinaí, nunca antes mencionada. Pero Al-Bulk, quien presenció el ataque contra la comisaría, negó esa posibilidad.

"La mayoría de los atacantes fueron beduinos desafectos, matones y contrabandistas, entre los que quizá hubo un grupo de extremistas religiosos", indicó. Los responsables son "conocidos" de los residentes de Al-Arish.

"No tienen relación con organizaciones islamistas ni con Al Qaeda, pues nunca tuvieron una presencia importante en el Sinaí", remarcó Al-Bulk. El régimen de Mubarak "sostenía que esos grupos estaban activos para justificar las duras medidas de seguridad y prolongar el estado de emergencia", añadió.

El jeque Hasan al-Jilfat, cacique de la tribu Al-Sewarka, del norte del Sinaí, criticó a los medios de comunicación por "exagerar enormemente" la presencia de combatientes islamistas en la zona.

"Puede haber algunos miembros en la península, pero ni de cerca su presencia es la que han informado", declaró el lunes 15 al diario independiente Al-Shorouk. Las "ideas extremistas" defendidas por esos grupos "están en contra de los principios, de las costumbres y normas sociales de las tribus del Sinaí", remarcó Al-Jilfat.

"No deben de haber más de 200 o 300 de los llamados "combatientes islamistas" en toda la península del Sinaí", estimó Al-Bulk.

Fahmi coincidió en que no son más de 200 hombres y remarcó que "la prensa exagera la cantidad y su presunta vinculación con Al Qaeda".

También señaló que la cantidad de soldados en la península no basta para garantizar la seguridad.

"Hasta que el gobierno no cumpla sus promesas con los beduinos y promueva el desarrollo de la zona, el malestar seguirá siendo endémico", sostuvo Fahmi.

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