CHINA: La huella verde del gigante asiático

Convertirse en líder de las economías bajas en carbono da a China nuevos bríos diplomáticos para las negociaciones que preceden a la 17 Conferencia de las Partes de Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17), que se realizará a partir del 28 de noviembre en Durban.

La primera ronda de conversaciones climáticas previas, realizada entre el 3 y el 8 de este mes en Bangkok, puso de relieve la atención que está recibiendo la expansión de la economía verde de China, con los negociadores de esta potencia emergente enfrentándose a sus pares de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), dos de sus adversarios tradicionales en las negociaciones de la ONU sobre el cambio climático.

Los gobiernos de naciones más ricas, que desde la revolución industrial son las principales emisoras de gases de efecto invernadero, tuvieron que aceptar el duodécimo plan quinquenal de China, que se reveló en vísperas de la reunión de Bangkok,

Este pilar fundamental de las políticas en el país comunista detalló una serie sin precedentes de iniciativas para crear una economía amigable con el ambiente.

"El plan quinquenal de China acaba de darse a conocer. Necesitamos felicitar a China por hacerlo", dijo Artur Runge-Metzger, principal negociador de la UE sobre el cambio climático, a los periodistas reunidos en Bangkok.
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Pero "necesitamos ver cómo se implementarán esas medidas", agregó.

El plan tiene como objetivo central hallar soluciones, dijo Jonathan Pershing, quien presidió la delegación del gobierno estadounidense enviada a Bangkok.

"Éste es un problema que ningún país puede resolver por sí mismo", añadió.

Los negociadores del mundo en desarrollo evalúan de modo diferente el creciente dominio de China en el paisaje de las economías bajas en carbono, mientras se preparan para las próxima ronda de conversaciones climáticas de la ONU, que se celebrará a mediados de junio en Bonn.

"El surgimiento de China como líder en tecnologías limpias y los planes revelados para reducir su intensidad de carbono mediante el nuevo programa quinquenal vuelven más difícil a los países industrializados tomar por blanco a China en estas negociaciones", dijo un negociador de un país asiático que habló a condición de no revelar su identidad.

"Beijing no jugará según las reglas de Estados Unidos o la UE en estas conversaciones, ahora que está mostrando un mayor compromiso para abordar el cambio climático desde su posición ventajosa", explicó el diplomático a IPS.

"Veremos más de esto en Bonn y luego en Durban", afirmó.

Algunos analistas también han evaluado el perfil sin precedentes que las políticas de Beijing sobre cambio climático han dado a los planes sobre desarrollo del país para el periodo 2011-2015, donde los objetivos de reducir la intensidad del carbono han sido detallados por primera vez, además de nuevas metas sobre desarrollo de energías renovables y eficiencia energética.

"Con la introducción del 12 plan quinquenal el 5 de marzo, vemos las muchas iniciativas políticas, nuevas, expandidas y fuertes, y los objetivos verdes planteados allí como claras evidencias de que las políticas bajas en carbono de China son las mejores del mundo", observaron analistas sobre cambio climático del alemán Deutsche Bank.

"Se espera que en los próximos 10 años China gaste 740.000 millones de dólares en productos de energía renovable", señaló este mes el China Daily, que se publica en inglés.

"Ya representa 50 por ciento de las inversiones mundiales totales en energía eólica, y lidera al mundo en inversiones y desarrollo en energía solar", agregó.

De hecho, los nuevos objetivos de reducción de la intensidad del carbono, que buscan garantizar que las emisiones de carbono por unidades de carbono consumido en el país sean inferiores a 17 por ciento, en comparación con los registros de 2010, fueron una garantía que Beijing dio en la cumbre climática de Copenhague.

Allí, en diciembre de 2009 y ante los países que respaldaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el gigante asiático fue retratado por algunos como un villano, por plantarse contra la presión del mundo industrializado para aceptar el documento final de la cumbre que impulsaban las naciones más ricas.

Ese año, China invirtió unos 34.000 millones de dólares en tecnologías verdes, casi el doble de la suma invertida en tecnologías similares en Estados Unidos, que se estima en 18.000 millones de dólares.

La "marea verde" de China está dificultando las cosas a los negociadores sobre cambio climático de los 37 países industrializados y la UE que, con excepción de Estados Unidos, son firmantes del Protocolo de Kyoto (1997).

El tratado internacional, único legalmente vinculante en el mundo y bajo el cual las naciones industrializadas han acordado reducir sus gases de efecto invernadero, son un pilar fundamental de la Convención Marco.

Para los negociadores occidentales, hay un hecho que sigue siendo preponderante: el 23 por ciento de emisiones de gases invernadero de China, que convierten al gigante asiático en el mayor contaminante mundial. Luego está Estados Unidos, con 20 por ciento, y que es el mayor emisor por persona de esos gases.

"En vez de cumplir sus compromisos para reducir los gases de efecto invernadero, los negociadores del mundo industrializado están trazando planes para debilitar el Protocolo de Kyoto, tomando por blanco a países como China", que no tiene obligaciones en el marco de este tratado, dijo a IPS Meena Raman, de Amigos de la Tierra Internacional.

"Se ha vuelto claro que en el camino a Durban las naciones industrializadas intentarán desregular el régimen internacionalmente vinculante de mitigación con un sistema de compromiso voluntario sin garantías", sostuvo.

La presión sobre China llega en un momento en que los países industrializados tienen que cumplir con lo que prometieron en el Protocolo de Kyoto: reducir cinco por ciento sus emisiones de gases invernadero (en relación a los valores de 1990) para 2012, cuando expire la primera fase del tratado, y luego ir aumentando sus compromisos.

Por su parte, los negociadores de Beijing ya han desdeñado los esfuerzos de las naciones industrializadas para hallar alternativas al Protocolo, incluida una que aspira a atraer a China como parte de un nuevo régimen mundial en materia de cambio climático.

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