MUJERES-ONU: Las bases exigen su lugar

Las voces de muchas mujeres de a pie impregnaron las paredes de una pequeña capilla frente a la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con sus dolorosas y sacrificadas historias de vida, y reclamaron un lugar en cargos de decisión.

Procedentes de más de 27 países, directoras de cooperativas alimentarias, educadoras y activistas se juntaron el miércoles al margen de las reuniones plenarias de la 55 sesión de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés) para discutir sobre vivienda, eco-sustentabilidad y seguridad urbana.

Mujeres visionarias expresaron fuerte y claro su mensaje: "Somos agentes de cambio, no beneficiarias de asistencia".

La Comisión Huairou organizó el encuentro llamado "Grassroots Speakout on UN Women" (pronunciamiento de las bases sobre ONU Mujeres), que congregó a 50 activistas que compartieron relatos, sugerencias y críticas a la nueva agencia del foro mundial para equidad de género.

La coalición internacional trabaja a nivel de base promoviendo el poder político femenino y colectivo en el ámbito global.
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"Durante mucho tiempo, las mujeres de a pie quedaron fuera de la agenda, de la planificación y de las consultas dentro de la arquitectura de género de la ONU", reza una declaración de Huairou en la CSW. "A lo sumo han sido consideradas como objetivo o beneficiarias de proyectos o incluidas en paneles para hacer acto de presencia", añade.

Es hora de aprovechar la existencia de ONU Mujeres para integrar a las verdaderas activistas, a las víctimas de abusos y a las trabajadoras.

De una cooperativa comunitaria a una junta ejecutiva

Rose Mapendo, sobreviviente de un "campamento de la muerte" en República Democrática del Congo y fundadora de la red de apoyo Mapendo New Horizons (Mapendo nuevos horizontes), no pudo aguantar las lágrimas al relatar su vida signada por la pérdida de seres queridos, la supervivencia y la lucha.

Tras presenciar la muerte de su esposo, la arrastraron a un "campamento de la muerte", apoyado por el gobierno, junto con sus 10 hijos e hijas, donde mataban de hambre y golpeaban sistemáticamente a mujeres, niños y niñas.

En ese ambiente dio a luz a unos mellizos y tuvo que atar ella misma el cordón umbilical con su cabello. La experiencia, el terror de la guerra y las atrocidades la convirtieron en una aguerrida luchadora por los derechos femeninos.

"Somos iguales", dijo Mapendo a IPS. "Los hombres no pueden sobrevivir sin nosotras, todos nacieron de una mujer, nos necesitamos", apuntó.

"Como sobreviviente sé cómo conferir valor a las mujeres, sé qué tenemos en común", indicó. "Somos madres, somos iguales. Avergonzar a una es avergonzar a todas, es mi propia vergüenza y la tuya y también de la agencia de la ONU", apuntó.

"Tienen que participar las verdaderas víctimas, las que sufrieron, las que realmente comprenden, desde las entrañas, que tenemos que luchar juntas y amarnos unas a otras. Es a ellas a las que hay que escuchar", remarcó.

Una por una, con audacia y con confianza, mujeres que hasta ahora no habían salido de sus países hablaron micrófono en mano y coincidieron con Mapendo.

Todas son líderes en sus comunidades, agricultoras de Perú que trabajan para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo, residentes de asentamientos en la capital de Papúa Nueva Guinea concentradas en que las zonas hacinadas sean más seguras para las mujeres, trabajadoras de cooperativas en Filipinas que ofrecen créditos a empresarias y campesinas de Nigeria que se esfuerzan por crear aldeas con economías ecológicas.

Las participantes representaban a una conglomerado de 1.000 o más organizaciones más pequeñas, y lamentaron su exclusión de las consultas de alto nivel, de los órganos de decisión y de las estructuras directivas de la ONU.

Todas pidieron a ONU Mujeres que cambie su estructura, que ponga fin a la exclusión e integre a organizadoras locales si pretende lograr un cambio real y duradero.

La mesa rota

Cientos de mujeres de a pie y profesionales participaron el 26 de febrero en el encuentro "Celebrando ONU Mujeres: hacia adelante".

La organización estuvo a cargo de Women’s Learning Partnership (asociación de mujeres para aprender), dedicada a capacitar y respaldar a potenciales líderes en países de mayoría musulmana.

El encuentro reunió panelistas que pensaron sobre el rumbo de acción adecuado para la naciente ONU Mujeres, que ya está generando malestar por su incapacidad para hacer frente a los enormes desafíos que tiene por delante.

"El fracaso de planes e ideas de anteriores agencias de la ONU fue rotundo. Sin embargo, hemos decidido no cambiar nada y seguir igual que en los últimos 65 años", se lamentó Mallika Dutt, presidenta y directora general de Breakthrough.

En vez de concentrar más mujeres en la "mesa rota", ONU Mujeres debe cambiar de forma radical el diseño de la mesa, como lo hacen desde hace años las activistas de base.

"No basta con agregar mujeres a una serie de políticas y entidades fallidas, la agencia de la ONU debe convertirse en una voz política para las bases", añadió.

Durante demasiado tiempo, la ONU permitió que fundamentalistas religiosos usurparan las conversaciones sobre equidad de género ahogando las prioridades de las mujeres dentro del foro patriarcal, indicó Francis Kissling, investigadora invitada del centro de bioética de la estadounidense Universidad de Pennsylvania.

"El estatus de la Santa Sede dentro de la ONU mejoró mucho en los últimos 20 años", dijo a IPS. "La agencias le temen. Lanzó campañas contra Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas), que reforzaron su natural cautela", apuntó Kissling, ex presidenta de Catholics for a Free Choice (Católicos por la libertad de elección).

"La existencia misma del Consejo de Seguridad es antiética respecto de un modelo feminista de resolución de conflictos. Asume que los más poderosos son los que resuelven los problemas de los más débiles y sin su participación", remarcó.

"La fórmula del veto imposibilita la negociación entre pares. En un modelo feminista, las partes enfrentadas ocuparían los lugares más privilegiados de la mesa. Sus experiencias y necesidades serian prioritarias", explicó Kissling.

"Necesitamos que víctimas y testigos estén presentes en las altas esferas de ONU Mujeres", dijo Mapendo a IPS. "Sólo cuando escuchemos sus historias podremos verdaderamente, desde nuestros corazones, luchar para poner fin a las atrocidades", apuntó.

"No podemos cambiar el pasado, pero sí trabajar juntas, a nivel de base, para cambiar el futuro", concluyó.

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