ISRAEL-PALESTINA: Los que perdieron edifican puentes

Las conversaciones de paz en Medio Oriente siguen estancadas, pero activistas se niegan a esperar sentados. El Círculo de Padres-Foro de Familias, integrado por israelíes y palestinos que perdieron a parientes en el conflicto, intenta construir puentes entre ambas partes.

"Esperar a que nuestros respectivos líderes hagan la paz tomará mucho tiempo", dijo a IPS el director de la oficina israelí de la organización, Rami Elchanan. "Es a través de la gente común que podemos crear un futuro diferente".

"Queremos prevenir más sufrimiento (…) influenciando al público y a los políticos para que prefieran el camino de la paz al de la guerra, así como educando sobre la paz y la reconciliación", señaló.

"También queremos promover el cese de todo acto de hostilidad y el logro de un acuerdo político, impidiendo el uso del dolor como medio para expandir la enemistad entre los dos pueblos", añadió.

Cada semana, miembros del Círculo de Padres-Foro de Familias dan charlas en escuelas, universidades, hoteles y otros centros a israelíes, palestinos y extranjeros. El grupo también organiza campamentos de verano, ofrece seminarios de liderazgo y realiza documentales en radio y televisión.
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La organización está conformada por 13 palestinos e israelíes que trabajan en dos oficinas, una en Tel Aviv y otra en la ciudad palestina de Aram, al norte de Jerusalén. El personal es apoyado por un gran grupo de voluntarios capacitados y experimentados, procedentes de familias fracturadas, y por una red de organizaciones internacionales.

El grupo también organiza conferencias en la comunidad autónoma española de País Vasco y en Irlanda del Norte.

Wilhem Verwoerd, nieto del ex primer ministro de Sudáfrica y arquitecto del apartheid en ese país, Hendrik Verwoerd, expresó su admiración por el Círculo luego de que éste visitara Irlanda del Norte, donde él reside actualmente.

Aziz Sara, un palestino miembro de la organización, perdió a su hermano mayor Tayseer luego de que éste fuera torturado por las fuerzas de seguridad israelíes hace 15 años.

"Me volví extremadamente resentido y furioso. A pesar de tener 10 años sabía que su muerte no había sido natural y que alguien era el responsable. Crecí con furia en mi corazón. Quería justicia, quería venganza", recordó Sara.

Pero con los años, y gracias a su involucramiento con el Círculo, fue cambiando de pensamiento.

"Me sentí en la obligación de utilizar mi dolor para propagar la paz, en vez de usarlo para alimentar el odio, que finalmente me consumiría. Creo que todos estamos obligados a hacer lo mejor de nosotros para crear la paz", explicó Sara.

Otra integrante del grupo, Moira Julani, de 43 años, madre de tres hijas, también procesa su dolor. "Algunos días me siento furiosa y quiero venganza, pero la mayor parte de los días pienso en la situación racionalmente y quiero educar a las personas sobre la situación en el terreno en la Palestina ocupada", contó.

"No deseo que otros sufran lo que yo estoy atravesando, no importa cuál sea su religión o nacionalidad", dijo a IPS. "No estamos discutiendo a quién culpar, quién comenzó el conflicto o quién sufrió más", dijo Julani. "Reconocemos a la otra parte como seres humanos iguales que sufren de la misma forma que nosotros".

El israelí Elhanan, de 61 años, tiene hoy tres hijos. Hace 13 años, perdió a su hija adolescente Smadar.

"Estaba conduciendo al aeropuerto de Tel Aviv cuando recibí una llamada desesperada de mi esposa en Jerusalén diciendo que había ocurrido un atentado suicida palestino y que nuestra hija Smadar había estado cerca", recordó.

"Las horas siguientes las pasé contactando estaciones policiales y a hospitales, intentando desesperadamente averiguar si nuestra hija había sido ingresada. Finalmente, fuimos a identificar su cuerpo", añadió.

"El día en que murió Smadar, una gran parte de mí también murió", dijo.

En el atentado fallecieron cinco israelíes, incluyendo a Smadar, y cientos más resultaron heridos cuando tres jóvenes palestinos de Cisjordania se hicieron estallar en un mercado, en septiembre de 1997. Smadar se dirigía con amigos a comprar libros de texto.

Moira Julani perdió al amor de su vida debido a la violencia del conflicto. Pero su pérdida se produjo al otro lado de la frontera.

Hace varios meses, el esposo palestino de Julani, Ziad, fue asesinado a quemarropa por un policía israelí.

"Era un día hermoso, y Ziad me dijo que preparara a las niñas para que cuando regresara iríamos al mar Negro. Él se iba a las oraciones islámicas del viernes", contó Julani a IPS.

Cuando Ziad conducía por Jerusalén oriental, quedó atrapado en el fuego cruzado de pedradas y tiros entre jóvenes palestinos y soldados israelíes. Viró para eludir las piedras y accidentalmente rozó a policías, que abrieron fuego contra él.

Asustado, salió de su automóvil e intentó escapar, pero cayó al suelo gravemente herido. Uno de los policías se acercó y le disparó en la cabeza varias veces. Murió poco después en el hospital.

El policía cambió su versión de lo ocurrido en varias ocasiones. Ninguno de los uniformados israelíes involucrados fue llevado a la justicia.

"Mi esposo no tenía ninguna actividad política", dijo Julani a IPS.

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