ÁFRICA: El futuro está en la electricidad verde

A medida que el cambio climático abraza más y más a África, ampliando la duración y severidad de inundaciones y sequías, se vuelve urgente obtener un suministro eléctrico renovable y descentralizado.

Leyendo con una lámpara alimentada de energía solar Crédito: Evelyn Kang'ethe/IPS
Leyendo con una lámpara alimentada de energía solar Crédito: Evelyn Kang'ethe/IPS
Son muchos los especialistas que insisten en cambiar las políticas económicas y comerciales de modo que propicien ese desarrollo verde.

"Las grandes economías del mundo viven a expensas de transacciones financieras sin vínculos con el desarrollo", alertó Supachai Panitchpakdi, secretario general de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad).

"El aumento de las exportaciones no implica automáticamente un crecimiento económico verde, debemos apuntar al comercio para el desarrollo", remarcó.

Para que la economía sea verde se necesitan políticas nacionales en materia de inversiones, medidas impositivas, protección de la industria local, incluidos los subsidios y los cambios a los regímenes de derechos de propiedad intelectual para que no sean tan limitantes, indicó Panitchpakdi.
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"Las políticas de desarrollo verde permiten proteger el ambiente y favorecen el crecimiento económico", apuntó.

La provisoria recuperación económica global que se registró este año no generó trabajo porque el actual modelo de crecimiento está concebido para que "la gente sea despedida", opinó el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente, Achim Steiner.

El modelo "favorece un suministro de energía concentrado, que requiere muy poco personal", dijo Steiner a IPS.

La economía que genera poco dióxido de carbono no es para los países ricos, sino para los más pobres porque logra un uso más eficiente de los recursos, emplea a más personas y baja el costo del desarrollo, explicó.

"Tenemos que hacer crecer las economías de África, pero mediante un desarrollo sostenible, verde y desvinculado del uso cada vez mayor de los recursos", remarcó Steiner.

"Después de 50 años de desarrollo, 80 por ciento de la población de Kenia no tenía electricidad. Con la introducción de energías renovables en 2008, aumentó como nunca antes la cantidad de usuarios", añadió.

El sistema de tarifas de alimentación de Kenia, similar al de Alemania, producirá este año unos 1.300 megavatios a partir de biomasa, biogás y pequeñas represas, así como de energía geotérmica y eólica y solar.

Se trata de un sistema en el que el Estado se compromete a comprar la energía generada a precios superiores a los del mercado por un período suficientemente largo para compensar las inversiones privadas en fuentes alternativas y asegurar ganancias.

Alemania emplea más de 380.000 personas en el sector de energías renovables y 1,8 millones en el rubro ambiental, mucho más que su tan mentada industria automotriz, indicó Steiner.

"Más de 500 millones de campesinos africanos no tienen electricidad, o la tienen por periodos muy breves", indicó Nebojsa Nakicenovic, del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados, con sede en Austria.

"Gran parte de los ingresos se va en queroseno o gasóleo, que cuestan el doble del promedio que pagan los europeos," dijo a IPS el economista especializado cuestiones energéticas. "O peor, se ven obligados a usar linternas, la forma más cara de iluminación que pueda haber", añadió.

El costo de lograr el acceso universal a los servicios de energía modernos en el mundo asciende a entre 80.000 y 100.000 millones de dólares al año, estimaron varias investigaciones realizadas este año, incluidas las de la Agencia Internacional de Energía y la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, con sede en Viena.

"Parece mucho dinero, pero es sustancialmente menos que los entre 300.000 y 600.000 millones de dólares destinados todos los años a subsidiar los combustibles fósiles", remarcó Nakicenovic.

Técnicamente se puede lograr el acceso universal, implica generar unos 20 gigavatios, menos de lo que países como Sudáfrica y Brasil han podido agregar en los últimos años.

Mejorar el acceso a la electricidad supone muchos beneficios para África pues permitirá promover el desarrollo económico, contribuir a mejorar la salud de millones de personas disminuyendo la contaminación doméstica por las emanaciones de queroseno y la quema de biomasa, reducir las emisiones de gases invernadero y la deforestación.

Distribuir electricidad y tecnología local para fomentar el uso de energías renovables se ajusta más a la coyuntura africana.

El desafío es movilizar la inversión necesaria, apuntó Nakicenovic. Los fondos deben canalizarse a través de programas nacionales con compromisos financieros de la comunidad internacional a largo plazo.

"No necesitamos tratados internacionales para hacerlo", aseguró. "Haciendo las cosas bien se logra un crecimiento verde y prosperidad", aseguró.

* Este artículo forma parte una serie producida con apoyo de la Red de Conocimiento sobre Clima y Desarrollo http://www.cdkn.org.

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