Una nueva amenaza se cierne sobre el tiburón: su pesca en las aguas mesoamericanas del océano Pacífico para usar a esta especie marina ancestral para transportar cocaína desde América Central a Estados Unidos, pasando por México.
Esa región costera y marítima se ha vuelto zona de tránsito para la droga producida en Colombia, en la ruta hacia el mercado estadounidense, el mayor consumidor de cocaína del mundo según cifras de Naciones Unidas.
"Lo que sucede en alta mar ocurre con todas las pesquerías, no sólo la de tiburón", explicó a IPS Juan Carlos Cantú, director de Programas en México de la no gubernamental Defensores de Vida Silvestre, con sede central en Washington.
Cantú detalló que "México prácticamente no exporta tiburón, excepto aletas, importa tiburones de Costa Rica, para el consumo de carne en el mercado doméstico".
Hay evidencias del vínculo entre la captura de este depredador marino y el tráfico de drogas. En junio de 2009, la embarcación Dover Strait fue interceptada por autoridades de Costa Rica, cuando transportaba una carga de tiburones congelados con destino a México, desde Caldera, un puerto privado en la costera ciudad de Puntarenas.
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En las cavidades de los tiburones fueron hallados y decomisados 894 kilos de cocaína. Un mes después, la fuerza pública costarricense interceptó un cargamento con otros 419 kilos de esa droga a un pescador, cuando la transportaba por tierra, oculta bajo hileras de tiburones y pargos rojos.
La mayor parte del tráfico de cocaína en el área se realiza por mar, explicó a IPS Carlos Alvarado, director general del Instituto Costarricense sobre Drogas.
"Tenemos que hacer un esfuerzo para trabajar con una flota de lanchas rápidas, dentro de las 12 millas de mar territorial" y buscar la cooperación internacional más allá de ese límite, dijo.
Los carteles de traficantes de Colombia y México han establecido rutas en el Pacífico que parten de la nación sudamericana y bordean el litoral centroamericano. Costa Rica ha pasado a tener un papel específico, con el abastecimiento de combustible a las lanchas rápidas de los narcos, entre otras tareas.
Una vez en alta mar, los narcotraficantes pagan el combustible con paquetes de droga a los pescadores. El gobierno desconoce el valor de este pago en especie.
Los muelles privados, como el de Caldera, es otro de los problemas fundamentales, señaló a IPS el biólogo costarricense Randall Araúz, director del Programa de Restauración de la Tortuga Marina (Pretoma).
Araúz obtuvo el Premio Medio Ambiental Goldman 2010 por su lucha contra el "aleteo" del tiburón, una bestial práctica pesquera que se ha intensificado en el área en aparente conexión con el tráfico del alcaloide. Se trata de capturar al animal, cortarle las aletas y devolverlo vivo al mar, donde muere por la falta de movilidad.
"Al ser privados (los muelles), la policía solo puede entrar con una orden judicial. Es cierto que los dueños permiten el paso a las autoridades, pero no es igual", planteó el biólogo.
A las autoridades mexicanas les corresponde, entonces, la responsabilidad de vigilar la travesía de las embarcaciones pesqueras por su costa pacífica e intervenir, si sus contrapartes centroamericanas les informan de navegaciones sospechosas.
La sobreexplotación del tiburón se ha agudizado en años recientes en México, al grado de colocar a varias especies en la cornisa de la extinción, lo que ha hecho caer su captura.
En 1990 se extraían 34.000 toneladas del escualo, mientras en los últimos años la cifra ha caído a un promedio anual de 26.000 toneladas, según datos de la Secretaría (ministerio) de Agricultura y Pesca.
Las autoridades pesqueras mexicanas han otorgado unos 240 permisos de pesca del tiburón, según la Carta Nacional Pesquera, cuya última edición fue en 2006.
La regulación oficial vigente desde 2007 prohíbe el aleteo y estipula las artes de pesca y el tipo de barcos aptos para la captura del tiburón. Previamente, la actividad se practicaba sin regulación y provocaba la matanza asociada de ballenas, lobos marinos, delfines y tortugas marinas, a causa del empleo de grandes redes de arrastre.
En Costa Rica, una ley prohíbe desde 2006 la descarga del tiburón sin las aletas, que representan cinco por ciento del peso de los escualos pero son las partes con mayor provecho económico, por la alta demanda de China y Japón, que las tienen como parte preciada de su alimentación.
El activista mexicano Cantú aseguró que en el país actualmente "80 por ciento de especies está en riesgo. Existe mucha captura ilegal y no hay ningún control".
La regulación oficial mexicana 059 sobre las variedades en riesgo solo incluye a tres especímenes de escualos en la lista: el blanco (Carcharodon carcharias), el peregrino (Cetorhinus maximus) y el ballena (Rhincodon typus).
Pero ni siquiera estas tres variedades gozan del estatus de protección especial, porque su control sigue bajo la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables de 2007. Cuando una especie pasa a ser protegida su vigilancia pasa a la Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente y le rige la Ley de Vida Silvestre, vigente desde el año 2000.
El tiburón es un "depredador tope", explicó a IPS Erick Ross, coordinador de Recursos Marinos Sostenibles de la no gubernamental MarViva, pues está en la cúspide de la cadena alimenticia, manteniendo la salud de los ecosistemas al eliminar individuos débiles de las poblaciones de otros peces, lo que mejora su pool genético.
"Una clara indicación de que un ecosistema está enfermo es cuando se dejan de observar depredadores tope como tiburones, meros, picudos, etc. Ésta es también una indicación de sobrepesca, pues se están explotando las poblaciones de una manera que no es sostenible", se extendió Ross.
En marzo fracasó el intento de incluir un grupo de especies de tiburones en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), durante la 15 reunión de sus países miembros, realizada en Qatar.
En ese Apéndice figuran especies que no están necesariamente amenazadas de extinción, pero que podrían llegar a estarlo a menos que se controle estrictamente su comercio.
"Es desafortunado que no hayan podido entrar, porque de esa manera se hubiera podido conocer a fondo cómo está sucediendo el comercio internacional. Qué volumen se está importando y exportando, de qué país a cuál, de qué especie", analizó Cantú.
*Con aportes de Daniel Zueras (San José de Costa Rica)