Voto a voto disputan el favor del electorado los dos candidatos a la Presidencia de Brasil en la segunda vuelta del domingo 31 y, por ello, el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) moviliza en las calles a su base electoral, adormecida tras ocho años en el poder.
Con el aconsejado cuidado de rebajar la presencia del color rojo, distintivo en los actos partidistas de campaña, los "petistas" que en 2002 llevaron a la Presidencia a Luiz Inácio Lula da Silva, dejaron sus poltronas para empujar hasta el triunfo a su candidata, Dilma Rousseff.
Analistas aseguran que los militantes y votantes del PT reaccionan ante la necesidad de garantizar la continuidad de las conquistas de los ocho años de gobierno de Lula, como el crecimiento económico, la inclusión social y el papel protagónico y soberano de Brasil en el escenario internacional.
Son electores que no necesariamente votaron por Rousseff en la primera vuelta del 3 de octubre o se identifican con la izquierda brasileña, pero que ahora "unen fuerzas" para impedir el triunfo del Partido por la Socialdemocracia Brasileña y su candidato, José Serra, cuyo eventual triunfo perciben como "un retroceso" político.
Se suceden las movilizaciones de respaldo a Rousseff que mezclan cultura y política. La última de gran alcance se produjo el domingo 24 en la playa Copacabana de Río de Janeiro, donde los organizadores apelaron a uno de los más sentidos símbolos populares de Brasil: el carnaval.
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La "Escuela de Samba de Dilma" desfiló con su "bateria", la orquesta de instrumentos de carnaval, para apoyar a la candidata que logró 47 por ciento de los votos en la primera vuelta y a la que las encuestas asignan una intención de voto de 50 por ciento en el balotaje, frente a 40 por ciento de Serra, que obtuvo 31 por ciento el día 3.
"Soy la portabandera de Dilma", sintetizó orgullosa a IPS Maria Helena, de la escuela de samba Emperatriz, una de las más tradicionales del carnaval carioca, responsable de llevar la bandera con los colores de la agrupación.
"Es la primera vez que veo que alguien se preocupa por los pobres", agregó respecto a Lula, quien tras dos gobiernos consecutivos dejará la Presidencia el 1 de enero y tiene 80 por ciento de popularidad.
"Con Lula el pueblo brasileño, las personas más pobres tuvieron oportunidades únicas. Realmente hubo distribución de renta", acotó otra mujer que se identificó como la profesora Sonia y formaba parte de los cientos de manifestantes que seguían entusiasmados la banda electoral-carnavalesca.
La inédita banda carnavalesca estuvo encabezada por un "abre alas" bloque delantero de la Escuela de Samba- de reconocidas figuras políticas del PT, como el reelecto diputado provincial y ex ministro de Ambiente de Lula, Carlos Minc.
Sin dejar de bailar al pegadizo ritmo de la "samba de Dilma", Minc dijo que respalda a la candidata del PT porque ella es la que puede llevar una "bandera verde" en defensa del medio ambiente de Brasil.
El sociólogo Emir Sader coordinó en un teatro de esta ciudad otro de los innumerables actos organizados por el PT para movilizar a sus electores tradicionales, que se han multiplicado desde que las encuestas muestran un acercamiento entre los candidatos, que genera inseguridad sobre un triunfo de Rousseff que se daba por hecho.
Figuras del PT y del mundo intelectual, religioso y artístico brasileño se unieron en el escenario para respaldar a Rousseff. Se requiere un "país que priorice la educación, la cultura, la sustentabilidad, la erradicación de la miseria y de la desigualdad social" y que "preserve su dignidad reconquistada", dijeron los convocantes.
Protagonista y receptor de los mayores aplausos en un teatro a rebosar fue el cantante Chico Buarque, que abanderó las muestras de apoyo a Rousseff, sentada a su lado junto a otros mitos de la izquierda brasileña, como el centenario arquitecto Oscar Niemayer, el arquitecto de Brasilia, la capital.
"Lula no habló bajito a Estados Unidos y no habló alto a Bolivia y Paraguay", ejemplificó Buarque al subrayar la necesidad de que continué esa política exterior.
El teólogo Leonardo Boff, quien encabeza un grupo religioso de apoyo a la candidatura de Rousseff, destacó la "revolución sin violencia" impulsada por Lula para atender en "gran parte" las necesidades de los más pobres.
"Las clases dominantes no soportan que un hijo de la pobreza, sobreviviente de las tribulaciones brasileñas, que viene de abajo, llegue a ser presidente", dijo ante un público que retornó al agite de banderas y los gritos de consignas políticas.
"Para ellos un peón como Lula (un trabajador metalúrgico) debe estar en la fábrica para producir para ellos. La presidencia es un lugar reservado para ellos", reforzó al referirse al electorado y el sector social que representa Serra.
Otro protagonista de las luchas sociales brasileñas, que cimentaron los basamentos del PT, estuvo presente en el acto: el dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) Joao Pedro Stédile.
"Nuestra posición no es única", aseguró a IPS. "Es una posición colectiva debatida con los principales movimientos sociales del país y eso no nos quieta nuestro derecho de criticar las malas políticas del gobierno de Lula, manteniendo nuestra saludable autonomía", afirmó.
Junto a otras organizaciones campesinas, estudiantiles, sindicales y de mujeres, el MST decidió "ir a la lucha para apoyar a Rousseff", a fin de que no venza la "propuesta neoliberal" y "fascista" de Serra.
Pese a las reservas sobre el gobierno de Lula por temas como la reforma agraria, el manifiesto de las organizaciones sociales dice tener, al menos, una certeza.
Serra, ex ministro de Salud de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), aducen, representaría un "retroceso para los movimientos sociales y populares ( ) para las conquistas democráticas en nuestro continente, y una mayor subordinación al imperio de Estados Unidos".
Otro grupo religioso, conformado por laicos, pastores, sacerdotes y obispos de iglesias evangélicas y católicas, salió de los templos para apoyar a la candidata del PT.
Reaccionan, explicaron, a la "ofensiva conservadora" que identifica a Rousseff como defensora del aborto, aunque ella nunca se pronunció en ese sentido.
"Sabemos que hay personas que se dicen religiosas y que cometen atrocidades contra niños. Por eso tener un candidato religioso no necesariamente es un parámetro para tener un gobernante justo", dice el manifiesto pastoral.
La reacción conservadora de grupos religiosos fue, según el analista Ricardo Ismael, de la Pontificia Universidad Católica, uno de los motivos que impidió el triunfo de Rousseff en la primera vuelta.
Pero Ismael mencionó otros factores como las denuncias de corrupción contra colaboradores cercanos de Rousseff y al crecimiento de la candidata del Partido Verde y ex ministra de Ambiente de Lula, Marina Silva, quien obtuvo casi 20 por ciento de los votos el día 3.
Brasil llega a la recta final de la campaña con un escenario "muy disputado y emocionante" que sólo se despejará en las urnas, afirmó.