Festividad islámica se celebra a oscuras en Gaza

Se acerca la festividad musulmana de Eid al Fitr, y en Gaza continúan los cortes de electricidad que mantuvieron en penumbras a sus habitantes durante todo el mes sagrado de Ramadán.

Niños vendiendo artículos en Gaza. Crédito: Mohammed Omer/IPS
Niños vendiendo artículos en Gaza. Crédito: Mohammed Omer/IPS
Los prolongados apagones, que duran entre 12 y 16 horas a diario, son el tema de conversación principal de los gazatíes. Hace mucho calor, es Ramadán (mes en el que los fieles islámicos realizan ayunos diarios), y la gente está sedienta, hambrienta y desesperada.

El suministro de electricidad comenzó a verse afectado desde que Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) ganó las elecciones de 2006, ante lo cual Israel y Egipto decidieron imponer un bloqueo económico. Israel lanzó ataques aéreos contra este territorio costero en 2008, dañando las seis centrales proveedoras de energía.

No hay señales de mejoría desde entonces.

"La vida está paralizada aquí", dijo Sami Abu Ouaf, de 45 años, desempleado y con siete hijos a cargo en el campamento de Buriej, en el centro de la franja de Gaza. "Éste es el precio que debemos pagar por la democracia".
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"Nunca me imaginé este tipo de castigo por haber votado: no tener electricidad ni agua ni gas", añadió Abu Ouaf, quien debe estar atento al momento en que se reinicia el suministro en los horarios estipulados por el plan de racionamiento energético. "Es una democracia a vela, siempre y cuando uno pueda comprar velas".

El horario del suministro varía según las localidades y según el día, explicó Kanan Obied, de la Autoridad de Electricidad de Gaza. La situación se agravó hace unas pocas semanas en coincidencia con el inicio de Ramadán.

Para los gazatíes será especialmente difícil la celebración de Eid al Fitr, banquete de caridad que marca el fin del mes de ayunos.

La Unión Europea (UE) suspendió en agosto el financiamiento que extendía a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) —con sede en la central ciudad cisjordana de Ramallah— para que proveyera de combustible diesel a los generadores en Gaza.

El bloque europeo acusó a Hamás de malversar los ingresos de la compañía de electricidad. Sin embargo, el gobierno gazatí respondió que se trataba de solo un funcionario corrupto que fue identificado.

En los mercados y calles, los gazatíes coinciden en que la Organización de las Naciones Unidas, la UE y la Liga Árabe deberían procurar una solución rápida a la crisis. "Este intento occidental de volvernos contra Hamás va a fracasar", dijo Zahran Awad, de la ciudad de Gaza.

La atención de la prensa internacional sobre la crisis de electricidad parece disminuir. Muchos gazatíes sienten que han sufrido por demasiado tiempo y creen que la situación continuará sin cambios.

Alrededor de dos tercios de los 1,5 millones de habitantes de Gaza son refugiados de las guerras de 1948 y 1967, de los cuales 675.000 viven por debajo de la línea de pobreza, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Medio Oriente.

Abu Ouaf explicó cómo sufre los apagones. "Compramos suficiente comida y medicamentos por un día, ya que es imposible hacer funcionar el refrigerador".

Asegurar el suministro de combustible para los generadores es el desafío inmediato. Ni el gobierno de Gaza ni el de la ANP están dispuestos a pagar los 13 millones de dólares necesarios cada mes.

Yousef Rizka, alto funcionario de Hamás y asesor del primer ministro Ismail Hanyieh, sugirió como solución que los gobiernos en Ramallah y en Gaza descontaran 45 dólares al mes a cada funcionario público.

El gobierno gazatí cuenta con 30.000 empleados, lo que significa que, en teoría, habría 1,35 millones de dólares al mes disponibles para pagar el combustible.

Pero esto también sería una medida temporal, ya que la compañía de electricidad tiene deudas por hasta 1.300 millones de dólares, y nadie ha abordado este problema aún.

En Rafah, en el sur de la franja de Gaza, el comerciante callejero Mohammad Abdelal, de 85 años, se queja de la situación mientras prepara su puesto para vender ropa contrabandeada desde Egipto. "Nunca hemos pasado un momento más difícil en toda nuestra vida", señaló.

Para su esposa Hadia Abdelal, de 75 años, los cortes de electricidad son "la última pesadilla en el cerco a Gaza". Sus nietos, que han "sufrido tanto en los últimos años", ahora se acostumbran a estudiar a la luz de la vela.

Durante estos calurosos meses de verano, Abdelal extraña "divertirse y beber agua fría". Pero rara vez tienen agua por cañería, ya que las centrales proveedoras necesitan de electricidad. Son las personas con mayor poder adquisitivo las que pueden darse el "lujo" de contar sus propios generadores para bombear el líquido.

La familia Abdelal tiene suministro una vez cada tres días, y por lo general el tanque se seca rápidamente. Cuando logran llenarlo, usan el agua fundamentalmente para beber. "Una ducha es un lujo", dijo un joven de Jabalyia. Pero un amigo lo corrigió: "No, es un sueño".

Los cortes de energía también han afectado la planta de tratamiento de aguas servidas. La central funciona esporádicamente y, como consecuencia, cada día 88.000 metros cúbicos de agua sucia o parcialmente tratada se vierten en el mar Mediterráneo. Las aguas contaminadas son peligrosas para los peces.

Una clienta de Abdelal, Ghalia Abu Jamiea está preocupada por sus nueve hijos. "Los tres más pequeños por lo general se despiertan en la oscuridad gritando de miedo. Que se orinen en la cama se ha vuelto algo de cada noche", contó.

Para esta mujer de 49 años, no hay solución. Aun si alguien les regalara un generador, no tendrían dinero para comprar el combustible.

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