Aunque el escudo financiero de la Unión Europea (UE) para evitar el contagio de la crisis griega tuvo reflejos positivos, en América del Sur no descartan daños colaterales, sobre todo los derivados del recorte fiscal dispuesto por España, Portugal y a estudio en otros países del bloque.
El vicepresidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB), José Augusto de Castro, dijo a IPS que la preocupación mayor es la fluctuación del valor internacional de las materias primas y derivados, que según datos de esa organización representan entre 75 y 80 por ciento de las exportaciones generales del Mercosur (Mercado Común del Sur).
Precisó que entre 30 y 35 por ciento de la producción de los productos básicos del bloque, conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, tiene como destino a la UE, el segundo mayor receptor después de China, que compra 45 por ciento.
La aprobación el 10 de este mes en la UE de un plan de rescate, que incluye un fondo de préstamos de 750.000 millones de euros (unos 940.000 millones de dólares) para socorrer a miembros en apuros, hizo retroceder al nivel anterior a la crisis el precio de las materias primas, que habían tenido un alza generalizada.
De Castro apuntó que ese "paquete (de ayuda) fue inicialmente positivo" para el Mercosur, porque permitió una recomposición de los precios". Pero advirtió sobre un posible contagio incluso más allá de Europa "si un plan de ese tamaño fracasa".
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Es la opinión también de la economista argentina Marina Dal Poggetto, quien no ve por ahora una incidencia de la economía sudamericana, más allá de una fluctuación del tipo de cambio propio del nerviosismo inicial provocado por los problemas griegos.
Dal Poggetto dijo a IPS que el Banco Central Europeo (BCE) está actuando como un "halcón" para impedir que caigan las economías del bloque, a diferencia de la actitud adoptada por su similar de Estados Unidos, la Reserva Federal (FED), en la crisis que estalló en 2008 en ese país y que contagió a la economía global.
El BCE "mira la inflación y el déficit y no el riesgo sistémico", es decir que es "más ortodoxo" y duro de lo que fue la FED, al exigir los recortes fiscales y ajuste en otras áreas de las economías más débiles de la UE, explicó.
"El riesgo es muy grande" y los europeos "no van a dejar que colapse su sistema financiero", opinó.
Sin embargo, los efectos del paquete con sus exigencias de ajuste fiscal en España, Grecia y Portugal pueden afectar el intercambio comercial con el Mercosur, pues se hará más lento el ritmo de crecimiento de las economías europeas, complementó De Castro.
Pero este ejecutivo analiza un ángulo diferente de la crisis y es respecto de Argentina. Es que estalló justo cuando Buenos Aires lanza su nueva propuesta de canje de los bonos del Tesoro en mora por nuevo títulos, con una quita y mayor plazo, para de ese modo poder volver al mercado de capitales.
Si el "mercado financiero internacional se cierra, Argentina tendrá un problema adicional", acotó. El ejecutivo brasileño entiende que Venezuela, que en el pasado ayudó con la compra de bonos, ahora no lo puede hacer por la caída de los precios petroleros, su principal fuente de ingresos.
Ese rol de financista de la economía argentina lo podría ocupar Brasil, dado su alto nivel de reservas internacionales, que llegan ya a los 250.000 millones de dólares, equivalente a 16 por ciento de su producto interno bruto. Pero es una decisión política difícil de concretar en el año en que se elije el gobierno que sucederá al de Luiz Inácio Lula da Silva.
También Fernando Cardim, del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro, coincide con De Castro en que el plan europeo ya surtió efecto a corto plazo en la región. El más obvio es la recuperación del mercado bursátil y cambiario "en la medida que calmó a los especuladores", comentó a IPS.
En un escenario negativo, el economista cree que podría haber similitudes al comienzo de la crisis global a mediados de 2008, cuando Argentina y Brasil "sufrieron el impacto del retorno de capitales a sus países de origen" para recuperar perjuicios.
Por su parte, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, puso el alerta sobre el flujo de las inversiones extranjeras directas, que podrían verse afectadas si la crisis griega contagia al resto de la UE.
En una conferencia de prensa brindada en Chile antes del anuncio del paquete de la UE y del plan de ajuste español, la funcionaria de Cepal se refirió en particular al efecto sobre las áreas de telecomunicaciones, bancaria y eléctrica, donde la presencia europea, especialmente española, es muy importante para la región.
Cardim coincide en que España es el límite de la tranquilidad para América del Sur. Señaló que, si la crisis llega a ese país ibérico, "deberíamos comenzar a preocuparnos". Pero considera que esa probabilidad es "pequeña".
El que parece menos preocupado aun es el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega. Dijo a la prensa que su país está en mejor situación fiscal que la mayor parte de los miembros de la UE, aunque admitió que la crisis podría impactar levemente las exportaciones de su país a ese bloque.
Explicó que el elevado nivel de reservas le da un blindaje a la economía brasileña contra turbulencias financieras internacionales.
Las divisas en sus arcas superan hoy la deuda pública, que ronda los 200.000 millones de dólares, mientras que el superávit comercial proyectado oficialmente para este año es de 20.000 millones de dólares, acotó De Castro, al enumerar los datos económicos positivos del país. "Una crisis tiene que ser muy grande para que Brasil se va afectado", apuntó en línea con Mantega.
El presidente del estatal Banco Nacional de Desarrollo, Luciano Coutinho, fue más lejos en su optimismo. La crisis europea hasta podría tener un "efecto bueno", pues moderaría el crecimiento económico nacional y con ello alejaría el fantasma de un rebrote inflacionario, declaró al diario local O Globo.
El "recalentamiento de la economía", con un crecimiento pronosticado en los últimos días de siete por ciento para 2010, puede aumentar el ritmo inflacionario, que a comienzos de año se proyectó en 4,5 por ciento anual y ya debió aumentarse a 5,5 por ciento.