VENEZUELA: ¿La independencia continúa?

El 19 de abril de 1810 se produjo la más importante reunión de un cabildo en la historia de Venezuela, cuando el ayuntamiento capitalino depuso al capitán general español y estableció un gobierno propio.

Los fastos por la efeméride lanzan un "ciclo bicentenario" que el gobierno de Hugo Chávez proyecta prolongar durante dos décadas, las que llama de la "definitiva independencia", pues se manifiesta convencido de que los cambios políticos que impulsa dan continuidad al proceso iniciado en 1810.

Desde 2007, prácticamente no hay intervención pública del presidente Chávez, quien llegó al gobierno en 1999, en la que no aluda a la necesidad de "profundizar la lucha por el socialismo del siglo XXI" para coronar y completar la obra de los libertadores de los primeros años del siglo XIX.

La última fue la juramentación el martes de 30.000 milicianos, conformados por estudiantes y empleados uniformados de verde olivo, fusiles en alto y formados en columnas, durante un mitin proselitista en la más céntrica avenida de Caracas.

Mientras esgrimía en su mano izquierda la espada que le regaló al héroe independentista Simón Bolívar la ciudad de Lima, el mandatario hizo jurar a los milicianos "no dar jamás descanso a nuestros brazos" hasta "alcanzar la independencia definitiva". También los comprometió a entregar la vida, si fuere necesario, en defensa de la revolución socialista por él dirigida.
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Las baterías de la propaganda oficial apuntan en esa dirección. Seguidores de Chávez dentro y fuera de Venezuela a menudo corean la consigna "¡Alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina!", para subrayar la afinidad y alianza de su gobierno con los de Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua, principalmente.

"Hoy, salvando las distancias, América Latina sigue enfrentada a un dilema similar y persigue los mismos ideales de hace 200 años. Necesitamos afirmarnos como nación independiente, unirnos y fortalecer la identidad propia", aseveró la viceministra de Cultura, Carmen Bohórquez, doctora en Historia.

La efeméride del 19 de abril "no es una celebración sino una conmemoración", sostuvo Bohórquez". "Hoy estamos obligados a completar lo que se inició hace 200 años", añadió.

Para subrayar esa continuidad entre proyectos, Chávez convocó para el próximo 19 de abril en Caracas a una cumbre de gobernantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), esquema de integración que reúne a Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Grenadinas, y Venezuela.

También Honduras conformaba el ALBA, pero quedó afuera tras el golpe de Estado del 28 de junio que derrocó al presidente Manuel Zelaya.

Chávez invitó además a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, para que sea la oradora de orden en la sesión de este lunes en la Asamblea Nacional de Venezuela, el parlamento unicameral.

Para Inés Quintero, vicedirectora de la Academia Nacional de la Historia, "el tema de la continuidad histórica no es ninguna novedad u originalidad en América Latina, porque es el discurso más fácil, el de darle vigencia política a una gesta heroica".

Pero al hacerlo "pierden entidad y sentido tanto lo que ocurrió como lo que ocurre, pues no es posible diferenciar, y se construye un postulado cíclico que al final no tiene contenido", explicó. "Las comparaciones en historia son válidas, pero no tanto para ver en qué se parecen los procesos, sino en qué se diferencian", dijo Quintero a IPS.

Comentó que más grave aún es que, "si historiadores profesionales estudiamos el mismo proceso, somos ‘independentólogos’ profundos y al final no coincidimos, ¿cómo puede alguien entonces decir que la suya es la única o verdadera versión histórica, que todos deben acatar?" Quintero es autora de media docena de libros sobre esa época.

A CABILDO

Se puede augurar que ese debate de fondo marcará toda la agenda del bicentenario en Venezuela, donde permanece una aguda polarización política. Pero también el significado de cada efeméride alimentará polémicas, comenzando por las fechas de la autonomía, la de abril, y la de la independencia formal, el 5 de julio de 1811.

El 19 de abril de 1810, Jueves Santo de la pascua católica, el cabildo caraqueño se reunió para deliberar sobre los graves acontecimientos en España, con el rey Fernando VII prisionero de Napoleón, cuyas tropas habían invadido la península Ibérica.

El titular de la Capitanía General de Venezuela, Vicente de Emparan, acudió a la reunión, pero cuando el cónclave de blancos criollos le exigió la conformación de una junta autónoma se retiró a la cercana catedral para los oficios religiosos del día.

A las puertas del templo lo retuvo el joven patriota Vicente Salias —considerado el autor de la letra del himno nacional, "Gloria al Bravo Pueblo"— con respaldo de una multitud que colmaba la pequeña Plaza Mayor gritando "¡A cabildo! ¡A cabildo!".

Emparan desde un balcón preguntó al pueblo si quería su gobierno, y el gentío, animado por el sacerdote chileno José de Madariaga, quien hizo señas negativas tras el capitán general, gritó "¡No!". Entonces el representante de la monarquía exclamó: "pues yo tampoco quiero mando". Esta frase liquidó tres siglos de historia colonial.

El cabildo se transformó en una junta teóricamente conservadora de los derechos de Fernando VII, pero que organizó la elección de un congreso de toda la capitanía que un año después optó por la independencia.

Acontecimientos semejantes se registraron en mayo en Cartagena (Colombia) y en Buenos Aires, en julio en ciudades de la hoy Colombia, y en septiembre en México y Santiago de Chile.

"La historiografía en España ha registrado como un hecho al margen de su propia historia la independencia americana, pero estudios de los procesos a uno y otro lado del océano Atlántico en ese tiempo abren la posibilidad de interpretar hechos como el 19 de abril no como un acto independentista sino como un episodio autonomista", opinó Quintero.

Elías Pino, director de la Academia Nacional de la Historia, dijo a IPS que "podemos celebrar que un pueblo produjo una dirigencia que interpretó el momento histórico y la cual, con suficiente madurez, supo aprovechar la situación para desarrollar un proyecto endógeno que al mismo tiempo cambió las relaciones internacionales".

Quintero destacó que, visto en conjunto, el proceso no sólo significó cortar la dependencia con España, sino "el comienzo de la construcción de repúblicas en las que ya no más vivieron súbditos, sino ciudadanos".

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