FORO SOCIAL MUNDIAL: El desafío de transformar sin conducir

El Foro Social Mundial (FSM) es sólo «un instrumento», que no se debe confundir con el movimiento alter-mundialista, sostiene Chico Whitaker, uno de los fundadores de este encuentro que celebra su décimo año de vida con un seminario de balance, del 25 al 29 de este mes, precisamente en su cuna, Porto Alegre.

Crédito: Paulino Menezes/Terraviva/IPS
Crédito: Paulino Menezes/Terraviva/IPS
Se trata de una metodología, "un instrumento para unir, el Foro no transforma el mundo, es la sociedad que lo hará, en un multifacético altermundialismo", acotó Whitaker, quien rechaza que se lo defina como "movimiento de los movimientos" con un protagonismo cercano al de los partidos políticos.

Aclarar la naturaleza del Foro, defendiendo su carta de principios de 2002, es una misión asumida por este arquitecto de formación, dedicado hace más de cinco décadas al activismo por la justicia social, representante de la Comisión Justicia y Paz de la Iglesia Católica en el Consejo Internacional del FSM.

Ya en 2005 escribió el libro titulado "El desafío del Foro Social Mundial, un modo de ver", en el cual explicó los principios y los procedimientos del gran encuentro mundial de la sociedad civil, su evolución, su horizontalidad en red y las "tentaciones" de repetir caminos políticos que históricamente mostraron sus ineficiencias y perversidades.

La vocación mayor, de abrir nuevos caminos y construir la "unidad altermundialista", juntando toda la diversidad de activistas, es poco comprendida, lamentó ante las consultas de IPS. Las tensiones dentro del mismo Foro y su Consejo Internacional se deben en buena parte a grupos que defienden los viejos caminos.
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En su balance de estos 10 años, el FSM, aunque sin ser protagonista directo, contribuyó a muchos avances, promoviendo articulaciones entre movimientos. La muerte del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), promovida por Estados Unidos, está en su cuenta, al igual que el ascenso de la conciencia indígena en América Latina que, en el caso de Bolivia, llevó al aymara Evo Morales al gobierno.

El pensamiento de los estadounidenses ha cambiado desde el surgimiento del FSM y eso se reflejará en el segundo foro nacional que tendrá lugar en julio de este año en Detroit, un símbolo del modo de vida de ese país. Además, aceleró el desarrollo de una "economía solidaria", destacó Whitaker.

Transformar el mundo es el objetivo del FSM, pero sin indicar "modelos acabados ni estrategias únicas", exigiendo cambios "en todos los niveles, incluso en el personal", sostuvo.

Para este activista los sucesivos y numerosos encuentros permitieron extender una "mejor comprensión de ese largo proceso, más complejo de lo que se imaginaba antes".

La crisis financiera internacional de los dos últimos años, nacida precisamente en Estados Unidos, abrió nuevos frentes de análisis y educación política de los jóvenes, con nuevos argumentos para mostrar cuan trágico es el capitalismo, añadió. Sin apuntar un modelo de sociedad futura por lo cual se lucha ni pretender la toma del poder estatal para promover los cambios, el FSM nació con una consigna indeterminada y obvia, "otro mundo es posible". Todo eso poco ayuda a una movilización duradera, pensando en términos tradicionales.

Pero las ediciones globales anuales del FSM han movilizado multitudes, y se multiplicaron las iniciativas de foros nacionales, locales y temáticos por todos los continentes, estableciendo el diálogo plural como forma de fomentar movimientos y reflexiones. Este año, sin un encuentro central, habrá por lo menos 27 foros descentralizados.

En el último FSM mundial de 2009, en la norteña ciudad brasileña de Belem, entrada oriental de la Amazonia, aumentó especialmente la presencia de jóvenes. De los 150.000 participantes, 64 por ciento tenían menos de 34 años y 81 por ciento eran graduados o estudiantes universitarios, según una encuesta hecha por el Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicas (Ibase).

Pero en 10 años creció también la insatisfacción entre los militantes políticos que tienen sus proyectos propios, sus utopías, movimientos o partidos. Muchos hablan de agotamiento y falencia del proceso, ante la falta de resoluciones y programas de acción concretos del mismo FSM.

Los fundadores del FSM en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre, especialmente los de este país, se resisten, empero, a ello por entender que sería sustituir las organizaciones sociales y convertirse en un actor como los partidos o movimientos, negando la propia naturaleza del foro y su carta de principios, con objetivos y estrategias excluyentes.

Estos activistas critican, por ejemplo, el Foro Social Mundial Temático que tendrá lugar del 29 al 31 de enero en Salvador, capital del nororiental estado brasileño de Bahia, acusándolo de ser una iniciativa gubernamental y no de la sociedad civil.

Apoyado por el gobierno nacional del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y la gobernación de Bahia, este encuentro busca promover el diálogo entre la sociedad y gobernantes de África y América Latina, además de reflexiones e intercambios experiencias sobre temas derivados de la fuerte influencia africana en ese estado, como la cultura y las religiones.

Uno de los grandes temas a debatir será la nueva economía en desarrollo, que se basa principalmente en bienes "intangibles" como el conocimiento, que "no son rivales" y cuyo "uso no reduce las existencias", favoreciendo la colaboración, señaló Ladislau Dowbor, un profesor de economía de la Universidad Católica de São Paulo que ayudó a programar los debates en Bahia.

Empresas que producen robots, por tanto de tecnología muy avanzada, decidieron establecer una red que comparte conocimientos, con software libre, porque se dieron cuenta que es "más rentable la colaboración" que monopolizar sus patentes, ejemplificó el economista.

Actualmente, "tres cuartos del valor de un producto no es físico, como materia prima y mano de obra, sino que deriva del conocimiento". También el sector social tiene un peso enorme en la economía y, por ejemplo, los servicios de salud concentran 17 por ciento del producto bruto interno de Estados Unidos, acotó.

Todo eso abre espacios a procesos de colaboración y solidaridad, concluyó Dowbor.

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