PAKISTÁN: Hay vida después del Talibán, y también miedo

«La vida bajo el Talibán fue un infierno. Destruyeron mi escuela y la tienda de vídeos de mi padre. Ahora avanzamos en paz, pero seguimos con miedo», dijo la pakistaní Ayesha, de 11 años.

Esta alumna de quinto grado de la ciudad de Mingora, en el distrito de Swat, es una entre 90.000 niños y niñas que debieron interrumpir sus estudios cuando el movimiento extremista Talibán demolió sus escuelas con explosivos en enero.

En total, las milicias talibanes destrozaron en Swat 188 centros de estudio de niñas y 97 de varones entre febrero de 2008 y marzo de 2009. Los alumnos debieron quedarse en casa o trasladarse a otros poblados para continuar estudiando.

La situación cambió. "Hoy, vamos a la escuela, todos felices", dijo Ayesha.

El Talibán, que controló Afganistán con mano de hierro entre 1996 y 2001, es hoy, de hecho, un movimiento binacional con actividad allí y en Pakistán.
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Las milicias lograron ampliar sus campo de acción en este país del Área Tribal Federalmente Administrada, donde se instalaron tras ser expulsadas de Afganistán por una coalición militar internacional encabezada por Estados Unidos, a la Provincia de la Frontera Nororiental, en cuyo territorio se encuentra Swat.

El movimiento gobernó virtualmente el distrito de Swat entre abril de 2008 y mayo de 2009, cuando fue expulsado tras una operación de aniquilación emprendida a gran escala por las fuerzas del gobierno pakistaní.

También la industria del espectáculo de Swat sufrió las consecuencias de la acción del Talibán, para el cual la música, el cine y la danza son expresiones contrarias al Islam. Por lo tanto, destruyó unas 500 teatros e incluso prohibió escuchar música dentro de los automóviles.

"Reabrimos nuestras disquerías. La gente las visita con entusiasmo. Nos sentimos muy bien", dijo Sher Dil Khan, presidente de la Asociación de Comercios Musicales.

Las amenazas a los miembros de la Asociación continúan, pero los temores se aventaron en buena medida al anunciarse oficialmente la instalación de cuarteles militares permanentes en la zona.

Sin embargo, hay motivos para seguir con miedo. En enero, talibanes asesinaron brutalmente a una bailarina popular cuyo cuerpo fue colgado de un poste de electricidad, a modo de advertencia para quienes gustan de la danza.

Pero algunos dejan esos mensajes en el pasado, pues prefieren saborear sus libertades recién recuperadas.

Las amenazas llevaron a Kajol Begum, bailarina profesional de 18 años, a huir a Peshawar junto con su hermana, con quien forma un dúo. "Pero ahora volvimos a Swat", dijo por teléfono a IPS. "Anoche bailamos en una boda en Mingora".

Dos salas de cine de Swat reabrieron sus puertas luego de más de un año de inactividad forzada.

"Sufrimos grandes pérdidas mientras el Talibán controló el distrito, pero ahora vemos un rayo de esperanza tras la operación militar", dijo a IPS Jamal Sher, gerente del Cine Swat. "Hacemos cuatro funciones diarias porque la gente está ávida de películas."

El Hospital Saidu, dotado de 400 camas, también debió cerrar, porque no había médicos, enfermeros ni paramédicos dispuestos a arriesgar la vida yendo a trabajar. "Talibán amenazó de muerte a las médicas y enfermeras", dijo el administrador del sanatorio, Lal Noor.

Una vez que las fuerzas del gobierno derrotaron al Talibán, el personal del hospital volvió a sus tareas y hoy recibe a medio millar de pacientes diarios, informó Noor.

El Talibán también amenazó a los tenderos para que no atendieran clientas. Los comercios experimentan ahora un alza en sus ventas. "Teníamos que desplegar letreros que decían ‘No se aceptan clientas mujeres’… Eso recortó nuestras ventas a la mitad", dijo Sherin Gul, de la Cámara de Comercio de Swat. "Somos 400.000 mujeres y estamos aliviadas", dijo Kashmala Zameer, de 26 años.

Los mercados estuvieron desiertos mientras el Talibán dominó Swat. Hoy, están repletos de gente, en especial luego de que el ejército dejó de decretar los habituales toques de queda, el 30 de septiembre.

La televisión nacional emitió un programa especial para todo el país desde Mingora el 14 de agosto, día de la independencia, lo que marcó el inicio de la era post-Talibán en Swat. Los pobladores salieron a la calle para cantar y bailar toda la noche.

"Estábamos bajo tremenda presión para postergar el espectáculo", dijo a IPS en Peshawar el gerente general de Televisión Pakistaní, Majeedullah Khalil. "Temíamos que el Talibán enviara suicidas con explosivos, pero seguimos adelante según lo que habíamos programado y fue un gran éxito."

Sin embargo, la incertidumbre no cesa.

"Creemos que el Talibán puede resurgir", dijo Begum, la bailarina. "Muchos familiares nuestros aún se resisten a regresar a Swat porque le temen."

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