LIBROS-CHILE: Mujeres en armas

La historia oficial del país «invisibiliza a las mujeres» como sujetos políticos, ubicándolas en un rol secundario o anecdótico, según la periodista Cherie Zalaquett, quien acaba de publicar el libro «Chilenas en armas».

"La participación de las mujeres en la historia ha sido importante. Otra cosa es que los historiadores no hayan querido hacer esa lectura", planteó la destacada periodista chilena que ha trabajado en varios medios escritos locales, como el diario El Mercurio, y que también publicó en 2005 "Sobrevivir a un fusilamiento. Ocho historias reales".

Particularmente, Zalaquett cree que "la sociedad chilena ha omitido una reflexión sobre el papel de las mujeres en la lucha armada reciente del país por un tema de prejuicios".

"No se hace una lectura de ellas como actores políticos, sino más bien como víctimas de violaciones a los derechos humanos", añadió la autora del libro cuyo título completo es "Chilenas en armas. Testimonios e historia de mujeres militares y guerrilleras subversivas", editado por Catalonia.

"La idea de este libro era romper ese paradigma. Este texto pretende ir más allá de un libro periodístico propiamente tal, porque incorpora teorías filosóficas y de género como categorías de análisis. Esto significó en verdad un tremendo esfuerzo de reflexión", reconoció. Su idea no era quedarse en la anécdota.

Desde su visión, la lucha armada en Chile, en la cual participaron activamente mujeres, comenzó en 1974, luego del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 perpetrado contra el presidente constitucional Salvador Allende (1970-1973).

En 1974, además, se abrió la primera Escuela Femenina Militar del Ejército, destacó.

Desde un enfoque de género, tanto las mujeres militares como las guerrilleras enfrentaron similares dificultades. "En el caso de las primeras, aún cuando había un decreto de gobierno que les permitió entrar a los cuarteles, debieron enfrentan muchas resistencias masculinas al interior de estas instituciones, que no las aceptaban", recordó Zalaquett.

En los grupos insurgentes, muy pocas mujeres alcanzaron las máximas jerarquías. "Las cúpulas donde se tomaban las decisiones generalmente eran espacios masculinos, pese a que había una demanda de ellas por ser admitidas en estas instancias", asegura.

Pero sin duda la maternidad fue, y sigue siendo, uno de los temas más conflictivos. Por ello la autora optó también por entrevistar a los hijos de algunas protagonistas del libro.

A pesar de todos los avances, por ejemplo, hoy las Fuerzas Armadas chilenas no permiten a las mujeres embarazadas utilizar uniforme, graficó Zalaquett, quien cubrió como corresponsal el conflicto bélico entre Perú y Ecuador ocurrido en 1995.

"Si consideramos que el uniforme es un signo de identidad de estas instituciones, significa que los cuerpos de ellas no son aceptados en todas sus instancias. Ha habido intentos de mujeres militares de traer uniformes desde otros países para que se puedan adecuar a nuestras Fuerzas Armadas, pero no han tenido eco", dice.

Para las guerrilleras, la experiencia de ser madres fue "un punto de quiebre" en su identidad. Tanto que algunas desarrollaron un concepto que se llamó "maternidad en resistencia", que implicó seguir siendo madres, pero dejando a sus hijos al cuidado de otras personas o instituciones mientras ellas luchaban, explicó.

La obra de Zalaquett, de 345 páginas, tiene siete capítulos y sus fuentes son múltiples: libros, documentos académicos, artículos periodísticos y unas 50 entrevistas personales. Por su aporte, fue incluido en la Colección de la Cátedra de Género de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Los tres primeros apartados están dedicados a la relación de las mujeres con el ejército, la armada y la fuerza aérea.

Mirando hacia el futuro, Zalaquett cree que "teóricamente es posible (que una mujer ocupe la comandancia en jefe de alguna de las ramas castrenses en Chile), pero que esto podría producirse dentro de 28 o 30 años más, dado el ritmo de las dinámicas militares".

"Ha habido una incorporación bastante grande de las mujeres a las instituciones armadas regulares, pero desde una perspectiva de género falta mucho por avanzar para que esa incorporación sea de verdad real y no decorativa", afirma.

El cuarto capítulo describe la vida de algunas mujeres que pertenecieron al insurgente Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), surgido en 1965 de la mano de jóvenes estudiantes universitarios y que desde un comienzo abrazó la vía armada para instaurar un nuevo orden político, económico y social en Chile.

Luego de hacer una tregua a su estrategia militar durante el gobierno de Allende, de la izquierdista Unidad Popular, intentó resistir a través de las armas a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Pero más de 600 militantes fueron abatidos por los servicios de inteligencia del nuevo régimen, consigna Zalaquett.

Los dos capítulos siguientes se centran en la presencia femenina en el aparato militar del Partido Comunista (PC) y en el insurgente Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).

Allí se destaca la historia de la hoy fallecida presidenta del PC, Gladys Marín, y de Cecilia Magni, la comandante "Tamara", la única mujer que logró integrar la más alta jerarquía del FPMR.

Tamara, asesinada por la dictadura junto a su pareja, Raúl Pellegrin, número uno del Frente, tuvo responsabilidad en los principales ataques armados del grupo, entre ellos, el frustrado atentado contra Pinochet en 1986.

El séptimo capítulo está dedicado a las mujeres que integraron el MAPU-Lautaro.

El MAPU fue un partido político de izquierda que nació en 1969 como una escisión de la Democracia Cristiana. Durante la dictadura, un grupo que integraba esta colectividad decidió formar el MAPU-Lautaro para realizar acciones violentas.

Zalaquett prefiere dejar abierta la interrogante sobre cuál es el aporte de estas mujeres.

"No podría dar una receta. Es un tema a discutir. Desde un análisis filosófico-político, el poder tiene carácter masculino. Entonces habría que pensar si las mujeres que ingresan a estos contextos de poder 'androcéntricos' en realidad logran romper una hegemonía o finalmente lo que ocurre es que el poder 'androcéntrico' nuevamente se encarna en ellas", dice.

"Habría que ver de qué manera es posible, o imposible al final, que las mujeres puedan 'feminizar' el poder que adquieren", acotó.

Para la autora, "el libro es una invitación a pensar el tema de la incorporación de la mujer a los contextos de lucha armada".

"Hay mujeres hoy día que han actuado en la resistencia mapuche, por lo tanto este tema necesita una urgente reflexión: por qué las mujeres se incorporan a la violencia y por qué siguen habiendo focos de violencia en una sociedad que se supone democratizada", cuestionó.

Zalaquet se refiere a las reivindicaciones territoriales, políticas y culturales del pueblo mapuche, el más numeroso de la colectividad indígena en Chile, que hoy se expresa con tomas de predios particulares y otros hechos de violencia en el sur del país.

"Significa entonces que hay espacios que no han sido democratizados lo suficiente, sectores que no han sido incluidos y por lo tanto siguen insistiendo en sus demandas a través de la violencia. Yo creo que hay que hacer una reflexión profunda en torno a ese tema, más que reprimir y militarizar las zonas donde se están produciendo estos conflictos", concluyó.

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