AMBIENTE: Desertificación y calentamiento van de la mano

«Todo el tejido social de un área está comprometido cuando los suelos se agotan», dijo a Tierramérica el italiano Massimo Candelori, cuya tarea es a veces tan árida como las tierras que intenta preservar.

Massimo Candelori, funcionario de la Convención de Lucha contra la Desertificación. Crédito: Marcela Valente/IPS
Massimo Candelori, funcionario de la Convención de Lucha contra la Desertificación. Crédito: Marcela Valente/IPS
Candelori es secretario de la Unidad de Facilitación, Coordinación y Monitoreo de la Aplicación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, y por tanto encargado de velar por que los países cumplan con la preservación de los suelos, casi sin recursos.

La región latinoamericana no escapa a la amenaza del desierto. Según un estudio de 2005 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 25 por ciento de las tierras regionales son áridas, semiáridas o sub-húmedas secas, y de ese total, 75 por ciento sufren serios problemas de erosión.

Tierramérica dialogó con Candelori durante su visita de dos semanas a Buenos Aires, donde participó en la Novena Sesión de la Conferencia de las Partes de esa Convención, entre el 21 de septiembre y el 2 de octubre, con más de 2.500 asistentes de 193 países.

Allí se buscó lograr una mayor incidencia en la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en diciembre en Copenhague, dijo.
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TIERRAMÉRICA: ¿Cuál es la diferencia entre desierto y tierra desertificada?

MASSIMO CANDELORI: Las tierras desertificadas están sujetas a fenómenos naturales y actividades humanas que las degradan. No han sido desiertos antes pero se están transformando en ellos, y eso es lo que intentamos combatir desde la Convención. Los desiertos son lindos, fascinantes, misteriosos, pero están fuera de nuestro alcance.

TIERRAMÉRICA: ¿Cuál es la situación en América Latina?

MC: No tenemos datos actuales. Uno de los temas de la Novena Conferencia fue precisamente el de contar con indicadores que nos permitan comprender mejor la situación. Los países deben poder medir la gravedad del problema. Los últimos datos son de hace 10 años.

Uno puede pensar que el continente más afectado es África, pero en América Latina hay áreas desertificadas, incluso en países como Brasil. También hay problemas serios en Argentina, México, Perú, Cuba y en muchos países de América Central y el Caribe. Buena parte de la migración mexicana a Estados Unidos responde a la falta de productividad de los suelos.

TIERRAMÉRICA: ¿Cuáles son las principales causas de esa degradación?

MC: En primer lugar, los fenómenos naturales vinculados a la variación climática: las sequías. Y luego el componente humano: el manejo no sustentable de la tierra, la frecuencia de siembras sin asegurar una rotación natural y el uso de suelos no aptos para determinados cultivos.

TIERRAMÉRICA: ¿Y las consecuencias son apenas ambientales?

MC: No. La erosión implica cosechas menos abundantes. Significa también el desplazamiento de poblaciones. Todo el tejido social de un área está comprometido cuando los suelos se agotan.

TIERRAMÉRICA: ¿Se puede revertir la desertificación?

MC: Cuesta muchísimo. La prioridad debería ser proteger los suelos. Porque cuando la tierra se desertifica cuesta 10 veces más recuperarla.

TIERRAMÉRICA: ¿Podría mencionar algún caso concreto en el que haya funcionado la rehabilitación de suelos degradados?

MC: En Argentina, hay un caso en la (norteña) provincia de Santiago del Estero: Colonia El Simbolar.

Gracias a países donantes identificamos sitios en los tres continentes más afectados (África, Asia y América Latina), donde pudimos desarrollar proyectos de sinergia entre las convenciones de desertificación, biodiversidad y cambio climático. Uno de ellos es el de Santiago, donde trabajamos en una zona de más de 3.000 hectáreas, muy deteriorada, mediante especies autóctonas.

El crecimiento de estas plantas es lento, rinde menos que otras especies, pero estamos recuperando la biodiversidad y los suelos en una zona que los pequeños productores habían abandonado por la salinización.

La experiencia es tan importante que estamos hablando con el gobierno provincial para usarla como prototipo en otras regiones. Los pequeños productores se acercaron al proyecto, pero por ahora no rinde. Claro, está el problema de hasta cuándo pueden esperar sin un ingreso por el terreno que están bonificando.

TIERRAMÉRICA: ¿Cómo se relaciona la desertificación con el cambio climático?

MC: Éste es un ejemplo. El tercer componente del proyecto de Santiago son los créditos de carbono. Se está certificando la capacidad del proyecto de absorber carbono ante el MDL (Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto sobre cambio climático).

La desertificación y el cambio climático van juntos. Si dejamos el suelo sin cubierta vegetal, se calienta más rápidamente y favorece el cambio climático. Y si la temperatura sube y las precipitaciones disminuyen, la cubierta se perderá y todo el carbono secuestrado en el suelo, con el calor, se va a emitir a la atmósfera.

TIERRAMÉRICA: ¿Qué papel deberían tener las tierras en las negociaciones de Copenhague, para llegar a un acuerdo obligatorio que suceda al Protocolo de Kyoto?

MC: No es fácil cuantificar el carbono secuestrado en el suelo, porque varía mucho desde Alaska hasta zonas tropicales. Necesitamos datos. Quizás ahora no estamos en condiciones de poner al suelo en las negociaciones, pero tenemos que empezar. Esperamos que en Copenhague se decida al menos utilizar el suelo en el mercado de carbono.

TIERRAMÉRICA: ¿Los países en desarrollo cuentan con recursos para afrontar este problema?

MC: Unos pocos países pueden pagar los costos de la desertificación y son los industriales, como Italia, España, Estados Unidos. Pero no están destinando lo suficiente a la lucha contra la desertificación.

Otros, de África o América Latina, necesitan de la cooperación internacional. Todavía se debe discutir cuál será el mecanismo financiero de nuestra Convención, que hoy no tiene ninguno.

* Este artículo fue publicado originalmente el 3 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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