CAMBIO CLIMÁTICO: Desarrollo afronta amenaza catastrófica

Cuando los políticos y gobernantes reaccionaban con penosa lentitud a la crisis económica de la década de 1920, el economista británico John Maynard Keynes pronunció su famosa sentencia: «A la larga nos morimos todos».

Hoy la frase adquiere un sentido mucho más ominoso, afirma la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a la luz de los peligros combinados de la crisis económica y ambiental que afronta el mundo.

En su "Estudio Económico y Social Mundial 2009 – Promover el desarrollo, salvar el planeta", publicado este martes, el foro mundial sostiene que la comunidad internacional no está respondiendo con la urgencia requerida a la inminente devastación del cambio climático, descrito como el mayor desafío humano de las próximas décadas.

"En un muy profundo nivel, es un peligro existencial", sostiene el documento cuya versión en inglés tiene 207 páginas, señalando estimaciones según las cuales más de 300.000 personas mueren por año a consecuencia del calentamiento global, mientras las vidas de 300 millones más están en grave riesgo.

El nuevo informe coincide con dos acontecimientos, la cumbre de la ONU sobre cambio climático, que se celebrará el 22 de este mes en Nueva York, y las negociaciones para alcanzar un nuevo tratado internacional para afrontar el fenómeno, que culminarán en diciembre en Copenhague.
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Al colocar la responsabilidad especialmente en manos de las naciones industriales, el informe sostiene que la crisis climática es resultado de un modelo desequilibrado de desarrollo económico que evolucionó en los últimos dos siglos.

Se "permitió a los países ricos de hoy sostener sus actuales niveles de ingreso, en parte gracias a no responder por el daño ambiental que ahora amenaza el sustento de otros", señala el reporte.

Las acciones necesarias para mitigar el cambio climático incluyen reducir la emisión de gases de efecto invernadero, detener la deforestación, frenar la degradación de los suelos, combatir la elevación del nivel del mar, prevenir sequías e inundaciones y modificar las urbes y las edificaciones para hacerlas menos demandantes de energía.

Para hacer frente a estos desafíos, según el documento, se requiere entre 0,2 por ciento y dos por ciento del producto interno bruto del mundo, entre 180.000 millones y 1,2 billones de dólares. Pero en la mayoría de las proyecciones, los mayores gastos no se requerirían hasta 2030.

Rob Vos, director de la división de análisis y política de desarrollo del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, que publicó el informe, sostuvo que "deberíamos empezar por reconocer qué se necesita".

Ante la pregunta sobre cómo sustanciar las inversiones en el escenario de crisis financiera internacional, Vos dijo a IPS que "la crisis precisamente ha dejado en claro que es posible movilizar vastas cantidades de recursos para contrarrestar los riesgos sistémicos y que sólo los gobiernos están en condiciones de hacerlo".

El cambio climático, señaló, "es un riesgo sistémico mucho más catastrófico, y sin embargo con muchos menos recursos que los desplegados para combatir la debacle financiera podemos afrontarlo".

La ciencia ha expuesto que incluso con una reducción de entre 50 y 80 por ciento de los gases invernadero para 2050 "hay una gran probabilidad de que no podamos lograr un aumento menor a dos grados en la temperatura del planeta, que ya se considera peligrosamente alto", indicó.

A la vez, "se espera una creciente demanda de energía, si buscamos que los países pobres ganen su derecho al desarrollo", agregó. Para dar respuesta a ambos desafíos, se requiere un gran impulso de la eficiencia energética y de fuentes limpias, renovables y bajas en carbono, dijo.

"Lo que se necesita es convencer a los gobernantes de que si bien se necesitan grandes inversiones, el costo de no hacerlas será inmensamente mayor", sostuvo.

Los países ricos tienen una obligación moral de apoyar a los pobres a evitar el mismo modelo de desarrollo de "contaminar primero y limpiar más tarde", indicó.

"Pero esto es solo cuestión de justicia y supervivencia. Hay una solución que puede entrañar ganancias: inversiones a gran escala en energía renovable suministrarán a los países industriales una gran cantidad de nuevos empleos y seguridad energética", dijo Vos.

Los países pobres, añadió, podrán avanzar más velozmente en una estrategia de gran desarrollo con baja liberación de carbono, que a su vez beneficiará a los países ricos también, conjurando lo peor del cambio climático.

Interrogado acerca de cuán factible ve la creación de un fondo global para energías limpias, Vos dijo a IPS que varios países están formulando propuestas para concebirlo.

México y otras naciones han indicado que se necesitaría una suma de entre 300.000 millones y 600.000 millones de dólares, equivalentes a entre 0,5 por ciento y uno por ciento del producto mundial.

"Un gran fondo mundial podría iniciar el proceso… Necesitamos cambios sustanciales en nuestras economías, y especialmente en los suministros de energía, lo cual implica planes de inversión a largo plazo y que puedan sustentarse durante décadas", indicó Vos.

Además, debido a lo costosa que aún es la energía renovable, agregó, "debemos crear economías de escala para bajar costos y acelerar la adopción de esas fuentes".

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