AMBIENTE-BRASIL: Desafíos verdes del oro negro

El descubrimiento de abundantes reservas de petróleo y gas bajo el océano Atlántico pone a Brasil en la encrucijada de cómo usufructuar esas riquezas sin causar un impacto socio-ambiental grave y sin dejar de lado otras alternativas energéticas limpias.

Dos momentos históricos, y contradictorios, pautaron el último tramo del mandato del presidente de Brasil, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.

El primero fue dos años atrás cuando se anticipó que la explotación masiva de biocombustibles convertiría al país en una "Arabia verde". El segundo y más reciente fue cuando Lula, al definir el marco jurídico para la explotación de las cuantiosas reservas de hidrocarburo en la llamada área "presal", aseguró que en un futuro cercano Brasil pasaría a ser "una potencia petrolífera".

Contradicción o desarrollo paralelo de dos frentes energéticos, el anuncio no pasó desapercibido por los ambientalistas.

El entusiasmo por las reservas encontradas a unos 7.000 metros debajo del mar y después de unas capas de sal de hasta 2.000 metros de espesor, dejó de lado peligrosamente el proyecto de un país con la matriz energética "más limpia", señalaron activistas ecológicos.

Uno de ellos, Fabio Feldman, secretario del Foro Paulista de Cambios Climáticos, había manifestado en una anterior entrevista con IPS su preocupación por la futura explotación de las reservas presal, calculadas entre 50.0000 millones y 80.000 millones de barriles de petróleo de 159 litros, casi seis veces las ya comprobadas en este país.

Feldman teme que esa nueva mayor disponibilidad de petróleo y, al mismo tiempo, más barato, termine "ensuciando todavía más la matriz energética" de su país, casi 70 por ciento basada en las generación hidroeléctrica.

El fuerte tono de la queja se hizo ver por parte de la organización no gubernamental internacional Greenpeace, cuando el día de la ceremonia de anuncio del nuevo marco jurídico extendió pancartas frente a Lula con frases como "Presal es contaminación".

Una de las normas para la explotación presal establece la creación de un fondo especial para invertir en proyectos sociales y ambientales. Según el gobierno, con ello se quiere evitar la consabida "maldición negra", que sufrieron muchos países productores de crudo, dejando de lado otras prioridades industriales y relegando a sus poblaciones a la pobreza.

Pero Greenpeace critica la falta de estudios y planes de protección ambiental, antes inclusive de decidir y anunciar las formas de explotación de las nuevas reservas de petróleo.

Cálculos de la organización ambientalista anticipan que, si se utilizan todas las reservas estimadas en el área presal a lo largo de los próximos 40 años, Brasil emitirá alrededor de 1.300 millones de toneladas de dióxido de carbono CO2 por año sólo con el proceso de refinería, abastecimiento y quema de petróleo.

Greenpeace va más lejos en sus pronósticos al anticipar que aun cuando, en un hipotético caso, Brasil consiga disminuir a cero la deforestación de su selva amazónica en los próximos años, "todo indica que las emisiones derivada de la explotación del presal pueden anular su impacto positivo y mantener a Brasil entre los tres mayores emisores de CO2 del mundo".

En entrevista con IPS, Ricardo Baitelo, coordinador de la Campaña de Energías Renovables de esta organización no gubernamental, explica la alarma es real.

Por tratarse de reservas que se formaron mucho antes que las de "postsal", el petróleo que se formó está más profundo, tiene más carga de sedimentos y con ello mayor cantidad de gas carbónico prensado, calculada en tres a cuatro veces más que el promedio de un yacimiento postsal. "Ese es el motivo por el cual, al perforar esos yacimientos submarinos ubicados a más de 1.000 metros de profundidad, existe la posibilidad de que salga más gas carbónico", indicó.

"Ahora en Copenhague (en la cumbre sobre cambio climático de diciembre) se firmarán acuerdos para las restricción de emisiones y, aunque Brasil no tenga una obligación (de cantidad máxima) de emisiones, si las tendrá en el futuro porque el presal va a aumentar las emisiones de Brasil entre el 10 y 100 por ciento", pronosticó.

Baitelo aclaró que la nueva fuente de explotación petrolera incluye, además de cuatro tipos de emisiones de efecto invernadero, las derivadas de la extracción del petróleo, de la refinería, abastecimiento interno y las de exportación, en este último caso como las que pueden derivar de derrames en el mar, "que tiene un gran papel en la regulación del clima".

Por su parte, el diputado Fernando Gabeira, del Partido Verde (PV), advirtió que, en el caso que los estudios y la realidad comprueben que el yacimiento presal produce más emisiones contaminantes, propondrá un impuesto sobre cada tonelada extra de gas carbónico liberada en ese proceso.

Gabeira llamó la atención sobre la urgencia del gobierno para aprobar las leyes de explotación del petróleo antes de debatir sus consecuencias ambientales. Es que Lula ya envió el proyecto respectivo al Congreso legislativo.

"El gobierno dice: ‘vamos a aprobar ahora y dejamos un poco de plata para después para mitigar los problemas del medio ambiente’", comentó Gabeira a IPS.

"Pero nosotros queremos trabajar desde ahora con un modelo de explotación que, aunque no sea sustentable, sea un modelo de explotación que no sea muy destructivo", reflexionó.

Mientras, la que ya respondió a estas críticas de ambientalistas es la empresa estatal Petrobras, que según el marco jurídico propuesto tendrá el privilegio de operar todos los procesos de explotación de petróleo presal, sola o bajo el modelo compartido con otras firmas.

En un comunicado de prensa, en el cual reitera su "compromiso con el desarrollo sustentable", dijo que la directriz que guía la explotación de las reservas presal es la de "no ventilar para la atmósfera CO2 asociado al gas producido".

Petrobrás subrayó que ha invertido en proyectos piloto para experimentar la tecnología de "secuestro geológico de carbono", que consiste "en la inyección en los reservorios geológicos del gas carbónico que es capturado, comprimido y transportado de la industria hasta el lugar de almacenamiento".

Además, sostuvo que investiga nuevos usos para el CO2, por ejemplo como nutriente para la producción de microalgas, utilizadas para la producción de biodiésel.

Pero Greenpeace rebate también ese argumento. Indica que la tecnología mencionada, también conocida como "Captura y almacenamiento de carbono" (CCS, según las siglas en inglés), "es todavía experimental y no sería prácticamente viable antes de 2030.

La firma petrolera brasileña, que critica los estudios de ecologistas, asegura, por otra parte, que cumplirá integralmente la legislación ambiental brasileña como siempre, "independiente de la opinión o presión de quien sea, de Brasil o del exterior".

"Es importante resaltar que los volúmenes de emisión de CO2 derivados de la explotación del yacimiento presal dependerán del derrame de gas producido y del tenor de ese gas, contenido en cada acumulación descubierta", puntualizó en el comunicado.

Según Petrobrás, ese tipo de informaciones todavía se esta recolectando a partir de la perforación y de experimentos en los pozos.

"Por lo tanto cualquier análisis basado en números de aumento de emisiones se muestra precipitado", añade.

Los ambientalistas coinciden en destacar que para contrarrestar el renovado entusiasmo por el petróleo, el gobierno debería continuar invirtiendo en energías renovables.

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