MÚSICA-BRASIL: Escuela sin profesores

La presencia de reconocidos músicos profesionales como maestros e invitados de talleres, en lugar de profesores académicos, es la opción que ofrece la brasileña Bituca Universidad de Música Popular, que pretende convertirse en referencia de experimentación y calidad.

Sala de ensayo de la Universidad de Música Popular, con gran imagen de Milton Nascimento Crédito: Erica Elke, gentileza GPP
Sala de ensayo de la Universidad de Música Popular, con gran imagen de Milton Nascimento Crédito: Erica Elke, gentileza GPP

«Como en las corporaciones medievales, los aprendices aprenden observando y trabajando con su maestro, reflejándose en el», señala la presentación de la escuela fundada en 2004 en Barbacena, a 170 kilómetros de Belo Horizonte, la capital del sudoriental estado de Minas Gerais, y a 280 kilómetros de Río de Janeiro.

Definida como escuela libre y gratuita, Bituca rechaza la rigidez, no exige ningún nivel de escolaridad ni fija límites de edad, sólo talento. Aspirantes de siete a 77 años de edad disputaron este año los cupos disponibles en sus cursos de nueve instrumentos y canto, que duran dos años y pueden prolongarse según la evaluación escolar o del propio aprendiz.

El ser humano «aprende a hablar primero, después a escribir», recordó Pablo Bertola, guitarrista, compositor y actor del Grupo Punto de Partida (GPP) que fundó Bituca, al destacar la primacía de la práctica en la enseñanza musical.

Se trata de la aplicación del Método Kodály, basado en las ideas del compositor y educador húngaro Zoltán Kodály, que entiende la musicalización a partir de la percepción sensorial, el canto y la improvisación para pasar luego a la teoría, priorizando la música folclórica y de raíz local, más cercana al lenguaje de la gente.
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Bertola, un prolífico compositor de 24 años, enfatiza su incompatibilidad con la universidad convencional. Sus pasiones son la música popular y la guitarra, y ninguna de ellas se imparte en los cursos de la principal universidad pública más cercana. Pero de allí tampoco salieron músicos conocidos, observa.

Mientras, en sus cinco años de existencia, Bituca ya comprobó su excelencia. De los seis premiados este año en el concurso Joven Instrumentista del Banco de Desarrollo de Minas Gerais (BDMG), tres son de Bituca, un resultado que reitera el de 2008.

Cerca de 2.700 candidatos de muchas ciudades brasileñas se inscribieron en los tres procesos bianuales de selección de estudiantes. En general se ofrecen 100 cupos, pero se acoge a un número mayor de aprendices. Este año fueron 137.

SEMILLAS

Uno de los premiados del BDMG como Joven Instrumentista es Yuri Hunas, de 21 años, formado como percusionista en Bituca. En realidad, él fue una de las razones del nacimiento de esta universidad libre.

Yuri y Renato Marques llegaron hace seis años de Araçuaí, a 15 horas de autobús por carreteras mal conservadas, para cursar la formación teatral del GPP en Barbacena.

Los dos eran cantores-actores del coro Niños de Araçuaí, capacitado por el GPP, y que había tenido gran éxito en sus presentaciones por numerosas ciudades brasileñas e incluso en París, en 2005. Desde niño, Yuri revelaba su deseo de ser un «tamborzeiro» (tamborilero), el que dicta el ritmo en numerosas manifestaciones musicales de su ciudad.

El talento musical de Yuri y Renato estimuló al grupo teatral a crear Bituca. Negarles la oportunidad de estudiar música equivalía a «perderlos» en el trabajo bracero de cortar caña de azúcar en el sureño estado de São Paulo, una actividad que constituye la mayor fuente de empleo de los araçuienses.

[pullquote]1[/pullquote]La Universidad de Música Popular, que ocupa un viejo caserón de 1919, parte de una extinta fábrica de seda natural en las afueras de Barbacena, sumó el sobrenombre de su padrino, el compositor y cantante Milton Nascimento, gran referencia musical de Minas Gerais desde la década de 1960. «Bituca» es el apodo con que lo llaman sus amigos.

Otro niño de Araçuaí, Pitágoras Silveira, ya había impresionado a Nascimento por su talento innato para el piano que descubrió a los 11 años, cuando tuvo acceso por primera vez al instrumento.

El potencial musical de los niños pobres de Araçuaí era conocido por el famoso compositor, porque participó con ellos en algunos espectáculos producidos por el GPP, como «Ser Minas tan Gerais», que presentaron en París.

Cinco niños del coro de Araçuaí frecuentaron los primeros cursos de Bituca y para eso se alojaron en una casa destinada a ellos. La madre de Yuri, Irene Hunas, una ex campesina, trabajadora doméstica y divorciada sin más hijos, se mudó a Barbacena para cuidar esa vivienda y a los niños durante los últimos cinco años.

«Yuri leía mucho, al punto de preocuparme porque no salía de casa», reveló a IPS. De regreso a Araçuaí desde enero, ella lamenta vivir lejos de su hijo, que se mudó a Belo Horizonte, a 680 kilómetros de distancia, ahora por razones profesionales.

El nuevo músico ganó como premio del BDMG una beca de seis meses para perfeccionarse en talleres con percusionistas consagrados. Luego deberá conformar con otros premiados una banda para brindar funciones regulares.

Renato Marques se formó como bajista estudiando cuatro años en Bituca, pero «es un músico completo» que domina también otros instrumentos, además de armonía y el Método Kodály, según la directora del GPP, Regina Bertola.

Renato eligió la sureña São Paulo para impulsar su carrera profesional, porque allí ya viven cuatro de sus siete hermanos, que huyeron del desempleo de Araçuai, pero sin sujetarse al corte de caña.

FORMACIÓN HUMANA Y ÉTICA

El hecho de contar con excelentes músicos como instructores tiene la ventaja de «incitarnos a estudiar más, porque queremos ser igual a ellos», evaluó Renato. Son ejemplos más que profesores.

Para Yuri, más importante que la formación artística que recibió en Bituca y en el coro Niños de Araçuaí, fue la «formación humana». Para todos, incluso los que no siguieron una carrera artística, «queda la ética» que se aprende mejor en el esfuerzo colectivo exigido por las artes que en la escuela, sostuvo.

El encuentro de los niños de Araçuaí con el GPP, que abrió horizontes inimaginables para su vida y la de muchos compañeros, «es inexplicable, sagrado, porque no fue planeado», opinó.

Es «un designio divino» para la directora del GPP, madre de Pablo Bertola y líder de todo el proceso. Bituca, la criatura, se hizo mayor que su creador, el grupo teatral que fundó en 1980 con su marido Ivanée Bertola, ahora fallecido.

De los 20 actores que componían el GPP, Regina pasó a tener más de 200 personas bajo su administración, lo que le dificulta volver a su vocación original de dramaturga, dijo dividida entre el lamento y el festejo.

«Este artículo es parte de la serie de reportajes El Arte es la Mejor Educación. El proyecto que dio origen a este trabajo fue el ganador de las Becas AVINA de Investigación Periodística. Los abonados que lo reproduzcan deben incluir los logos correspondientes. La Fundación AVINA y la Casa Daros, socia en la categoría Arte y Sociedad, no asumen responsabilidad por los conceptos, opiniones y otros aspectos de su contenido».

 

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