IRÁN: La legitimidad se impone con guardias

Cuando el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadineyad, llegó en helicóptero a la sede de la Asamblea Consultiva Islámica (parlamento) para ser investido mandatario por un segundo periodo consecutivo, el escenario se parecía bastante al de un país de régimen militar.

Casi 5.000 militares, policías y funcionarios de seguridad vestidos de civil, así como miembros de la milicia Basiji, se desplegaron el miércoles fuera de la sede legislativa, para dispersar a miles de personas que intentaban protestar contra la asunción de Ahmadineyad.

Los Basiji son paramilitares voluntarios que operan como guardianes de la Revolución Islámica.

Pese a la medida, y al cierre de dos de las estaciones de metro en el área cercana al parlamento, los iraníes se las arreglaron para congregarse en el exterior del edificio. Varios fueron arrestados.

Ahmadineyad juró lealtad a la Constitución de la República Islámica en una ceremonia a la que faltaron varias figuras clave. Entre ellas, Akbar Hashemi Rafsanyani, ex presidente del país (1989-1997) y actual presidente de la Asamblea de Expertos y del Consejo de Discernimiento de Conveniencia del Sistema, que se ocupa de decidir qué conviene cuando una norma aprobada por la Asamblea es considerada contraria a la ley islámica por el Consejo de Guardianes.
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También estuvieron ausentes el ex presidente Mohammad Jatami (1997-2005), los candidatos presidenciales reformistas Mir Hossein Mousavi y Mehdi Karoubi, y el candidato conservador Mohsen Rezaie.

También estuvieron ausentes casi 60 parlamentarios reformistas, así como algunos conservadores que habían anunciado que boicotearían el acto.

Según el sitio web de los legisladores reformistas, aproximadamente 20 personas se retiraron del recinto apenas Ahmadineyad comenzó su discurso inaugural.

El presidente del parlamento, Ali Lariyani, ofreció unos breves consejos a Ahmadineyad, cuya investidura ha suscitado una amplia oposición.

Refiriéndose a las deficiencias administrativas de su primer periodo de gobierno y a la falta de competencia de su gabinete, Lariyani aconsejó a Ahmadineyad crear "programas en línea con las políticas nacionales generales" y reclutar a "numerosos expertos conocedores de la tarea de manejar el país".

Lariyani también enfatizó que la aprobación parlamentaria de los ministros tendrá que tener en cuenta tanto su experiencia como sus antecedentes académicos.

En su discurso, Ahmadineyad destacó que el público iraní no esperaba recibir mensajes de felicitación de gobiernos extranjeros a raíz de su asunción. Varios gobiernos europeos habían anunciado que, dado el malestar reinante en Irán y la disputa en torno a la limpieza de los comicios, no enviarían ningún mensaje de felicitación a Ahmadineyad por su segundo mandato.

Alineados con esa tónica, pocos embajadores participaron de la ceremonia, enviando en su lugar a representantes de menor jerarquía.

El ayatolá Mahmoud Hashemi Shahroudi, presente en el acto, no respondió a las recientes críticas contra el Poder Judicial que lidera sobre arrestos, centros de detenciones ilegales y muertes de personas que se encontraban bajo custodia.

Luego de la asunción, se registraron protestas esporádicas y enfrentamientos entre manifestantes y policías y militares en todo Teherán. También estuvo presente la milicia Basiji.

El lunes, miles de manifestantes salieron a las calles de la capital luego de una ceremonia en la cual el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de la República Islámica, aprobó oficialmente la presidencia de Ahmadineyad.

A ella asistieron Shahroudi, Lariyani y Rezaie. Pero poderosas figuras de la oposición, como Rafsanyani, Jatami, Mousavi y Karoubi estuvieron ausentes.

Tanto Mousavi como Karoubi, que disputaron los resultados de las elecciones del 12 de junio argumentando que hubo fraude, se negaron a reconocer la legitimidad del gobierno de Ahmadineyad.

En una entrevista publicada el martes en el diario español El País, Karoubi reiteró su posición y la de Mousavi, manifestando que ambos continuarán protestando y que no colaborarán con el gobierno.

Según Ghalam News, en una reunión con jóvenes partidarios el miércoles, Mousavi sostuvo que la permanencia de las protestas prueba que las detenciones han tenido poco impacto en el movimiento opositor, que seguirá actuando.

Durante el fin de semana, las autoridades iniciaron un juicio masivo a personas arrestadas en las últimas semanas. Entre los 100 enjuiciados figuran decenas de destacadas figuras reformistas, acusadas de fomentar una "revolución de terciopelo".

Los sometidos a juicio comparecieron ante el tribunal vestidos con uniformes carcelarios y acompañados por oficiales de policía. Sus abogados no estaban presentes en sala.

Es la primera vez en la historia de la República Islámica que ex funcionarios de alto rango, incluso vicepresidentes y ministros, son llevados a juicio de este modo.

Según defensores de los derechos humanos, a las personas enjuiciadas se les negó el derecho a un abogado. Muchos informes indican que fueron sometidas a presiones extremas, aisladas y con poco o ningún contacto con sus familias.

Otros reportes sostienen que se han practicado torturas para obtener confesiones falsas de culpabilidad y de incriminación de otros líderes reformistas.

Dos de quienes confesaron haber cometido faltas fueron el ex vicepresidente Ali Abtahi, que se mostró apesadumbrado y con aspecto de haber perdido mucho peso, y Mohammad Atrianfar, ex asesor de Rafsanyani y fundador de varios periódicos reformistas.

Las confesiones ante el tribunal, a las que siguieron entrevistas con los acusados en la televisión estatal, se centraron en tres temas principales: elogios al líder supremo, negación de que se hubiera perpetrado fraude electoral y reconocimiento de participación en esfuerzos para debilitar o derrocar al Estado islámico.

Según un analista político entrevistado por IPS, la exhibición buscó restablecer parte del respeto que Jamenei parece haber perdido por apoyar a Ahmadineyad, disculpando las duras medidas que se tomaron tras los comicios, justificando los resultados y tratando de calmar al país poco antes de la investidura del presidente.

"Lo único que podemos hacer es aceptar que esto fue la exhibición de un escenario orquestado por la imaginación de las fuerzas gubernamentales conservadoras", dijo el analista.

Los conservadores de línea dura también han pedido al Poder Judicial que asuma la tarea de juzgar a Mousavi y Jatami.

El encarcelamiento y el juicio de reformistas exhiben la quiebra que vive la elite política del país, lo que significa que Ahmadineyad tendrá un mandato complicado.

Según un analista entrevistado por IPS, el presidente "padece una seria falta de legitimidad en su propio país. Las fisuras se extienden también a los conservadores, así que el principal desafío que enfrenta Ahmadineyad es que el parlamento confirme a sus ministros en las próximas semanas. La tarea será difícil".

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