Su arte, modestamente presentada como artesanía, brota literalmente de la tierra. Del barro hace sus «figuras» y con tinta de tierra pinta piedras y sus «dibujos», todo estrechamente vinculado a las raíces culturales del Valle del Jequitinhonha, en el sudeste de Brasil.
Negra y autodidacta, ella nació en Araçuaí, un municipio de 37.000 habitantes en el medio del Valle, donde vivió sus 63 años. Empezó a esculpir "figuras" cerca de los cinco años de edad. Aprendió con su madre, una lavadora de ropas que, para entretener su grupo de amigos, hacía bustos de barro, caricaturando adversarios en el juego de cartas.
Inicialmente, Lira usaba cera de abejas que su padre, un zapatero, empleaba para fortalecer el hilo con que unía partes del calzado. En su corta edad le era difícil manejar el barro. Más tarde aprendió, con artesanos de vasos, ollas, jarras y otras lozas, técnicas como recolectar el barro "en la luna cierta" y de como "quemarlo" en el horno para su mayor resistencia.
Pero hacer "cosas utilitarias" no era su vocación, dedicándose a esculpir figuras humanas, máscaras y animales, "los bichos de mi Sertão" (el interior rústico de Brasil). Su ascendencia africana está muy presente en sus obras, así como el origen indígena del pueblo local.
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Sus obras, además, no siempre son naturalistas. "No soy fotógrafa", destacó para justificar la transfiguración de sus animales. "Hago un bicho que puede parecer un pato, pero no es un pato, porque no lo hice con esa intención de que sea un pato. Son cosas distintas de la realidad, que están en mi imaginación", señaló.
"Si quiero hacer una gallina que parezca real, la hago, pero me gusta el trabajo que realza el pensamiento de uno, que nos lleva mas lejos", explicó a IPS, apuntando su alejamiento de la artesanía, sin admitirlo explícitamente.
En 1994, debido a una tendinitis y problemas en la columna, que según un médico podría llevarla a una silla de ruedas, pasó a dibujar y pintar, en papel y en piedras redondas. Tal como sus obras de ceramista, como la identifican por esculpir en barro, sus pinturas ganaron exposiciones en los grandes centros, como Río de Janeiro, y también en el exterior.
Sus obras fueron aprobadas y promovidas por Lelia Coelho Frota, crítica de arte, antropóloga y autora del extenso "Pequeño diccionario del arte del pueblo brasileño", que presenta 150 "artistas populares" del siglo XX y sus obras.
Además de "ceramista" y pintora, Lira se destaca también como una productiva investigadora tanto del alma de su pueblo, expresada en la música y en otras tradiciones, como de la tierra, es decir la materia del suelo.
En música participa en el Coro Trovadores del Valle, fundado hace 40 años en Araçuaí, y en investigaciones sobre canciones tradicionales del Valle del Jequitinhonha, muchas casi olvidadas. Algunas, como "Beira mar", que "llevé tres días para recuperar con una anciana que a veces olvidaba un verso", fueron incluidas en discos de varios cantantes famosos, recordó.
El compañero y orientador en esa tarea es Franciscus Van der Poel, más conocido como "Fray Chico", un sacerdote católico franciscano, misionero en Brasil desde 1967 y que junto con Lelia Coelho condujo las investigaciones que resultaron en el "Abecedario de religiosidad popular", un inventario de más de 7.500 costumbres, expresiones, manifestaciones y leyendas de la cultura religiosa brasileña.
Lira, además de participar como una de las investigadoras, es autora de los dibujos en las páginas iniciales de cada una de las letras del alfabeto que estructuran el compendio, producto de 18 años de trabajo.
Otro objeto de sus investigaciones, la tierra propiamente dicha, le interesa por un aspecto inusitado, su color. Se trata de materia prima para sus pinturas.
La tinta de tierra es algo característico de Araçuaí, corazón cultural del Valle de Jequitinhonha. Además de las pinturas de Lira Marques y otros artesanos y artistas, los colores terrenos alegran algunas paredes de la ciudad.
La tinta se produce en una de las "fabriquitas" creadas por el no gubernamental Centro Popular de Cultura y Desarrollo (CPCD), que entre muchas innovaciones educativas implantó cooperativas profesionales formativas en la ciudad.
"Desde niña siempre observé la naturaleza y las tierras, entonces empecé a recoger tierras para pintar la cerámica". Las tintas se hacen simplemente con el polvo de tierra, agua y cemento para madera, explicó Lira a IPS.
"Cuando viajo en autobús voy mirando los cerros, sus colores", señalando locales prometedores. Después, cuando viene Fray Chico, en automóvil, van en búsqueda de las tierras coloridas.
Es en los caminos hacia Diamantina y São João del Rey, antiguas zonas mineras del estado de Minas Gerais, que se encuentran "tierras bonitas", observó Lira. Hay "una infinidad de colores y la tinta de tierra puede exponerse al sol y la lluvia que no salen, aseguró. Solo no sirve para tejidos, porque no resiste al lavado.
Tanto conocimiento acumulado de la cultura popular del Valle de Jequitinhonha, de las canciones históricas y los colores de la tierra Lira los pone a disposición de cualquier interesado. "Es de dominio público", sostiene. El talento artístico es menos transferible, pero se difunde por su numerosa obra y algunos discípulos.
Su historia, como ícono de la cultura popular de la cuenca del Jequitinhonha, fue contada por el espectáculo "Maria Lira", del grupo teatral Ícaros del Valle, de Araçuaí, que se presentó en enero del año pasado en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais.
