PAKISTÁN: Desplazados malvenidos en Karachi

«¿Acaso Pakistán no es nuestro país? Cuando residentes en Karachi iban a Swat como turistas los recibíamos con los brazos abiertos», dijo Mirza Khan, de 39 años.

A Khan le indigna que los nacionalistas sindhi de la meridional ciudad de Karachi —la mayor de Pakistán— procuren impedir el ingreso a la provincia de Sindh, de la que es capital, de civiles desplazados por el enfrenamiento entre las fuerzas de seguridad regulares y las del movimiento extremista Talibán, en el noroccidente del país.

Oriundo de Buner, en el sur de Swat, distrito de la Provincia de la Frontera Noroccidental, Khan vive desde hace ocho años en Karachi, sobre el mar Arábigo. Trabaja como chofer. Hasta el mes pasado, enviaba dinero con regularidad a su familia.

En mayo, los fuertes enfrentamientos en Swat, Buner y Dir obligaron a su esposa y sus siete hijos a huir de su aldea.

La familia vive ahora en un apartamento de un solo ambiente en Karachi. Hace tres semanas, ocho miembros de la familia de su hermano también llamaron a su puerta. Khan los hizo entrar, de acuerdo con la ancestral tradición hospitalaria de los pashtunes (patanes). Tal hospitalidad se debe ofrecer incluso a los enemigos.
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La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) calcula que unos 2,4 millones de personas fueron desplazadas en los últimos ocho meses. Noventa por ciento hallaron refugio en casas de familiares y en aldeas de la etnia pashtún en la Provincia de la Frontera Noroccidental.

La Unidad de Respuesta a la Emergencia de esa provincia registró 265.122 desplazados viviendo en 21 campamentos administrados por el gobierno, con apoyo de Acnur.

La llegada de desplazados a Sindh irrita a los partidos nacionalistas de la provincia, que temen que eso altere la demografía de Karachi.

En 1947, cuando Pakistán e India se independizaron de Gran Bretaña y formaron dos estados separados, la población sindhi-parlante de Karachi se vio inundada de millones de refugiados musulmanes que hablaban urdu, obligados a abandonar sus hogares del otro lado de la frontera.

Según Zulfiqar Halepota, secretario del Foro Democrático de Sindh, una coalición de organizaciones nacionalistas,

"Sindh debería ser sellada completamente. Deberíamos impedir el ingreso de los desplazados de la Provincia de la Frontera Noroccidental. Tendríamos que brindarles toda la asistencia y el apoyo en su propia provincia", dijo Zulfiqar Halepota, secretario de la alianza nacionalista Foro Democrático de Sindh.

Para el urbanista y sociólogo Arif Hasan, Karachi está "ghetizada" según criterios étnicos, lo que constituye "una tendencia muy peligrosa".

"En el momento de la independencia, en 1947, Karachi tenía 60 por ciento de sindhis. Hoy, con una población de 18 millones, Karachi no tiene más de siete por ciento de sindhis, 13 por ciento de pashtunes y 48 por ciento de población urdu-parlante", dijo.

El Movimiento Muttahida Qaumi, un partido político urdu de clase media urbana, también rechaza la llegada de los desplazados. Sugirió que se los registre y que se los obligue a permanecer en campamentos improvisados fuera de los límites de la ciudad.

El ex director general del Buró de Inteligencia, Masood Sharif Khattak, está alarmado por estos sentimientos. Cualquier intento de impedir que los pashtunes ingresen en Karachi sería "el primer paso hacia un gran ataque a la solidaridad y el bienestar de Pakistán", dijo a IPS.

La mayoría de población pashtún de la ciudad está empleada en sectores de la actividad en los que los sindhi prefieren no trabajar, como la construcción de edificios y carreteras.

"¿Quién hace todo el trabajo duro?", preguntó Dawai Khan, un pashtún de la región de Bajaur que desde hace 20 años se desempeña como empleado del hogar para una familia de clase media alta.

"Sin los pashtunes no habría nadie que hiciera las carreteras, el negocio de la construcción colapsaría y el transporte se estancaría", sostuvo.

De todos modos, los grupos de presión a favor y en contra de los desplazados podrían no llegar a ningún acuerdo.

"Sus reservas se basan en presunciones falsas", dijo en una conferencia de prensa Shahi Syed, presidente en Sindh del Partido Nacional Awami, que gobierna en la Provincia de la Frontera Noroccidental.

"Los desplazados regresarán a sus tierras de origen apenas la situación se normalice allí", agregó.

Pero Zulfiqar Shah, investigador del Instituto de Trabajo, Educación e Investigación de Pakistán, advirtió que "los sindhis están a punto de convertirse en una minoría en su propia provincia".

"Coincido los nacionalistas sobre la llegada de forasteros a Sindh", agregó Shah, él mismo sindhi. Pero "han planteado el asunto correcto en el momento equivocado."

La periodista independiente Najma Sadeque, que escribe para los periódicos en inglés The News y Dawn, está convencida de que se debería dar refugio a los desplazados en campamentos ubicados fuera de los límites de la ciudad, dado que allí se los puede controlar mejor.

"En Karachi, los servicios municipales y otros ya están sobrecargados y desmoronándose", y son inadecuados para el rápido crecimiento de la población, explicó.

"Den a los desplazados 100.000 rupias (unos 1.200 dólares) a condición de que permanezcan en la Provincia de la Frontera Noroccidental", sugirió el urbanista Hasan.

Según Khattak, la mayoría de los desplazados que llegan a Karachi no vivirán en campamentos de refugiados.

"La mayoría tienen amigos y familiares que los pueden ayudar a reestructurar sus vidas personales encontrando trabajos y estableciendo pequeñas empresas, como puestos de té o tiendas", dijo.

"Es muy desafortunado que hayamos convertido al más digno de los pueblos, los pashtunes, en mendigos, y en gente desesperada por alimento y refugio dentro de su propio país", agregó.

El Movimiento Muttahida Qaumi, que cuenta con un fuerte apoyo político entre los habitantes de Karachi que hablan urdu, argumenta que una presencia a largo plazo de los pashtunes desplazados podría amenazar el carácter cosmopolita de la ciudad, y sumarse al caos reinante.

El analista político y de temas de defensa Hasan Askari-Rizvi, radicado en la oriental ciudad de Lahore, discrepa absolutamente con ese punto de vista.

"La oposición del Movimiento Muttahida Qaumi al asentamiento de desplazados en Sindh se origina en su carácter étnico y en el deseo de proteger su monopolio político en el Sindh urbano", dijo.

"La otra consideración —que elementos de Talibán vayan a Karachi— es secundaria", agregó.

Según Khattak, le corresponde al gobierno mantener la ley y el orden. "Como medida de control del delito, no se puede simplemente impedir que un pakistaní se traslade a Karachi desde la Provincia de la Frontera Noroccidental. Sería desastroso hacer eso. Sembraría la semilla del disenso", reiteró..

Halepota, del Foro Democrático Sindh, sugirió que se convoque a una conferencia multipartidaria para tomar una decisión al respecto.

"Los tres principales partidos políticos —el gobernante Partido Popular de Pakistán, el Partido Nacional Awami y el Movimiento Muttahida Qaumi— pueden reunirse para resolver este asunto", señaló Hasan.

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