MÚSICA-ITALIA: Cultivando la ópera

Fabrizio le advierte a la joven Eriko que afuera hace mucho frío, mientras la leña crepita en la chimenea y el sol comienza a desaparecer tras las sierras, que ese día amanecieron nevadas. Si bien es cierto, están actuando: es el ensayo de una famosa escena de la ópera La Bohème, de Giacomo Puccini.

Terranova con algunos de los alumnos después del concierto. Crédito: Yukari Susaki
Terranova con algunos de los alumnos después del concierto. Crédito: Yukari Susaki
No están en París, donde transcurre la obra, ni en el escenario de algún teatro importante de Europa. No hay críticos especializados en su entorno ni jurado de concurso. Están distendidos, disfrutando la esencia del canto en Ameglio, un pequeño poblado del sur de Italia ubicado a unos 50 kilómetros de Nápoles, rodeados de montes donde se cultivan tomates y calabacines, y se produce miel, melaza y vino, entre otras cosas.

Fabrizio Bossio, tenor, y Eriko Sumiyoshi, soprano, son dos cantantes que se perfeccionan con el maestro italiano Vittorio Terranova, e integran la veintena de jóvenes que participan regularmente del curso internacional de canto lírico realizado cada febrero en las instalaciones de la comunidad católica autosustentable Fundación "Oasi Regina degli Angeli" (Oasis Reina de los Ángeles). Las clases son impartidas en colaboración con el tenor Francesco Zingariello.

Después de la extensa jornada de vocalizaciones y repasos de arias y dúos, no hay exámenes ni pruebas de otra índole. A los alumnos los espera la cena, en la que los miembros de la comunidad sirven afectuosamente lo fabricado en sus terrenos con sus propias manos.

La pasta nunca falta, ni tampoco el vino. Morrones, berenjenas, calabazas, aceitunas y todas clases de quesos y embutidos llegan a la mesa. La célebre camaradería meridional sella en los alumnos el espíritu originario de la ópera italiana. Casi siempre algún alumno, después del postre, se acerca al piano para que todos terminen brindando y entonando una canción napolitana.
[related_articles]
"El curso en la Fundación es organizado desde hace tres años en colaboración con el maestro Zingariello. Aparte del de Ameglio, normalmente hago diversos cursos, algunos fijos", explicó a IPS Terranova, quien realizó en su juventud una destacada carrera internacional como tenor (a veces llamado el "Alfredo Kraus italiano" por sus similitudes artísticas con su colega español fallecido en 1999) y ahora es famoso en el mundo de la lírica por su docencia.

Realiza clases magistrales frecuentes en Austria, Bulgaria, Japón, Venezuela y otras partes de Italia.

Terranova, profesor permanente en el Conservatorio de Música "Giuseppe Verdi" de Milán, fue maestro de los tenores argentinos José Cura y Darío Volonté, del peruano Juan Diego Flórez, del uruguayo Carlos Ventre, y del italiano Francesco Meli, la mayoría de los cuales son figura principal en los más importantes escenarios operísticos del mundo.

En el curso en Ameglio participan fundamentalmente estudiantes italianos, que lo toman con placer mientras "descansan" de la agobiante actividad en sus respectivos conservatorios. También hay una fuerte delegación de japoneses, y a veces algún alumno de otro país de Europa.

Al salón de clases de Terranova llegan a veces también algunos latinoamericanos, sector que curiosamente ocupa hoy lugares destacados en la ópera mundial.

Entre otros cantantes importantes de la actualidad originarios de América Latina, aunque no alumnos de Terranova, se destacan las sopranos chilenas Verónica Villaroel y Cristina Gallardo-Domas, el bajo-barítono uruguayo Erwin Schrott y los tenores Marcelo Álvarez y Raúl Gimenez, ambos argentinos, Ramón Vargas y Rolando Villazón, mexicanos, y Aquiles Machado, venezolano.

"¿Por qué hay hoy tantos cantantes latinoamericanos, particularmente tenores, entre ellos mis ex alumnos Ventre, Cura y Flórez? Respondo que se debe a que ellos han seguido su vocación. Se han concentrado en su objetivo estudiando sin descanso y buscando la perfección, hasta convertirse en ‘virtuosos’", explicó Terranova.

En Ameglio, durante su estadía de una semana en las instalaciones de la Fundación, los estudiantes están en compañía de las 40 personas que la habitan y trabajan, divididas en tres matrimonios con ocho hijos en total, cinco religiosos,10 huéspedes regulares y 10 niños y niñas huérfanos, todos bajo la dirección del sacerdote Carmine Zaccariello.

El proyecto de este "oasis" en Ameglio es "compartido por personas que quieren vivir como la primera comunidad apostólica", explicó el religioso a IPS.

"He iniciado el ministerio aquí hace poco más de un año, y estoy feliz y sereno, también porque Ameglio es un lugar bellísimo compuesto de personas valientes y con la grandeza del hombre", señaló Zaccariello. El Oasis busca "convertirse en lugar de cultura, deporte y oración", además de "ser un sitio de rescate social", indicó.

Mientras en los salones de clases se oyen las obras de autores fundamentales de la lírica italiana, como Puccini (1858-1924), Giuseppe Verdi (1813-1901), Gaetano Donizetti (1797-1848) y Vincenzo Bellini (1801-1835), afuera, los habitantes de la comunidad cultivan verduras de estación, crían animales y realizan apicultura.

"Todos los productos sirven al sustento de la comunidad, esto es, para nuestro consumo. Lo que vendemos afuera fundamentalmente es la miel, el propóleo y la mermelada", explicó Zaccariello, quien abrió las instalaciones de la Fundación a los alumnos de Terranova y Zingariello con el fin de promover la cultura.

Durante el curso, los alumnos participan de un concierto en la iglesia de Ameglio, fuera de las instalaciones de la Fundación, donde los pobladores tienen oportunidad de oír en vivo las arias de ópera que son parte vital del patrimonio cultural italiano interpretadas por quienes sueñan con ocupar elencos en el Teatro alla Scala de Milán o en el Metropolitan de Nueva York.

Pero el camino a los grandes escenarios no es nada fácil, y uno de las dificultades que primero encuentra un aspirante con condiciones es hallar un buen maestro.

La falta de profesores competentes "es algo sintomático", opinó Terranova. "Incluso en el tiempo de Verdi faltaban buenos maestros, y sólo pocos gozaban de reconocimiento", al punto que, según escribió el propio compositor en una carta, solamente siete de sus contemporáneos podían considerarse adecuados instructores del arte vocal, apuntó.

"Hoy la situación podría decirse que es idéntica. Pocos maestros de canto son idóneos como para llevar ese nombre, pero los hay", afirmó.

Luego vienen las siguientes dificultades: adquirir la técnica adecuada, desarrollar madurez artística, y hacerse un lugar en el ámbito operístico. De las miles de personas que estudian canto en conservatorios, academias, institutos y maestros particulares en todo el mundo, sólo un pequeño porcentaje llega a cantar profesionalmente.

"El alumno que quiere emprender el estudio del canto a fondo debe hacer una búsqueda exacta, con buena suerte encontrando (el camino), invirtiendo tiempo, confianza, dedicación y voluntad férrea", sostuvo Terranova.

"Lo logran sólo aquellos que se dedican totalmente a la propia vocación, sin reservas, y lo hacen con placer, con impulso, con alegría, sin rendirse", agregó.

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe