EEUU-IRÁN: La cooperación posible

Si el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, emitiera las señales correctas, ¿será posible un acuerdo entre su gobierno y el de Irán? La respuesta de funcionarios y analistas iraníes es «sí, pero…».

Durante mucho tiempo, el sistema nacional de seguridad iraní vio con ansiedad la perspectiva de un acuerdo con Washington. Pero hay una gran diferencia entre uno y otro país acerca de cómo debería ser ese pacto.

Estados Unidos está obsesionado con que Irán deje de enriquecer uranio. Por otro lado, iraníes entrevistados en Teherán señalaron que un convenio sólo sería posible si representara un cambio fundamental en el vínculo con Washington.

Funcionarios y analistas iraníes perciben un complejo entramado de problemas sobre cuya totalidad será preciso tejer soluciones para llegar a un acuerdo.

No sólo se trata de cuestiones bilaterales. Para los iraníes, es esencial un nuevo entendimiento Washington-Teherán sobre la globalidad de los dilemas de Medio Oriente.
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El problema, para ellos, es que Irán se ve obligado a diseñar toda su política hacia la región tomando en cuenta la hostilidad estadounidense.

"Mientras Estados Unidos e Irán no se comprendan, cualquier paso que dé Washington nos preocupa", dijo Hamid Reza Dehghani, director del Centro para el Golfo Pérsico y Medio Oriente del Instituto de los Estudios Políticos e Internacionales, dependiente de la cancillería iraní.

Por otro lado, funcionarios en Teherán admiten que Estados Unidos e Irán comparten algunos intereses en la región, en especial su oposición a la red extremista Al Qaeda y otras organizaciones insurgentes islamistas.

Al mismo tiempo, perciben oportunidades de cooperación entre ambos países, a pesar de las frecuentes amenazas de Estados Unidos.

"Si hay una oportunidad de hallar puntos en común con Estados Unidos será en Medio Oriente", sostuvo Dehghani.

Un asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, que solicitó no ser identificado por IPS porque no cuenta con autorización para dialogar con periodistas extranjeros, consideró posible un acuerdo sobre todos los puntos en disputa.

El funcionario basó su presunción en el reconocimiento compartido de Al Qaeda y otras organizaciones como amenaza regional.

Los entendimientos entre Estados Unidos e Irán respecto de Iraq y Afganistán serán "centrales" para esos acuerdos, dijo el asesor a IPS.

Irán está dispuesto hace mucho tiempo a dialogar directamente con Estados Unidos sobre Iraq y Afganistán. Funcionarios iraníes participaron, incluso, en reuniones secretas con diplomáticos estadounidenses en Ginebra que se desarrollaron entre fines de 2001 y hasta mediados de 2003, cuando el gobierno de George W. Bush las interrumpió.

Dehghani sostuvo que Irán está preocupado sobre si Estados Unidos acatará el acuerdo que alcanzó con Iraq de retirar todas sus fuerzas para 2011, y manifestó sus dudas al respecto.

El experto recordó que el acuerdo fue impuesto por la opinión pública iraquí al gobierno estadounidense, sin que estuviera dispuesto a aceptarlo, y que sectores del gobierno iraquí son "amigables con Irán".

Dehghani se refería a los a los partidos políticos chiitas de Iraq, durante mucho tiempo patrocinados por Irán y ahora aliados en el régimen de Nouri al-Maliki.

Lo que preocupa a los estrategas iraníes son elementos del régimen iraquí que ven como receptivos a los intereses estadounidenses.

"Las fuerzas de seguridad y militares del gobierno iraquí fueron establecidas directamente por Estados Unidos, y los jefes de estos sistemas no son amigables con Irán", dijo Dehghani.

Si Estados Unidos e Irán alcanzaran un acuerdo más amplio para poner fin a sus hostilidades, esto volvería "más viable" una completa retirada estadounidense de Iraq, sostuvo.

Así dio a entender que el principal interés de Estados Unidos en mantener sus tropas en Iraq ahora es contener la influencia iraní.

En Afganistán, los funcionarios ven el breve periodo de cooperación entre Estados Unidos e Irán contra Al Qaeda y el también movimiento extremista Talibán luego del 11 de septiembre de 2001 como modelo para el futuro. La alianza concluyó por presiones del sector neoconservador entonces predominante en la política exterior de Washington.

Dehghani sugirió que a Irán le preocupa más el peligro que representa el eventual ascenso al poder de extremistas sunitas en Afganistán que por las intenciones de Obama de desplegar más tropas estadounidenses en ese país.

Nada dijo sobre los efectivos estadounidenses en Afganistán, excepto que sufrían más bajas que los apostados en Iraq. Pero advirtió que Irán se opone a las negociaciones de paz con el Talibán propuestas por el presidente afgano Hamid Karzai.

Un apoyo de Estados Unidos al diálogo con el Talibán "sería un gran error", dijo.

Los estados europeos y árabes pueden apoyar un acuerdo con el Talibán, pero no el gobierno ni el público estadounidense, opinó Dehghani.

Irán y Estados Unidos se oponen al mismo enemigo —el extremismo sunita— en Afganistán, brindando una base objetiva para un pacto regional más amplio.

Tal vez lo más delicado políticamente para ambas partes en cualquier negociación, aparte del programa nuclear de Irán, sean las relaciones de ese país con el movimiento chiita libanés Hezbolá y otras organizaciones contrarias a Israel.

En mayo de 2003, Irán propuso en secreto integrarse en el plan de paz de la Liga Árabe, propuesto por Arabia Saudita, según el cual se crearía un estado palestino y todos los países de la región reconocerían a Israel.

Pero el gobierno estadounidense dudó entonces que el entonces presidente Mohammad Jatami (1997-2005), del ala reformista del régimen iraní, tuviera suficiente fuerza para implementar su iniciativa.

El editor y estratega político conservador Amir Mohebbian, histórico partidario del actual presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad, quien sugirió que el acuerdo Washington-Teherán podría "ayudar a Estados Unidos a solucionar" la cuestión palestina.

Mohebbian explicó que la política iraní hacia Israel debe analizarse en dos niveles.

"Como consigna, Irán dice que no podemos aceptar a Israel, pero hay una diferencia entre los eslóganes y la acción", dijo a IPS.

Según el máximo funcionario de asuntos estadounidenses en la cancillería iraní, Ali Akbar Rezaie, el principal obstáculo a un acuerdo Washington-Teherán no son los conflictos sobre intereses objetivos. El problema es la preocupación estadounidense sobre el estatus de Irán como gran potencia regional.

"La única manera de que Estados Unidos revierta este círculo vicioso es acceder a coexistir con este estatus mayor de Irán. Tarde o temprano, tendrán que reconocer esto", dijo Rezaie.

* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. Acaba de terminar una visita de 12 días a Teherán en la que investigó cómo ven funcionarios, analistas y figuras políticas las posibles negociaciones entre el gobierno de Obama e Irán. Éste es el cuarto artículo de una serie de cinco.

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