CARICATURA-EEUU: Juguetona campaña electoral

A pesar de los recortes presupuestarios de la industria editorial, los desafíos de una tecnología en permanente cambio y otras presiones, la caricatura política ha prosperado en la prensa de Estados Unidos en la presente campaña electoral.

Mientras el rescate de Wall Street se torna el tema de conversación obligado en todo el país y el senador Barack Obama gana la delantera en la carrera hacia la Casa Blanca, los caricaturistas, quienes creen que todo vale en el amor, la guerra y las campañas presidenciales, tratan, en general, de evitar los estereotipos.

"Enfatizo en la flacura de Obama", dijo Steve Kelley, del diario New Orleáns Times-Picayune. "También tiene una nariz angosta, pero no me importa de qué color es y tampoco creo que eso importe."

"Sin embargo, hay un punto a partir del cual la caricatura puede cruzar líneas y ser ofensiva", advirtió. "Los caricaturistas tenemos, cada uno, nuestras propias líneas a no cruzar."

"Tengo un cierre de edición por día. Por lo tanto, estoy limitada a la información diaria, a la 'noticia caliente', pero siempre un día atrás", admitió Signe Wilkinson, la dibujante de la página editorial del diario Philadelphia Daily News.
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"No debemos olvidar que somos caricaturistas y que no hay nada parecido a lo que hacemos en televisión, ni siquiera en Internet", añadió Wilkinson, cuyos trabajos se distribuyen a medios de prensa de todo el país a través del servicio de columnistas del diario The Washington Post.

A pesar de la riqueza del material informativo con el que trabaja en estos días, éstos son tiempos económicos difíciles para la prensa estadounidense.

Cuando un diario estadounidense tiene problemas fiscales, uno de los primeros despidos en la redacción es el del ilustrador.

El multipremiado caricaturista Jim Borgman, por ejemplo, debió aceptar este año el retiro incentivado y dejó de publicar sus dibujos en la página editorial del Cincinnati Enquirer.

Otro desafío es la competencia de dibujantes que divulgan su trabajo por Internet, así como las horas o días que insume la creación de una ilustración política para prensa, tardanza que determina cierta pérdida de frescura en el momento de la publicación.

Los caricaturistas de páginas editoriales estadounidenses suelen profesar ideas liberales, pero "hay algunos conservadores muy buenos", dijo Wilkinson a IPS. Entre ellos, mencionó a Glenn McCoy, del diario Belleville Democrat, y Michael Ramirez, quien trabajó en Los Angeles Times y hoy lo hace en The Financial Times.

La concepción del trabajo del ilustrador de página editorial cambia de profesional en profesional.

"Mi trabajo no es cambiar las mentes, sino ser gracioso y lograr que los lectores vuelvan mañana a la página a ver qué habré hecho para entonces", dijo a IPS el ilustrador del St. Louis Post-Dispatch R. J. Matson.

"Un caricaturista no es apartidario, por cierto. Debemos tomar partido. Se nos paga por tener opinión. Sí, hacemos editoriales dibujados", consideró Wilkinson.

"Considero que estoy dedicado al comentario político, del mismo modo que (el columnista conservador) George Will o (la liberal) Maureen Dowd", agregó Kelley. "Todos nosotros hacemos lo mismo pero con diferentes herramientas y talentos."

Ahora tienen un desafío. Al caricaturizar a Obama, deben cuidarse de no ridiculizar a los negros. Y al caricaturizar a McCain, deben cuidarse de no ridiculizar a los ancianos ni a los discapacitados.

"Claro, debo ser tan preciso como sea posible", afirmó Kelley.

Y recordó algo que le sucedió hace unos pocos meses. Dibujó a Obama y a quien entonces era su rival en las primarias del opositor Partido Demócrata, Hillary Rodham Clinton, en un ring de boxeo. McCain representaba a las chicas con poca ropa que llevan un cartel para anunciar el siguiente round.

"Pero alguien me indicó que McCain no podía llevar las dos manos encima de la cabeza" a causa de las heridas que sufrió en la guerra de Vietnam. "Así que debí volver a la mesa de trabajo y dibujarlo sosteniendo el cartel con una sola mano", agregó.

A veces, los ilustradores de las páginas editoriales hacen historia. En el siglo XIX, Thomas Nast, del diario The New York Times, retrató al corrupto político William "Boss" Tweed como un bufón corrupto, y precipitó su caída.

En los años 50, Herb Block, célebre bajo su firma Herblock, fue uno de los primeros que criticó desde la prensa la campaña anticomunista del senador Joseph R. McCarthy, y desde sus ilustraciones para The Washington Post se usó por primera vez el término "macarthismo".

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