AFGANISTÁN: Hambre alimenta al Talibán

Zayainullah, de 11 años, tiene que llevar suficiente dinero a su casa todos los días para no ser golpeado. «No tenemos comida. Mi tía me amenazó y me dijo que lleve bastante para comprar pan», relató el niño.

El pequeño se sienta todos los días a mendigar en la acera de una agitada calle de la capital afgana, sin camiseta. Tiene un solo brazo y su barriga hinchada, clara señal de su avanzado estado de desnutrición.

"Siempre nos faltó la comida, pero nuestros problemas se agravan día a día", añadió.

Al igual que Zayainullah, millones de personas sufren hambre, según varios informes de agencias humanitarias. La sequía devastadora, el invierno particularmente crudo, la carestía de los alimentos y la guerra e inseguridad agravan la crisis que va camino a convertirse en un desastre humanitario, según denuncias de numerosas organizaciones.

Oxfam Internacional señaló que este país atraviesa una de las peores crisis de los últimos 20 años.
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Casi cinco millones de afganos sufren por la escasez de alimentos, según estimaciones de Oxfam. Más de 42 por ciento de la población vive en una situación de extrema pobreza, con menos de 10 dólares al mes, de acuerdo con el Instituto de Estadísticas de Afganistán.

Según el centro de estudios Brookings Institution, 45 por ciento de los afganos carecen de alimentos suficientes.

Ochenta por ciento de los habitantes de la septentrional provincia de Badghis podrían morir de hambre a causa de la sequía, según las autoridades.

"Más de mil familias huyeron de la provincia" en los últimos meses, dijo a IPS Mohammad Yaqoob, legislador de Badghis. "Nuestros jóvenes se van a Irán en busca de trabajo y comida, pero muchos mueren en el camino".

En muchas de las provincias septentrionales como Faryab, la sequía mata al ganado. Los habitantes prefieren venderlos muy baratos para no perderlos por nada.

En Ghazni, la situación se deterioró a tal punto que llegó a decirse que la población estaba comiendo pasto para sobrevivir.

"Solía manejar un camión", contó Payman Ganun, de la oriental provincia de Logar. "Pero no hay alimentos y no encuentro trabajo".

Ganun ahora vaga por las calles de Kabul con su hermano menor pidiendo limosna.

La escasez de alimentos golpeó duro a los niños.

"Mis hijos son pequeños y no tenemos pan. No tengo trigo. Tengo miedo que mis hijos mueran de hambre", señaló una madre viuda.

Casi un millón de niños y niñas están en situación de alto riesgo, estimó Oxfam.

Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señaló que 20 por ciento de los menores mueren antes de cumplir cinco años por desnutrición.

La proporción del desastre llevó a las agencias humanitarias a pedir más financiación.

"Es una carrera contra el tiempo, y la comunidad internacional debe responder con rapidez antes del invierno, cuando la situación empeora", reza una declaración de Oxfam.

Varias agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el gobierno afgano pidieron 404 millones de dólares en julio. Sólo se entregó 25 por ciento de esa cantidad, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) prometió 50.000 toneladas de trigo. El PMA y el gobierno pakistaní acaban de acordar el despacho de otra cantidad similar.

Por otra parte, Kabul y el Banco Mundial firmaron un convenio para desarrollar sistemas de irrigación y otro tipo de infraestructura por ocho millones de dólares.

La asistencia a Afganistán suele ser lenta, el monto por habitante está bastante por debajo del de otros países devastados por guerras, y casi 40 por ciento de la ayuda vuelve a los donantes mediante el pago de salarios y beneficios de las compañías que operan en este país, según el Órgano de Coordinación de las Agencias de Asistencia a Afganistán.

Además del problema humanitario, a los analistas les preocupa que la falta de respuesta adecuada a la crisis alimentaria empuje a los afganos desesperados a manos del movimiento islamista Talibán.

Ajristán, el distrito de Ghazni donde se dice que la población debió alimentarse de pasto, es ahora un bastión talibán, según sus habitantes.

"El Talibán controla totalmente esta localidad", según Fazel Wali, un residente de la zona.

El PMA comunicó que sigue distribuyendo alimentos a la población afectada por los combates, así como a los habitantes de los distritos cercanos a Kandahar, segunda ciudad en importancia del país.

La gran ofensiva lanzada en julio por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el área obligó a miles de familias a abandonar sus hogares, en especial las del distrito de Arghandab.

Además del crudo invierno y de la sequía generalizada, la carestía alimentaria generó inseguridad. Pakistán es, en parte, responsable de la situación porque varias veces bloqueó exportaciones de alimentos a Afganistán.

Setenta por ciento del trigo importado por Afganistán viene de Pakistán, señaló Hussein Ali Mahrammi, de la Cámara de Comercio afgana.

Pakistán alega que debió disminuir sus exportaciones a fin de evitar el alza de precios en su territorio, pero Mahrammi sostiene que se trata de una maniobra política. "Islamabad quiere debilitar al gobierno afgano", aseguró.

En invierno, muchas rutas se vuelven intransitables y varias voces ya expresaron la verdadera urgencia que existe de aliviar la situación.

"Si no actuamos rápido, muchos niños morirán. Le pido a todos, organizaciones no gubernamentales, gobierno afgano y extranjeros, que nos ayuden", suplicó el legislador Mohammad Yaqoob.

"Y por favor, háganlo rápido, estamos desesperados", suplicó.

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