JUEGOS OLÍMPICOS: En Hong Kong, la apatía se lleva el oro

Mientras el mundo está pendiente de los Juegos Olímpicos de Beijing, los habitantes de Hong Kong, la ex colonia británica sobre la que China recuperó el control en 1997, despliegan una notable indiferencia.

"Yo no soy el dueño de este taxi, sólo lo manejo", aclara rápidamente Lee Tam, el chofer. El interior del automóvil está repleto de adhesivos con la imagen de los Fuwa (niños de la buena fortuna), las cinco mascotas de los Juegos (Beibei, Jingjing, Huanhuan, Yingying y Nini), que provocaron no pocas burlas en China y el exterior.

Lee, quien desde hace más de una década trabaja como chofer de taxímetros a tiempo parcial, no se muestra impresionado por el despliegue deportivo, mediático, de relaciones públicas y político en el territorio continental.

"Hong Kong no está realmente involucrado", sostuvo. Este es un punto de vista común en esta ciudad autónoma, que recibió el estatus de región administrativa especial cuando fue reincorporada a China.

Un joven diseñador gráfico describió el papel de Hong Kong en los Juegos Olímpicos más como el de un adlátere que el de un socio o participante real.
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La ciudad es anfitriona de las pruebas hípicas, fundamentalmente debido a un brote de enfermedades equinas en territorio continental y a la ausencia de instalaciones adecuadas para tener animales en cuarentena allí. Por otra parte, Hong Kong tiene una vibrante cultura ecuestre, herencia de los británicos.

Pero más allá de los grandes, brillantes afiches en los que aparece el equipo de deportes hípicos de Hong Kong montado sobre sus caballos, el interés del público ha sido hasta ahora escaso. Las imágenes de las mascotas son comunes, pero su presencia no es abrumadora.

La gente sí se reúne en la Piazza Olímpica, en el centro cultural de Hong Kong, donde Fuwa de tamaño real dan brincos en el escenario. Pero el lugar, pensado para mostrar en gigantes pantallas de plasma información de sitios de Internet sobre los Juegos y entretenimientos pare más popular con los turistas extranjeros que entre los locales.

El desinterés inicial podría cambiar si comienzan a acumularse las medallas olímpicas para China.

"Creo que la gente de Hong Kong es extraña", afirmó Nikki Lau, de 28 años, una traductora de películas que divide su tiempo entre la ciudad y Estados Unidos desde su adolescencia. "Ante un terremoto o algún logro internacional somos todos chinos, pero el resto del tiempo somos muy, pero muy cuidadosos en definirnos como ciudadanos de Hong Kong", agregó.

"Existe realmente un sentimiento hacia China. Hubo mucha solidaridad luego del terremoto", dijo a IPS Diana Beaumont, activista por los derechos laborales, en un restaurante vegetariano cerca de la estación Sheung Wan, un área predilecta de los miembros de organizaciones no gubernamentales prohibidas en China.

Hong Kong presentó en los Juegos un equipo de 35 deportistas, que viajaron con la esperanza de obtener medallas en ciclismo, ping-pong, windsurf y badminton. Participan en 11 especialidades, entre las que se encuentran el hipismo, natación, esgrima, tiro, remo y triatlón.

Aunque Hong Kong siempre garantizó la libertad de expresión y los derechos democráticos, aumentó las medidas de seguridad en vísperas de los Juegos y se informó que negó la entrada a tres activistas pro democráticos antes de la ceremonia inaugural, que se desarrolló este viernes.

Asimismo, un estudiante fue desalojado el sábado del estadio donde se realizan las competencias ecuestres por desplegar una bandera de Tíbet. También se negó la entrada a Hong Kong a activistas pro tibetanos en mayo, durante el paso por la ciudad de la antorcha olímpica.

Pocos días antes del inicio de los Juegos, miembros de la asociación religiosa Falun Dafa, prohibida en China, repartieron en las calles volantes en los que se detallaban abusos y torturas de las autoridades de Beijing. Pocas personas se detuvieron a leerlos, pero ninguna mostró hostilidad.

"Podemos hacer esto en Hong Kong, pero en China no", dijo uno de los miembros del grupo religioso.

"Definitivamente, hay más libertad en Hong Kong", aseguró Mui Chi Yam, quien se radicó en la ciudad hace 15 años y trabaja como portero y guardia de seguridad en un complejo de departamentos. A diferencia de los nacidos en Hong Kong, está entusiasmado con los Juegos Olímpicos.

"No soy un fanático de los deportes, pero siento que hay muchos cambios para la gente de Hong Kong y China", señaló Henry Chu, diseñador de páginas de Internet, sentado con su computadora portátil en un café Starbuck's. "Hay grandes expectativas, todo el mundo teme que algo pueda salir mal", agregó.

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