BIRMANIA: Hospitales en coma, incluso antes del ciclón

Incluso antes de que el ciclón Nargis devastara a Birmania, el agonizante sistema de salud del país luchaba para sobrevivir con los escasos fondos que la dictadura militar le cedía con cuentagotas.

La junta gobernante es responsable por ese desinterés. Los militares gastan la mayor parte de los ingresos procedentes de los recursos naturales del país en el ejército de más de 400.000 efectivos, sin atender las necesidades de los 54 millones de habitantes.

Casi 40 por ciento del producto interno bruto se destina cada año al gasto militar. El sector de la salud estatal recibe apenas 0,3 por ciento.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Birmania tiene uno de los sistemas de salud más atrasados del mundo, y sólo supera a Sierra Leona entre los 191 países peor evaluados.

La cuarta parte de la población vive debajo de la línea de pobreza y más de un tercio de los niños menores de cinco años sufren desnutrición. La mortalidad es la segunda más alta de Asia, sólo superada en Afganistán.
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Además, la incidencia en Birmania de enfermedades como la malaria, tuberculosis y sida es una de las más altas de la región.

"La infraestructura de salud se ha deteriorado por más de dos décadas", dijo Chris Beyrer, profesor de epidemiología de la estadounidense universidad Johns Hopkins.

"Los hospitales están mal equipados, carecen de personal y los médicos y enfermeras tienen sueldos tan bajos que cobran a los pacientes por virtualmente todos los servicios que les pueden ofrecer", agregó.

"El sistema de salud de Birmania es uno de los más privatizados en el mundo en desarrollo. La gente debe pagar de su bolsillo prácticamente por todo. Y ya no funcionaba antes del ciclón", destacó Beyrer en una entrevista con IPS.

Es una visión compartida por una médica que trabajó durante siete años en el hospital general de Pyapon, una de las grandes ciudades golpeadas por el ciclón.

El centro de salud, de 100 camas, apenas recibió suministros médicos como vacunas, analgésicos o incluso vendas por parte del Estado, afirmó.

"Apenas contaba con 10 frasquitos de penicilina por día, pero debía tratar a 190 pacientes ambulatorios", agregó la médica de 54 años, quien pidió no revelar su nombre. Ahora vive en el exilio. "La sobrecarga de trabajo y la escasez de fondos eran una constante", aseguró.

Dos semanas después del ciclón, que dejó casi 130.000 muertos y afectó severamente a 2,5 millones de personas, la médica se pregunta cómo harán sus ex compañeros en Pyapon para responder al monumental desafío de atender a las víctimas del desastre. "Temo por los niños", advirtió.

Para comenzar, los médicos deberán hacer frente a los destrozos que el ciclón provocó en los hospitales. Cerca de la mitad de los centros de salud en municipios rurales y 20 por ciento de los principales hospitales han sido dañados, dijo a IPS Maureen Birmingham, representante de la OMS en Tailandia.

"La mayoría han perdido los techos o carecen de agua corriente", explicó.

Philip Humphris, director de programas para Birmania de la organización Médicos sin Fronteras (MSF), con sede en París, declaró a IPS: "El hospital de Pyapon sufrió diversos daños estructurales, pero continúa atendiendo pacientes".

Pero en la ciudad de Bogale, agregó, "se informó que nueve de los diez centros de salud han sido destruidos, se ignora si el personal sobrevivió y, de ser así, dónde se encuentra".

Para prevenir más muertes, MSF envió cuatro aviones con ayuda, que incluye agua, equipos sanitarios y suministros médicos. La organización, que trabaja en Birmania desde 1992, atiende cada día a varios cientos de pacientes en 20 lugares diferentes del sudoeste del país.

Los hospitales y clínicas que sobrevivieron al ciclón afrontarán "necesidades críticas como consecuencia de la exposición de un gran número de pobladores a traumas físicos y psicológicos, enfermedades infecciosas y desnutrición", señaló Humphris.

"Se espera que los casos de diarrea, malaria e infecciones respiratorias se incrementen en los próximos días, lo que se verá exacerbado por la falta de comida", agregó.

No es el único tema de preocupación.

"Las amenazas a la salud en los campamentos atiborrados de desplazados incluyen posibles brotes de dengue y sarampión, e incluso de peste bubónica, un mal endémico de los roedores en Birmania, que también buscarán refugio en la limitada superficie de tierras secas en las que se concentrarán los humanos", dijo Beyrer.

Las alarmantes perspectivas y el imperativo de incrementar la ayuda para reforzar el débil sistema de salud de Birmania no han movilizado a la junta militar que gobierna el país.

Las autoridades todavía no levantaron las restricciones que pesan sobre los socorristas de organizaciones humanitarias internacionales que tratan de llegar a la zona del desastre.

Algunas de esas organizaciones estiman que apenas una quinta parte de las víctimas han recibido el auxilio que necesitan desesperadamente.

"MSF está seriamente preocupado. En lugar de permitir un mayor acceso de los equipos internacionales y suministros a las áreas afectadas, hay crecientes restricciones, especialmente contra birmanos expatriados que tienen experiencia en asistencia de emergencias", reveló Humphris.

"Dada la magnitud de la devastación y el estado de la infraestructura en el área, creemos que esas restricciones al acceso limitan nuestra capacidad para responder adecuadamente", advirtió.

Si la experiencia del pasado sirve como indicador, las posibilidades de que los militares respondan a estos llamados son escasas.

Sólo en 2002, luego de años de negar el tema, las autoridades admitieron que Birmania enfrentaba una epidemia de sida. Pero eso no fue de gran ayuda para lso portadores de VIH, pues la junta restringió la actividad de organizaciones internacionales dedicadas a combatir la enfermedad.

Sin embargo, cuando se trata de sus propias necesidades médicas los generales birmanos no confían en el sistema de salud del país. Usualmente viajan a Singapur para recibir atención allí.

Es algo típico en el general Than Shwe, "hombre fuerte" del régimen, quien sufre de diabetes, hipertensión y problemas cardíacos. A principios de 2007 se trasladó a Singapur para que le realizaran un bypass coronario.

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