ALIMENTACIÓN-PARAGUAY: Mujeres unidas contra la carestía

Una fórmula sencilla pero poco usual, como es la acción cooperativa en el consumo, permite a un grupo de paraguayas afrontar la carestía de alimentos, que en el último año empujó a la indigencia a 270.000 personas en este país, según un informe de agencias de la Organización de las Naciones Unidas.

Crédito: David Vargas/IPS
Crédito: David Vargas/IPS
A partir del refrán que dice "por docena es más barato", la comisión Mujeres Unidas de la localidad de Limpio, cercana a Asunción, se conformó para la compra al por mayor de alimentos, que se reparten en forma equitativa a cada una de sus 56 integrantes a cambio de un aporte mensual de 110.000 guaraníes (monto de moneda local equivalente a unos 25 dólares).

El grupo se conformó en 2006, cuando comenzaron a sentirse los primeros efectos en la economía paraguaya de la entonces incipiente inflación alimentaria. Ese año, los costos de los productos que conforman la cesta básica familiar registraron un aumento de 26 por ciento, según el índice del Banco Central del Paraguay.

Para 2007, ese indicador trepó a 40 por ciento, mientras que la inflación llegó en los últimos 12 meses a 12,1 por ciento.

Una vez al mes, dinero en mano, las mujeres organizan una expedición a los principales centros de abastecimiento ubicados en la periferia de la capital de Paraguay, a unos 10 kilómetros de Limpio, para buscar los precios más bajos, artículos rebajados en oferta y regatear con los comerciantes.
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"Está todo por las nubes", dice a IPS con un gesto de desesperación Ramona Pérez, presidenta de Mujeres Unidas. "Sólo comprando al por mayor se aliviana el bolsillo", agrega.

Las compras se focalizan en alimentos básicos de la canasta familiar como arroz, azúcar, yerba mate, aceite, harina, huevo, sal y poroto (fríjol), aunque también, "si sobra", se incluyen algunas verduras y elementos de higiene como jabón para el baño y el lavado de ropas.

Pérez explica que la carne vacuna y los lácteos no están incluidos en el plan de compras, debido a sus altos precios. "Es desesperante cómo subieron los precios y el aporte ya no es suficiente", se queja.

La carestía alimentaria afecta a todos los sectores sociales de Paraguay, pero es en el segmento más pobre donde se registra el golpe más duro, señala un informe de tres agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El proyecto "Invertir en la gente", que llevan adelante el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFA), indica que al menos 140.000 paraguayos pueden caer en la indigencia este año en caso de continuar la escalada de precios.

Los pobres extremos son aquellos cuyos ingresos son inferiores al costo de la canasta básica. Según el estudio, con 20 por ciento de inflación en el rubro alimentos en 2008 el índice de indigencia se elevaría del 19,4 por ciento actual, que equivale a casi 1,3 millones de personas sobre una total de seis millones de habitantes, a 21,3 por ciento.

Según el Banco Central de Paraguay (BCP), este país finalizó abril con una inflación de 0,8 por ciento. Sin embargo, el índice acumulado en los cuatro primeros meses del año fue 4,4 por ciento, superior al 1,4 por ciento registrado en el mismo período del 2007.

"Los alimentos prácticamente explican en 65 por ciento la variación inflacionaria de abril, un fenómeno internacional. A ello se suma también el incremento de los precios de los bienes derivados del petróleo", dijo Miguel Mora, director de Mercado Interno del BCP.

El aumento de la pobreza extrema representa un claro retroceso respecto del compromiso asumido por Paraguay de reducirla a ocho por ciento para 2015, conforme a lo establecido en los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM), aprobados por los gobierno en 2000 en la ONU y que fija para este caso una merma de 50 por ciento en base a los porcentajes de 1990.

"Nuestro pronóstico es que eso tiende a empeorar, porque los costos de producción de los alimentos tienden a subir", comentó a IPS Julio Fernández, coordinador del proyecto "Invertir en la Gente".

La escalada de los precios internacionales del petróleo, combustible que Paraguay no cuenta, así como de los insumos para la producción agrícola, sumados al conflicto agropecuario en Argentina y al desabastecimiento de algunos rubros, como el arroz de Brasil, conforman a criterio del técnico un cóctel explosivo, cuyas consecuencias afectarán la economía paraguaya.

Aunque resulte paradójico, el aumento de la pobreza extrema va de la mano de un crecimiento histórico de la economía paraguaya, que el año pasado alcanzó 6,8 por ciento, la mayor expansión de los últimos 26 años.

En la década del 70 y principios de los años 80, la construcción de la represa hidroeléctrica de Itaipú, emprendida conjuntamente por Paraguay y Brasil, se constituyó en el principal factor de crecimiento, alcanzando su máximo en 1981, cuando se registró un aumento del producto interno bruto (PIB) de 9,2 por ciento.

Los factores de mayor preponderancia en el crecimiento actual son el aumento de las exportaciones de soja (Paraguay es el cuarto productor mundial de esta oleaginosa) y de carne vacuna, así como la creciente dinámica de los sectores de la construcción y las comunicaciones.

También en el último año bajó el desempleo. La Encuesta Permanente de Hogares elaborada en 2007 por la Dirección General de Estadísticas Encuestas y Censos, indica que la tasa de desocupados bajó de 11,1 por ciento a 8,5 por ciento de la población económicamente activa.

"Pero todo ese escenario tan auspicioso no se pudo aprovechar por el crecimiento sostenido en el precio de los alimentos, que erosionó gran parte de los ingresos de los pobres extremos", explica Fernández.

Se estima que las familias que viven en la indigencia destinan más de 70 por ciento de sus menguados ingresos a la compra de alimentos, porcentaje que va en aumento conforme suben los valores de esos productos.

El estudio de las agencias de la ONU concluye que el crecimiento con alta inflación "no es una combinación deseable".

Esto se explica a través de las cifras. En el 2004, un incremento del PIB de 4,1 por ciento acompañado de una estabilidad inflacionaria con guarismo casi nulos en el sector de los alimentos contribuyó a reducir la pobreza extrema en tres puntos porcentuales.

Al año siguiente, el crecimiento del 2,9 por ciento y el aumento de precios de alimentos de 5,5 por ciento dieron como resultado una reducción de la indigencia de 1,6 por ciento. Pero el año pasado, el incremento histórico del PIB junto al avance inflacionario hizo que la pobreza extrema retomara su senda de crecimiento para ubicarse en cuatro por ciento.

Esta situación, si bien beneficia a los productores, genera mucha preocupación entre los consumidores que cada vez pueden comprar menos por la misma cantidad de dinero.

Las Mujeres Unidas de Limpio viven el proceso en carne propia. En los últimos meses tuvieron que elevar el aporte mensual de 100.000 a 110.000 guaraníes, para poder seguir comprando la misma cantidad de productos.

La comisión gestiona ahora un curso de capacitación en panadería, con el fin de elaborar sus productos. También han iniciado contactos con productores fruti-hortícolas para adquirir directamente de ellos las mercaderías, sin la necesidad de acudir a los centros comerciales.

"Así únicamente podemos sobrevivir", dice la presidenta de la organización, Ramona Pérez.

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