MÉXICO: Izquierda golpeada destraba debate petrolero

Los legisladores de la oposición izquierdista de México se retiraron este viernes de las tribunas del parlamento, que ocuparon durante dos semanas en protesta por el proyecto de reforma petrolera que intenta aprobar el gobierno.

Los legisladores se llevaron de las tribunas las pancartas en las que se leía "clausurado" y "no a la privatización del petróleo", además de las cobijas que usaban en las noches, algunas banderas y los muebles que colocaron como trincheras.

La protesta había sido planificada por el ex candidato presidencial de la principal fuerza opositora, el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), Manuel López Obrador.

La situación se desbloqueó después de que las otras dos fuerzas políticas mayores, el gobernante Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), aceptaron algunas condiciones dirigidas a ampliar el período de debate de la reforma petrolera, así como los foros temáticos, para asegurar un debate nacional.

La Junta de Coordinación Política del Senado, en la que están representados todos los grupos parlamentarios, informó este viernes que el proyecto de reforma será debatido durante 70 días, entre el 13 de mayo y el 22 de julio.

El PRI y el PAN querían acotar las discusiones a 50 días, mientras la izquierda reclamaba un debate de cuatro meses y someter el texto aprobado a referendo, figura que no está contemplada en la Constitución de este país y que finalmente fue desechada.

Para López Obrador, el bloqueo evitó que prosperara una iniciativa de reformas legales privatizadoras del sector petrolero, que fueron enviadas al Senado el 8 de este mes por el gobierno del conservador Felipe Calderón.

El proyecto del gobierno incluye mecanismos para facilitar la participación privada en la extracción, transporte y refinación de crudo, sectores nacionalizados hace 70 años.

Según las encuestas, la acción de fuerza fue rechazada por la mayoría de personas consultadas.

A pesar de los festejos con los que la izquierda desalojó las tribunas, el PRD se encuentra inmerso en una crisis interna de la que no es ajeno López Obrador.

El historiador Lorenzo Meyer, cercano al ex candidato y sus causas, opinó que el dirigente hizo lo correcto al llamar a movilizaciones y alentar la toma de las tribunas parlamentarias.

Ante "el suicidio del PRD" como partido, lo único que quedó a López Obrador para enfrentar los intentos privatizadores del petróleo fue retrasar el debate a través de protestas y así impulsar la movilización social, dijo Meyer a IPS.

Sondeos de opinión indican que 60 por ciento de los encuestados tienen ahora una percepción negativa del ex candidato presidencial del PRD.

Aún así, López Obrador sigue siendo la principal figura de la oposición, un cetro que nadie le disputa. Las encuestas señalan que poco menos de 30 por ciento de la ciudadanía lo apoya.

"El liderazgo del ex candidato se mantiene, pero va a la baja, lo que es una mala noticia, pues el país requiere tener una figura opositora fuerte y una izquierda institucionalizada y razonable que actúen como un balance frente al gobierno conservador", dijo a IPS Aroldo Romero, politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México.

"La desocupación de las tribunas representa una derrota de las posturas rijosas (duras) de López Obrador, aunque obviamente no lo reconocerán", opinó.

En una grabación entregada el miércoles a medios de comunicación nacionales, presuntamente por un miembro del PRD, se escucha a López Obrador discutir en tono acalorado con los coordinadores parlamentarios de la izquierda sobre las estrategias a seguir ante las reformas del sector petrolero.

López Obrador proclamó en esa discusión que "el movimiento (de rechazo al proyecto del gobierno) soy yo".

Además, desestimó la celebración de foros para discutir el proyecto en el parlamento, pues lo central es "ganar tiempo" y consolidar el movimiento.

El ex alcalde de la capital había demandado una discusión amplia.

Tras conocerse la grabación, el PAN y el PRI acusaron al líder de la izquierda de usar el tema petrolero como pretexto para debilitar a Calderón.

El proyecto del gobierno incluye dotar de flexibilidad empresarial a la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), ofertar a la población bonos de deuda de la firma y facilitar, a través de contratos que se pagarían en efectivo y no con renta petrolera, la participación privada en la industria, afectada de una severa crisis.

El Comité del Centro de Estudios de Derecho e Investigaciones Parlamentarias de la Cámara de Diputados, presidido por el PRI, advirtió esta semana que el proyecto gubernamental es violatorio de la Constitución y tiene aspectos privatizadores.

El director de Pemex, Jesús Reyes, declaró que esa conclusión es respetable y debe ser considerada cuando los legisladores analicen las propuestas de reforma y, si es necesario, las cambien.

En su libro "Proyecto alternativo de nación", publicado en 2006, López Obrador se declaró partidario de permitir la participación privada. Pero ahora rechaza esa opción de forma tajante.

El PRD enfrenta la peor crisis desde su fundación en 1989. Un mes después de sus elecciones internas, teñidas de irregularidades, no se ha definido quiénes serán sus autoridades en los siguientes cuatro años.

En la disputa están enfrentadas las corrientes radicales que apoyan a López Obrador y las moderadas, reconocen dirigentes de ese partido.

Meyer opinó que la crisis de la izquierda y las acciones públicas de sus líderes son consecuencia de los "agravios cometidos" en las elecciones presidenciales de 2006 en las que "los poderes" hicieron todo lo posible para evitar el triunfo de López Obrador.

El ex candidato perdió por medio punto porcentual esos comicios, denunciados como fraudulentos por la oposición.

Como parte de su campaña de resistencia civil contra un resultado que hasta hoy considera ilegal, López Obrador se ciñó en noviembre de 2006 una banda presidencial y se ungió como jefe del "gobierno legítimo" y representante "verdadero" del pueblo.

La ceremonia se hizo ante una multitud de seguidores que colmaron el Zócalo, como se conoce la céntrica Plaza de la Constitución.

En ejercicio de ese cargo simbólico, López Obrador ha recorrido el país para animar un movimiento social contrario a Calderón, a quien califica de mandatario "espurio" y de "pelele".

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